☆Disponible en físico por Amazon en los formatos: ebook, tapa blanda y dura☆
?Qué sucede cuando estás tan quebrado por dentro que solo puedes dar fragmentos de tu corazón?
Emma es una chica con muchos problemas, pero con deseos de superación. A Set...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Me coloco los tacones, perdida en mis pensamientos, mientras Joao parlotea sobre algo. Trato de prestarle atención a lo que dice, sintiéndome culpable.
—Entonces él me besó, Emma. —Sus mejillas se han enrojecido y eso hace que se vea muy tierna.
Joao es una chica linda, de pelo corto negro y ojos grandes marrones. Ella tiene mucho tiempo trabajando aquí en el bar y me trató bien desde que me conoció. Las otras chicas suelen estar en peleas entre ellas mismas todo el tiempo, siempre en competencias, debatiendo quién es la mejor.
—Eso es maravilloso —le digo con sinceridad.
Joao no ha tenido suerte en el amor. Es difícil en estos tiempos encontrar a alguien que valga la pena, la mayoría de los hombres nos quieren tratar como putas cuando se enteran que trabajamos aquí.
—¡Emma! —Tamara entra al camerino como un rayo—. Llegó tu día de suerte, niña.
Su entusiasmo me espanta. La peluca que lleva ahora es de un rojo intenso.
—¿Qué? —Mi confusión es evidente.
—Hay un hombre que ha ofrecido mucho dinero por un baile privado tuyo.
Aplaude y ríe como loca. Suspiro, tratando de buscar las palabras correctas para contestarle.
—Sabes que no doy bailes privados, Tamara, ese fue nuestro trato cuando empecé a trabajar aquí.
—Lo sé, Emma, pero este hombre ha ofrecido mucho dinero. Le dije que escogiera a otra bailarina y me dijo que solo te quiere a ti.
Arrugo la cara en desaprobación, pueden ofrecer lo que sea y no lo haré.
—Soy camarera, ese baile lo puede hacer otra...
—¡No estás escuchando! —Levanta la voz, haciendo que salte en mi lugar—. Dijo que eras tú, Emma, vístete que no podemos perder el tiempo.
—Puedo hacerlo yo, Tamara —Joao interviene y se lo agradezco con el alma.
—Es a Emma que quiere —repite con cansancio—. Déjanos solas, Joao. —Asiente, me mira con pesar y se retira—. No te entiendo, dices que quieres superarte y cuando se te ofrecen las oportunidades, te niegas.
—No es ese tipo de oportunidades que busco, Tamara. Sabes bien que desde el principio te advertí que no haré bailes privados, masajes ni ningún tipo de actividad que conlleve estar en una habitación a solas con un hombre —replico, decidida.
Este bar es un lugar donde se ofrecen distintos servicios, dependiendo de lo que el cliente quiera.
—Emma querida. —Me abraza por los hombros—. Tú no sabes qué te puede deparar el futuro, ese hombre se ve que está interesado en ti y está forrado en dinero. Mírame a mí, ¿cómo crees que pude poner este bar? Aproveché el interés de un viejo rico. Tienes suerte, porque el tipo es joven y está muy bueno. —Me sienta en el taburete frente al gran espejo iluminado—. Ponte bonita que no está a discusión, lo haces o te vas del bar.