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Chapter Two

Tenía muchas dudas sobre lo que ocurrió, pero sabía que no podría responderlas. Era una tortura pensar en eso, raramente lo seguía haciendo, con la diferencia de que cada vez que los segundos pasaban, sus ojos pesaban más y sus pensamientos se iban alejando. Soltando un último suspiro, finalmente se quedó dormido.

Con Anne:

Aunque nuestra jovencita favorita haya agradecido por tal maravillosa vista que el cielo le ha brindado, tenía una gran inquietud. Su curiosidad era una de las virtudes que agradecía, aunque la odiara algunas veces, como en estos momentos. Deseaba, anhelaba y se moría por preguntar: ¿Qué era lo que preocupaba tanto a Marilla? Había muchas conclusiones que Anne sacaba; la mayoría tenía que ver con Matthew y con ella. Algunos de esos pensamientos eran: Quizá Matthew hizo algo sin consultarle antes; pero eso sucedía pocas veces, y si lo hacía, al final siempre terminaba por decirle la decisión que tomó. O podría ser que ella misma causó algún problema, aunque estaba muy segura que no hizo nada malo ... por ahora.

A consecuencia de haberse quedado despierta casi toda la madrugada, no tenía mucha energía, a pesar de la siesta que tomó. Por eso, en estos momentos, podríamos encontrarla echada boca arriba en su cama, mientras seguía pensando profundamente sobre ese tema.

-Raro ...- Soltó en un susurro, teniendo su mirada dirigida hacia el techo.-

Decidida a entablar una conversación de aquello, se levantó de su lugar y se dispuso a bajar las escaleras hasta llegar a la sala.

-¿Qué?- Fue lo primero que pudo decir. El lugar estaba impecable, sacado como si de una fotografía se tratase. Parecía que en cualquier momento reluciría.

-¿Marilla?- Llamó Anne mientras se adentraba a la cocina, encontrándose así, a una señora despeinada que estaba arrodillada limpiando el suelo.- Wow, ¿Marilla, necesitas ayuda?- Dijo preocupada.-

-¡Oh, Anne!, no pises ahí que está mojado.- Señaló una parte de la cocina mientras se secaba el sudor de la frente.- Y no, no la necesito.- Mencionó.-

-¿Estás segura?, por qu.- Fue interrumpida.-

-Sí, Anne. Soy perfectamente capaz de hacer las cosas por mí misma.- Comentó en un tono serio.-

-Pareces cansada, necesitas que te dé una mano.- Habló con preocupación.-

-Anne, ya te dije que no.- La miró seriamente.- ¿No tienes algo más que hacer? Como: estudiar.

-Reamente no, pero déja-

-¡Anne!- Gritó.- No es no y punto.- Dijo ya desesperada y en un tono determinante.-

Asombrada, y hasta quizás un pico asustada por la situación, subió hacia su habitación. ¿Qué estaba pasando?, ¿por qué de repente la señorita Cuthbert estaba tan desesperada? Dudas que seguramente nunca serán respondidas, o quizás sí, pero era muy poco probable.

"Este hermoso día y alguien de ese humor. ¿Aquello era posible?" Se preguntaba aquella joven de ojos azules. Día radiante y brillante, y alguien enojado y angustiado.

¿Estaba enojada? Quizás. ¿Estaba confundida? Definitivamente sí. ¿Estaba triste? Por primera vez no. Creo que el estar demasiado confundida distraía ese sentimiento de tristeza que solía tener.

Necesitaba un descanzo, y no es el de "salir a tomar aire". Es el de tener una "pequeña siesta" y despejar tu mente de esas grandes reflexiones y cuestiones que nos formulamos algunas veces. Sí, eso es lo que haría, dormiría un rato, y luego, se dispondría a aclarar sus dudas de una vez.

Con esa decisión propuesta, se echó nuevamente en su cama. Ahora parecía como si aquella fuera un suave y cómodo algodón gigante, el cuál la llamaba a relajarse y caer en brazos de Morfeo. Cosa que ella aceptó, y con el pasar de los minutos, fue cayendo y cayendo, hasta finalmente, quedarse dormida.