抖阴社区

XX

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En toda la noche no pude pegar un ojo, a las cinco de la mañana conseguí consiliar un sueño no muy profundo, y al día siguiente me desperté mucho más tarde de lo usual. Pero aún así del mismo mal humor.

Quizás un poco peor que el típico. Escuché que alguien tocaba a mi puerta y tragué saliva. No contesté pero ello no hacía falta cuando se trataba de Lev.

—Buenos días hermanito. Te traje el desayuno a la cama.

Tal vez odio como me levanta los días de semana, pero en estos momentos se presentaba como un ángel para mi.

—Debes haber pasado una noche un poco... alocada. —me dijo al ver que no pronunciaba palabra. Ella nunca fue buena para aceptar el silencio.

—Por no decir terrible. —contesté mucho menos hostil de lo que pretendía. Sonaba tan cansado como me sentía. Física y psíquicamente.

—Oye, tranquilo. Sé que papá lo aceptó, aunque no puedo decir que le haya gustado. Son de otra época, Adrik, también tenemos que saber que no es fácil para ellos.

—Como si hubiese sido fácil para mí.

Y es cierto, aceptarse a uno mismo no es fácil y mucho menos si no contamos con el apoyo de nuestros propios padres.

—Oye... —me dio un empujoncito con su hombro y me sonrió —Te hice waffles. —me señaló la bandeja y empecé a comer como desesperado.

Pensé que se me había cerrado el estómago, pero resulta que mi tenía un apetito voraz por lo poco que comí la noche anterior.

Lev se quedó mirándome con una sonrisa suave y hasta incluso maternal. Sé que ella desea actuar como se supone que tendría que hacerlo mamá.

—¿Y mamá? —susurré después de comer, mis pensamientos girando en torno a ella.

—...Agotada también. Ella... bueno, —se mordió el labio angustiada por algo que no quería decir —no quiere... ella...

—Deja de balbucear y escúpelo. —dije un poco más brusco y frustrado de lo que quería, ella solo estaba siendo una buena hermana mayor.

—No dejará que Vania se acerque a ti por el momento. Piensa que es pequeña e influenciable y... también dice que ha estado leyendo que los que son así...

—Gay. Puedes decirlo. No es mala palabra ni ofensa. —la interrumpí solo para aclarar, estaba muy atento a lo que me decía.

—Bueno, piensa los que son gais son más propensos a tener todo tipo de perversiones mayores, entre ellas la pedofilia.

No. Eso no lo podía aceptar. Que me acusen de posible pedófilo ya era una ofensa mayor a la que recibí en todos mis años de ser un rarito en la escuela y otras partes. Esto era algo que no podía aceptar. Bajé corriendo las escaleras, sin prestar atención a los gritos alterados de mi hermana preguntándome qué demonios iba a hacer. La verdad, es que ni yo estoy seguro, pero sabía una cosa: Esto no se iba a quedar así.

Me puse de pie frente a mi madre, quien estaba sentada en la cocina y la miré a los ojos.

—Deberías dejar de ser una perra respecto al tema y afrontarlo como una verdadera madre, en vez de estar leyendo cosas como que podría ser pedófilo y alejándome de mi hermanita únicamente porque me gustan los hombres.

Silencio total. La mirada de mis hermanas en completo estado de shock y los ojos helados de mi madre provocaron que cayese en cuenta recién en ese entonces del peso de mis propias palabras.

Y a pesar de haber sido un imbécil total, descubrí no estar arrepentido, ni siquiera asustado por las represalias. Ella se levantó, anormalmente recta y me miró a los ojos con una seriedad mortal.

—No puedo afrontar la situación como una madre porque siento que ya no tengo a uno de mis hijos.

Se escuchó la puerta rechinar, anunciando la llegada de mi padre y Ches de hacer unas compras de algún lado, pasos y susurros curiosos y confusos, pero nada de eso consiguió que yo apartara mis ojos, porque no estoy dispuesto a perder esta guerra que quiso comenzar.

Voy a ganar, aunque pierda el corazón en el proceso. Cuando estuve a punto de responder algo igual de ofensivo y simplemente cruel sentí como Lev susurraba mi nombre cerca de mi y decidí no hacerlo. Cedí esta batalla por mi hermana, pero no le concedería la victoria bajo ninguna circunstancia. Entonces me aparté bruscamente y subí a mi habitación a cambiarme con lo primero que encontré. Salí corriendo de ahí en cuanto tuve la oportunidad, esquivando las miradas preocupadas y las intenciones de conciliación de mi familia (de todos menos de parte de mi mamá).

Y fui al único lugar al que me sentía bien recibido en estos instantes

×××

Toqué el timbre una vez y golpeé la puerta dos veces, intentando no hacer notar mi desesperación, siendo esto casi imposible.

—Ya voy, ya voy. —escuché una hermosa voz masculina provenir del interior de la casa, y en cualquier otra circunstancia me hubiese alegrado o emocionado por escucharlo (a pesar de mis constantes intentos de negarlo) abrió la puerta y parpadeó un par de veces al verme —¿...Adrik?

—¿T-tu madre está en c-casa? —odié como sonaba en ese momento.

El tono de mi voz era tartamudo y quebradizo y sonaba tan estúpido. Él volvió a parpadear, al parecer le costaba procesar o digerir la información. Vamos, que no era tan difícil. ¿Siempre me van a gustar los imbéciles?

—¿Estas... estas llorando?

¿Que pregunta era aquella?

De todos modos y para mí sorpresa él estaba en lo correcto. Yo estaba llorando, sin darme cuenta, las lágrimas se escurrían sin control sobre mi rojizo rostro hinchado y sé que debo tener un aspecto patético. Justo en frente de Sean. Qué vergüenza.

—Olvídalo. Fue una mala idea venir.

Justo cuando estaba por irme una mano tomó la mía sin vacilar.

—Mi madre no está por el momento. Pidió unos segundos al aire libre, sus paseos duran entre 15 y 20 minutos. Salió hace unos cinco. Por favor, pasa y quédate a esperarla mientras te hago un té y si lo deseas me cuentas que te ocurrió.

Me mordí el labio, pensando en que esta idea no tendría porqué ser tan mala después de todo.

Sala de castigo |?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora