Stella sintió un gran alivio al oír al sombrero seleccionador, sin duda estar en Slytherin era el mejor regalo para empezar con pie derecho en Hogwarts.
-Gracias.- susurró.- Te compraré algo lindo algun día.
La pequeña Slytherin fue a sentarse a su mesa, junto a su hermano, el cuál la recibió con un cálido abrazo.
-Felicidades Stella, quedaste en la mejor casa de Hogwarts.- le dijo una pelinegra que se veía algunos años mayor.- Ojalá estés a la altura.
-No la asustes Bella.- habló una rubia.- Es nueva.
-¿Ustedes son?
-Yo soy Narcissa.- respondió la rubia.- Y ella es Bellatrix.
-Bella ya está en su último año, Cissy en cuarto y yo en primero como tú.- se escuchó otra voz.- Soy Andrómeda Black.
-¿Son tus hermanas? - preguntó Stella viendo a Regulus.-
-Primas.- respondió el pelinegro.- Pero no somos muy cercanos.
-No mientas Regulus.- llamó la atención Bellatrix.- En el fondo nos amas.
-Quisieras.
Stella rió un poco hasta que se escuchó una tos algo fingida.
-Yo soy Daniel Davies, también es un gusto conocerlas.
-¿También te sentiste excluido? - preguntó Severus.- Cuando yo entré apenas y me dirigieron una mirada.
-Yo si te dí la bienvenida Snape.- habló un rubio.- Fue una cálida bienvenida.
Severus miró mal al rubio, no le caía muy bien desde su "cálida bienvenida".
-Soy Malfoy.- continuó el Slyherin a pesar de que nadie había preguntado.- Lucius Malfoy. Curso el mismo año que Narcissa.
-Hoy amanecí preguntón.- dijo Daniel con una sonrisa burlona.- Soy muy curioso a veces.
Con su mirada Lucius escaneó detenidamente a Daniel. El pequeño castaño se sintió muy incómodo pero no dijo nada.
-¿Mestizo? - preguntó Lucius despectivamente.-
-¿Idiota? - preguntó Stella al ver a Daniel un poco inseguro.-
Y frente a la mirada furiosa de Lucius, se escuchó una risa que llamó la atención de todo el comedor.
-Me agradas.- musitó Bellatrix dejando de reír.- Creo que será un año interesante, Stella.
Pero a pesar de lo que dijo, su mirada expresaba una cosa totalmente diferente.
-No me parece que...
-Come Stella.- interrumpió Severus a su hermana.- Ya mismo termina el banquete.
Si algo tenía muy en claro Severus Snape era que Bellatrix Black y Lucius Malfoy no eran buenas personas. De hecho, eran las peores que había conocido en Hogwarts.
Después de James Potter y Sirius Black obviamente.
Stella obedeció a su hermano y continuó con su cena. Claro que la mirada de Bellatrix sobre ella la incomodaba un poco pero no lo suficiente para quitarle el apetito.
-Bien hecho.- escuchó un susurro proveniente de Regulus.- Tu primer día y ya tienes a la loca de mi prima en tu contra.
-¿Es muy mala?
-¿Mala? Esa palabra le queda corta.
-¿Y las otras dos?
-Bueno, Cissy es muy buena cuando no está con Bella y su enamorado.
-¿El rubio?
-Ajá, ese rubio menemista es su enamorado. No pudo conseguirse algo mejor. Pobre.
-¿Y Andrómeda?
-Ella definitivamente es la mejor prima del mundo, de las tres, mi favorita.
-Tu familia es muy singular Reg.- dijo Stella con una sonrisa.- ¿Y qué hay de tu hermano?
-Para mí es el mejor hermano del mundo, no lo cambiaría por nada.- contestó Regulus con una gran sonrisa.- A veces es algo tonto pero lo quiero.
-Sev dice que es un idiota.
-Sev tiene razón.
Ambos Slyherin rieron entre ellos mientras otro pequeño los miraba indignado.
-Al parecer hoy ha sido el día de excluir a Daniel.- dijo el pequeño castaño.- Me siento ofendido.
-A veces así pasa.- se escuchó una voz antes de que Regulus o Stella contesten.- Barty Crouch muñeca.- continuó mientras veía a Stella.-
-¡Ni se te ocurra! - se alarmó Severus.- Te lo prohíbo, te lo prohíbo terminantemente.
Aparte de Lily Evans, el único amigo que Severus había hecho en su primer año fue Barty. Ambos en el mismo curso.
-Además, yo la ví primero.- bromeó Daniel ganándose un codazo por parte de Stella.-
-Pero a la final va a elegirme a mí.- les siguió el juego Regulus.- ¿Verdad Stella? Incluso ya conoces a mi familia.
-Ya conoce a mis padres.- continuó Daniel.- Yo gano.
-Su hermano es mi mejor amigo. Yo gano. ¿Verdad Severus? - preguntó Barty.-
-Ninguno de ustedes.- contestó Severus.- Al parecer alguien ya se les adelantó.
Y dejando de verse entre ellos, los tres Slyherin posaron su mirada en Stella, quién estaba muy a gusto conversando con Andrómeda para evitar a "esos tres tontos".
-Deben ser más rápidos chicos.- bromeó Andrómeda.- Hablan mucho.
Stella codeó a su compañera de mala gana mientras todos reían.
-Creo que acabamos de encontrar nuestro pasatiempo.- dijo Daniel viendo a Regulus, Barty y Andrómeda.-
-Molestar a los hermanos Snape.- se escuchó a los cuatro al mismo tiempo.-
Y milagrosamente esa noche del once de septiembre de 1972, aquellas seis serpientes formaron su propio grupo de futuros excluidos e inadaptados.
[...]
-¡Te odio Sirius Black!
El banquete había terminado bien, pero la noche para Stella Snape había terminado de la peor manera.
-¡A sus dormitorios! - ordenó Minerva Mcgonagall a Sirius Black y James Potter.- Y cien puntos menos de los que aún no tienen para Gryffindor.
-Pero profesora, nosostros no fuimos se lo juro.- insistió Sirius.-
Pero la risa de James borró cualquier rastro de redención para aquellos dos Gryffindor.
-¡James! - exclamó molesto Sirius.-
-Es que se ve muy graciosa.- se defendió James viendo a Stella.- Además solo es un poco de pintura roja.
-¡No es pintura niño tonto!
Stella se encontraba totalmente cubierta no de pintura roja sino de lo que parecía ser sangre de porcino.
Al terminar el banquete los hermanos Snape junto a Daniel, Andrómeda, Barty y Regulus se dirigieron a su sala común.
Claro que ninguno se imaginaba que en el camino un balde lleno de sangre de porcino iba a caer sobre la pequeña Stella.
Y menos esperaban que el balde callera en las manos de nada más y nada menos que Sirius Black.
-Pidan disculpas antes de irse.- ordenó Minerva.-
-Lo siento.- empezó Sirius.-
Las disculpas de James se vieron interrumpidas por una risa de él mismo al ver nuevamente a Stella.
-¡James! - volvió a gritar Sirius.- Eres un desastre.
Y en ese preciso momento, una lágrima cayó por la mejilla de Stella. Se sentía muy humillada y cien puntos menos para Gryffindor no la hacían sentir mejor.
-Tranquila pequeña.- dijo Minerva yendo rápidamente dónde la niña.- Una ducha bastará.
¿Una ducha? Stella no pensaba lo mismo. La habían humillado delante de muchos estudiantes y ¿Una ducha lo arreglaría toda? Claro que no.
-De verdad lo siento pero...
-¡No quiero oírte! - interrumpió Stella a Sirius.- Es más, no quiero que tu amigo y tú se crucen por mi camino en lo que me quede de vida.
Stella se soltó del brazo de Minerva muy enojada y salió del despacho de la animaga.
Afuera la esperaban Severus y Andrómeda. Los demás habían sido obligados a ir a sus habitaciones.
-Vamos.- dijo Severus mientras se acercaba a su hermana y la cubría con su túnica.- No les prestes atención.
-Son unos bárbaros.- musitó Andrómeda.- Poco caballeros e idiotas.
En un determinado momento Sirius Black tenía las intenciones d acercarse a Stella, intenciones que se vieron interrumpidas con la llegada de Peeves.
-¡Vaya! ¿Quieres un espejo?
Y sin dejar que Stella responda, el poltergeist sacó un espejo y lo colocó justo al frente de la pequeña.
Al verse a ella misma, al ver su rostro y su cuerpo lleno de sangre, Stella volvió a derramar algunas lágrimas.
-¡Peeves! ¡Lárgate! - ordenó Minerva.-
Y acompañado de una risa malvada, el poltergeist desapareció.
Stella volteó y se encontró con el rostro de Sirius. Bajó el espejo que tenía en sus manos y tomó la mano del pelinegro para después colocar el espejo en su palma.
-Que cálida bienvenida.- dijo viendo a Sirius fijamente.- Nunca voy a olvidarla.
Severus tomó la mano de Stella y se la llevó junto a Andrómeda a la sala común de Slyherin.
-Ese idiota.- decía Severus en el camino.- Se copió de Malfoy y te hizo lo mismo que él me hizo cuando llegué a Hogwarts.
-¿Lucius te hizo lo mismo? - preguntó Andrómeda.- ¿Esta escuela es para pandilleros o para magos?
En el camino Stella no pronunció palabra alguna. Cuando llegaron a la sala apenas y se despidió de su hermano para después ir junto a Andrómeda a su habitación.
Por su parte, Sirius Black veía el pequeño espejo que Stella le había dejado en la palma de su mano.
-No te preocupes Sirius.- musitó James.- Ya mañana hablarás con ella si estás tan preocupado.
-¡No quiero hablar con ella! ¿¡Por qué querría hablar con ella!?
-No sé, pensé que así dejarías de estar tan triste.
-¡No estoy triste! ¡No me importa lo que le pase! Es una llorona.
Y sin más, Sirius se metió debajo de sus cobijas.
-Debiste decirle si te mortificaba tanto lo que pasó.- continuó James con una sonrisa burlona.- Hasta mañana.
Esa noche fue muy larga para dos personas.
Stella no podía dormir por la humillación que seguía sintiendo y Sirius, bueno, Sirius no podía dejar de pensar en la pequeña Slyherin y lo triste que se veía.
Aquello lo molestaba mucho, al parecer, no le había gustado verla llorar.