26 de julio de 2021.
El despertador sonó indicando que o se levantaba en ese instante o perdía aquello por lo que llevaba luchando tanto tiempo. Se duchó y vistió para después irse a la cocina a desayunar topándose allí con sus dos amigas con un café cada una en la mano y otro esperando para Brooke.
—Buenos días.
—Buenos días, ¿nerviosa?— preguntó Leire extendiendo su brazo hacia la inglesa para entregarle el café.
—Bastante la verdad. Es la única carta que me queda por jugar, así que espero que todo vaya bien.
—Escúchame, si el otro día por teléfono te dijeron que estaban muy ilusionados por tu interés en el equipo. Dudo muchísimo que de la noche a la mañana te den la patada.
—Mich tiene razón, todo va a salir genial y, aunque nos duela el hecho de no trabajar las tres juntas, en el West Ham vas a poder demostrar el potencial que tienes.
—Os quiero muchísimo chicas— sonrió la pequeña de los Mount— Me voy ya, no quiero llegar tarde. Luego os cuento.
Se despidió de sus compañeras de piso con un abrazo y bajó al garaje para subirse a su coche y salir hacia la ciudad deportiva del West Ham. A lo largo de ese trayecto fue pensando en todo lo que ha pasado para llegar a ese punto. Tendría que estar orgullosa de lo que ha conseguido. Definitivamente, sí. Estaba contenta con ella misma por haber volado tan alto sin haber tenido alas.
Si darse cuenta ya se encontraba en la puerta del recinto, mostró la acreditación que le permitía acceder a los guardias de seguridad y aparcó en el primer lugar que encontró.
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—Qué te han dicho.
—¿Se puede saber porque parece que estáis las dos metidas en una cueva?
—Porque los chicos se han enterado de que nos ibas a llamar nada más salir y se han venido y, claro, me han obligado a poner el altavoz.
—Hola chicos— rio Brooke— Bueno, a ver, ¿por dónde empiezo?
—Por el principio no gracias. Hoy queremos el resultado— exclamó Mason al otro lado de la línea provocando que su hermana soltase una carcajada.
—Voy a formar parte del equipo de fisios del West Ham durante los próximos seis meses como prácticas.
—Lo sabía. Que feliz soy— chilló Ben.
—Para que luego digas que no eres un dramático.— dijo su hermana.
—Si queréis luego vamos a tomar algo, de forma tranquila— sugirió Brooke remarcando la última palabra que había dicho— A la primera invito yo.
—Así si nos conquistas— rio Leire— Te cuelgo que como nos pille Tuchel estamos todos muertos.
Brooke colgó y la música volvió a invadir aquel vehículo. Estaba muy contenta por como había ido todo y por el hecho de haber visto a uno de sus grandes amigos como es Declan que ahora, también, pasaría a ser compañero de trabajo.
Llegó al apartamento y repitió lo que hacía un par de horas que había hecho para salir de allí. Cuando entró por la puerta fue directa a su habitación para quitarse los zapatos. Quedaba tiempo todavía para que llegasen Leire y Michelle por lo que decidió preparar la comida para las tres, antes de ponerse a ello les mandó un mensaje para ver si venían. Cuando estas respondieron diciendo que sí, la inglesa se puso manos a la obra.
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—Siempre amaré la forma que tienes de hacer la pasta carbonara.
—Dinos el truco, por favor.
—Cuando me muera os lo diré— rio Brooke antes de beber de su vaso.— ¿Cómo habéis hecho para que los chicos no hagan ni el intento de venir?
—Realmente si han lo han hecho, pero les hemos dicho que el momento de la comida era para nosotras tres y que como viniesen a molestar pasarían cosas.
—En otras palabras que igual se plantan aquí esta tarde— confesó Michelle al llevarse el último tenedor a su boca.
Justo en ese preciso instante el timbre de aquel apartamento sonó, sorprendiendo así a las tres jóvenes que estaban sentadas en la mesa que utilizaba muy de vez en cuando para comer.
—¿Quién de vosotras dos los ha invocado?
—Te juro que yo no he sido.
—Voy a fingir que te creo— gritó la inglesa yendo hacía la puerta— Os estábamos esperando.
—Hermanita, que orgulloso estoy de ti— dijo Mason para abrazar a su hermana y levantarla unos centímetros del suelo— Sabía que lo ibas a conseguir.
—No acapares tanto que los demás también queremos un abrazo.
—Reece para ti siempre voy a tener un abrazo preparado, no te quejes tanto.
Después de recibir más abrazos por parte de Ben, Kai y también de Kepa, regresaron junto a Michelle y Leire que estaban recogiendo lo poco que quedaba de la comida.
—¿Vemos una película o algo?
—Es lo que hacemos siempre que venimos— se quejó el mayor de los Chillwel— ¿Y si hacemos algo diferente?
—Si no te gusta sugiere tú algo, listo— respondió su hermana lanzándole un cojín.
—Ya lo conoces, él lanza la pregunta, pero luego no dice nada. Como en el viaje. Mucho vamos a jugar a no sé qué y fue el que menos se atrevió.
—Qué os parece si vamos a dar una vuelta por el centro.
—Me gusta la idea, Kepa. Yo me apunto.— sonrió Mason.
A todos los que se encontraban allí les pareció una idea brillante ya que casi nunca hacían ese tipo de cosas. El apartamento de las chicas no estaba muy alejado del centro por lo que pudieron ir andando tranquilamente.
De vez en cuando se paraban para contemplar alguna parte de la ciudad o simplemente para discutir sobre qué dirección deberían tomar para continuar con su plan. Una vez llegaron al centro una extraña sucesión de acontecimientos provocó que se dividirán. Mason y Michelle se marcharon a buscar una heladería que el futbolista consideraba la mejor de toda la ciudad y, Leire, Kepa, Reece junto con Ben fueron dirección a Hyde Park donde se verían más tarde todos juntos.
—Oye, Brooke, ¿Te apetece subir al London Eye?
—Claro, hace mucho que no lo piso.
—Pues venga, vamos ahora antes de que haya más cola y nos arrepintamos de haber dudado.
La propuesta del vasco le había hecho ilusión, pero por dentro una cadena de sentimientos y de recuerdos comenzó a abordar la mente de la chica haciendo que se quedara estática en la posición donde estaba.
—¿Pasa algo?
—Nada— mintió.
—Llevo aquí ya un par de años y es la primera vez que voy a estar dentro del London Eye—confesó Kepa— Siempre hay una primera vez para todo, ¿no?
—Exactamente, ¿cuánto es la entrada?
—Invito yo, no te preocupes.
—Españolito no empecemos con eso. Dime cuanto es y te doy el dinero.
—Que no te lo pienso decir. Acepta esto como un regalo, anda.
Estaban a escasos pasos de la puerta para poder acceder a una de aquellas burbujas que te elevan por el cielo de la ciudad londinenses, cuando el cuerpo de Brooke se tensó, no era capaz de mover ni un solo músculo, era como si se hubiera transformado en una estatua. El contacto de la mano del vasco por su espalda la hizo volver un poco a la realidad, pero tenía el temor de que volviera a suceder lo que ocurrió unos años atrás, cuando su pesadilla comenzó. Con la ayuda del guardameta consiguió entrar en aquella cápsula donde se encontraban ellos dos solos, pero Brooke no despegaba su mano de la de Kepa.
—Brooke, ¿qué pasa?
—Pensaba que estaba preparada para subir de nuevo, pero me equivoqué.
—Tranquila, ¿vale? Fuese lo que fuese lo que te ocurriese aquí no volverá a pasar. Confía en mí— respondió el chico intentando calmar a su acompañante.
Poco a poco la tensión que sentía en su pecho se fue reduciendo, pero en ningún momento soltó su mano de la del hermano de su mejor amiga. Prometió y, también a ella misma, que iba a ser fuerte y que iba a luchar contra los fantasmas que la llevan atormentando años, y ese sin esperárselo se había convertido en un paso enorme.
—¿Estás ya mejor?
—Sí, la verdad— respondió acercándose a la cristalera de aquella cápsula— Gracias por no salir corriendo.
—Era la última opción que se me pasaba por la cabeza. En los últimos tres días me has dado las gracias muchas veces, por absolutamente nada, eres consciente, ¿no?
—Ha habido motivos, así que no empecemos a discutir, españolito.— hizo una pausa para continuar hablando—. Viendo la ciudad desde aquí es cuando te das cuenta de lo pequeñitos y de lo insignificantes que somos.
—¿Vas a empezar como en la casa de Ben? Pero tienes razón. Somos nada comparado con el resto.
—Tú eso no lo puedes decir, se te distingue bien por lo alto— rio Brooke provocando que el vasco se riese también.
Unos minutos después se encontraban de nuevo en tierra firme y, juntos, fueron andando hasta la localización que la hermana del chico les había enviado previamente.
—¿No has sentido vértigo al subirte por primera vez teniendo el río debajo de tus pies?
—La verdad es que no, pero no sé si tenemos el mismo concepto de vértigo tú y yo.
—Que yo sepa solo tiene una acepción en el diccionario.
—Tiene más de una, créeme, Brooke.— sonrió el vasco.
—Pues dime cual es.
—Es probable que lo sientas cuando estás a no sé cuantos metros de altura, pero hay un vértigo que supera a cualquier otro, y es aquel que te sacude el cuerpo de pies a cabeza cuando estás a punto de cometer una locura— respondió Kepa dejando a la chica detrás de él juntándose con el resto de sus amigos.
"Aquel que te sacude antes de cometer una locura" aquella frase se había quedado grabada en la mente de Brooke que tardó unos segundos en reaccionar. Se unió rápidamente a los pasos del chico.
—¿Se puede saber que estáis haciendo?
—Vamos a hacer una competición de carreras a caballito.
—La idea ha sido tuya, seguro— señaló Brooke a Ben.
—Por primera vez esto no ha sido idea mía, ha sido de Kai.
—¿Os apuntáis vosotros dos o qué?— ante la pregunta del alemán se mirando y aceptaron.
Brooke con ayuda de un pequeño salto se subió a la espalda del guardameta del chelsea y este agarró las piernas de la chica para que no se cayese. A la cuenta de tres Reece dio inicio a aquella extraña carrera que iban a llevar a cabo. Los vencedores fueron Brooke y Kepa con Kai y Leire muy cerca de ellos.
—No vale, no puedo competir contra dos que tienen las piernas kilométricas— se quejó Mason.
—Acepta la derrota, hermanito.
—No pienso, exijo la repetición.
—Otro día si eso— rio Kai para bajar a Leire de su espalda y hablarla directamente a ella— Ven, te quiero enseñar un lugar que descubir hace poco tiempo.
—Ahora volvemos— anunció la española al resto mientras seguían discutiendo con el mayor de los Mount.
Fueron andando durante unos minutos hasta llegar a una parte de Hyde Park que Leire nunca había visto. Era como si estuviera sacado de una película. Pequeñas flores abundaban en cualquier rincón de aquella explanada.
—Esto es precioso, Kai.
—Eso pensé cuando me topé con esto un día que bueno, no fue el mejor.
—¿Por qué no me llamaste?
—Estabas en España con tu familia, no quería molestarte.
—Nunca vas a molestarme y tú también eres mi familia.— respondió Leire acariciando el brazo del chico.
—Lo sé, pero después de todo la sensación estará ahí siempre. Venga súbete a mi espalda vamos a adentrarnos en este campito.
Leire no tardó en obedecer a las palabras del alemán y repitió lo que hasta hace unos minutos llevaban haciendo. Despacio fueron hasta el centro de aquel campo de flores. Se bajó y creó un pequeño ramillete que se guardó en el bolsillo trasero de su pantalón corto.
—Toma, para ti. Para que recuerdes que aunque el pasado te trató mal, el presente y el futuro no van a ser igual, van a ser mejor.— dijo Leire entregándole aquel ramillete que había hecho minutos antes.
—Y así me acuerdo de ti.
—Eso ya lo haces sin necesitar un regalo mío.
—¿Desde cuando eres tan egocéntrica?— rio Kai pasando si brazo por sus hombros.
—Desde que paso tanto tiempo con vosotros en Cobham. Sois mala influencia.
—Hablaras por Ben, Reece y Mason, ellos son los que necesitan o un espejo constantemente o hablar de ellos.
—Tú eres Kai el humilde, ¿verdad?
—Exacto. Nos estamos entendiendo, Leire.