抖阴社区

Capítulo I

715 65 67
                                        

Debía de haber inventado algún tipo de excusa.

Ese fue el primer pensamiento que corrió por su mente cuando puso un pie en la vieja Plaza de la Ciudad.

Por supuesto, su madre hubiese hecho un drama acerca de estar súper ocupada, y que los hijos no quieren ayudar a los padres últimamente. O quizás, podría sacarle en cara que nunca tenía tiempo salvo para sus propios asuntos. Pero en serio, ¿venir a buscar a su hermana, al final de una larga tarde, era la única forma de pagar?

―¡Has espacio, viejo! ―le escuchó gritar a una voz.

En un movimiento rápido pudo abrirse paso y evitar ser derribado. Quiso responder, pero cuando fue capaz de recuperar su compostura, el chico se encontraba demasiado lejos como para escuchar cualquier cosa que pudiese decir.

Era una gran complicación. Su hermana Amanda, eso era lo que era. De tantas cosas que ella podría tener para pasar el rato: Ir al Centro Comercial, pasar la tarde con otras chicas maquillándose, morir por alguna banda juvenil. No, ella prefería estar aquí, junto a otra gran cantidad de chicos, sobre una patineta.

―¿En serio amigo? ¡Mira por dónde vas! ¿Qué pasa contigo?

―Quizás sea alguien más el que necesite ver por va ―soltó de golpe. De repente un dedo medio se encontraba levantado hacia él.

Sobreponiéndose al calor que suponía vestir un traje completo a comienzos del verano en Ciudad Rivera, enfocó su vista tratando de divisar los cortos cabellos castaños de Amanda. Sin correr con mucho éxito, al cabo de unos minutos se dirigió hasta unas gradas al final de la redoma, en donde había una mayor cobertura del lugar.

Eso podría mejorar su suerte.

Ésta sin duda, no era la forma en que esperaba terminar todos los días de pasantías, y si ello suponía dejar de usar el carro que su madre le había prestado, estaba más que dispuesto a ir y venir en transporte público.

―Buena decisión ―escuchó decir a una voz ronca, detrás de él.

¿Acaso en este lugar nadie podía mantenerse callado?

―¿Disculpa? ―inquirió con cierto desdén.

―Sin duda alguna, iban a acabar contigo como siguieras parado en medio del lugar ―completó un chico de tez canela, ojos caramelo―. Deberías tener más cuidado.

Resopló.

―¿Yo? ―su voz era incrédula―. ¿Yo debería de tener más cuidado, cuando son ustedes los que se creen dueños del lugar?

Volvió su mirada al centro de la Plaza, no tenía tiempo para entablar una conversación que sabía no iba a llegar a ningún lado. Comenzó a buscar nuevamente a su hermana, sin embargo, seguía sin poderla hallar.

―Bueno... ―inició nuevamente el chico―. No quiero molestarte... Vale, más de lo que ya pareces estar, pero... Como que el sitio es nuestro. Tú eres el que desencaja aquí.

¿Era una broma?

―¿En serio? Realmente piensas que, el que desencaja, entre todo lo que estás viendo, ¿soy yo?

―Bueno, tú eres el que lleva un traje a mitad de la tarde en un sitio de skate. Tú dime.

Tomándolo desde ese punto de vista, se había quedado de momento sin palabras. Quizás sí estuviese fuera de lugar. Pero, ¿quién los había nombrado dueños a ellos en primera instancia? ¿Por qué tenía que ser él quien se sintiera forastero y no de otra manera?

―No es como si te interesara, pero, estoy buscando a mi hermana.

―¿Tu hermana?

―Sí, mi hermana. Baja, pelo a los hombros, castaño. Quizás algo menor que tú, ¿te suena?

Y Sin Quererlo, Me EnamoréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora