El año más difícil en la vida de WonWoo, sin duda alguna fue hace dos años, cuando su madre falleció a causa de una enfermedad crónica. Se llevaron una parte importante de él y su corazón quedó con una gran herida que comenzó a sanar cuando lo conocí y lo ayudé a salir de esa depresión que lo consumió. Fue difícil, no lo negaré. Tuvo días buenos y días malos, en unos le lloraba más a su madre y no salía de su cama porque la extrañaba demasiado, y en otros la recordaba con una gran sonrisa, contándome todas las anécdotas que vivió de pequeño junto a ella.
Todavía había cosas que no se permitía decir y lo entendía, no era fácil hablar de alguien que ya no estaba con nosotros sin soltar unas cuantas lágrimas. Yo había perdido a mis padres en diferentes circunstancias, pero el dolor persistía en mi corazón. Los recordaba diariamente y trataba de honrarlos con cada cosa que realizaba para que se sintieran orgullosos dónde quiera que estén.
—Hey —le dije cuando abrió la puerta de su departamento.
—Tienes la clave, ¿por qué sigues tocando? —preguntó divertido y al ver que llevaba muchas cosas en mis manos, me ayudó mientras yo tomaba las cajas que estaban en el piso —. ¿Por fin te mudarás conmigo? —preguntó con emoción.
—Todavía no —me desvié del tema porque no venía a eso y seguro me convencería en menos de dos segundos —. Vengo a hacer otra cosa.
—¿Para qué es todo esto? —preguntó tratando de husmear dentro de las bolsas.
—¿Sabes qué día es mañana? —pregunté sin responderle, él entrecerró sus ojos divertido y asintió.
—Dos de noviembre —dijo ladeando su cabeza.
—Es el día de muertos en México —expliqué y él entre abrió sus labios, pero seguía habiendo una confusión —. ¿Alguna vez has hecho un altar?
—Cuando mamá murió, había uno en su funeral y en su cumpleaños hacemos uno parecido —contestó con detenimiento.
—Nosotros hacemos lo mismo —le dije refiriéndome a mi cultura —, pero lo hacemos una vez al año cuando vienen a visitarnos. ¿Quieres ayudarme? —le pregunté sin decirle nada más y él asintió con un poco de duda en sus ojos, pero no rechistó.
Comenzamos a sacar las cosas de las bolsas y de las cajas. Tomé una pequeña mesa y la coloqué frente a la pared a un lado de su sala, sobre esta coloqué un mantel blanco para combinar con todos los colores que usaría. En el borde de la mesa y con ayuda de una cinta, pegué el papel picado que había mandado comprar por internet, de muchos colores y con figuras de calaveras en el.
—La flor de Cempasúchil ayuda a las almas a cruzar para que puedan venir a visitarnos, pero no encontré naturales aquí obviamente —carcajeé —, pero las hice de papel para que no hiciera falta nada y pudieran cruzar para llegar hasta acá.
Él se hincó a mi lado y me observó colocarlas por el borde de la mesa para decorarla, junto con unas calaveras de azúcar que también había encontrado en internet.
—Horneé este pan, conocido como pan de muerto —le dije sacándolo del envoltorio —, es pan con azúcar. Esto representa los huesos...
—Oh —dijo mirándolo con curiosidad y lo olisqueó un poco —, huele muy bien.
—Traje varios, pero este es para la ofrenda para que ellos puedan comerlo—lo coloqué en medio junto con tres pequeños vasos para llenarlos de agua, sin decirle a quién colocaríamos en la ofrenda, él solo seguía mis movimientos con atención esperando a ver si podía ayudarme en algo.
También coloqué tres velas de manera simétrica y de la última bolsa, saqué dos retratos y se los enseñé.
—Ellos son mis papás —le expliqué sintiendo un poco de nostalgia al ver sus rostros.
Él sonrió y tomó la fotografía de mi madre para observarla para después mirarme a mí y acariciar mi cabello.
—Ya veo de dónde sacaste esa hermosura —dijo con una sonrisa provocando que yo me sonrojara —. Tu papá es muy atractivo.
Asentí observando las cejas de mi padre, que a pesar de siempre tener un rostro serio, tenía demasiado amor en su corazón y me lo demostró hasta el último día de su vida.
—Ellos dos irán aquí —le dije tomando los dos marcos y los coloqué sobre la mesa —. Espero no te moleste, pero imprimí la fotografía que más me gusta de tu mamá —dije en voz baja tomando el último marco de la bolsa.
Él lo tomó y observó con nostalgia los ojos de su madre, acarició el vidrio como si fuera la mejilla de ella y me miró con sus ojos cristalizados.
—Ella también nos visitará en un rato —le dije poniéndola en medio de la mesa, entre mis padres con su respectiva vela para cada uno —. En esa bolsa —señalé la que había dejado en su cocina —, vienen unas pequeñas cajas con la comida que más le gustaba a cada uno.
WonWoo se levantó, tomó esa caja y un vaso de agua, con cuidado depositó la caja en el suelo y yo le coloqué a cada fotografía su comida, a mis padres la comida típica mexicana y a su madre, el platillo coreano que más le gustaba.
—Ustedes hacen lo mismo —le expliqué llenando los vasos de agua —, pero nosotros dejamos la comida para ellos, porque es un largo camino del mundo de las almas hacia nosotros. Y un vaso de agua porque seguramente vienen sedientos. También solemos colocar cosas de los difuntos para honrarlos —le dije colocando el reloj de mi padre frente a su foto y una pulsera de oro frente a la de mi mamá —. Así verán que guardamos sus cosas con amor.
Él asintió observando cada detalle del altar con sus ojos brillosos. Observé el reloj en mi celular y faltaban unos minutos para las doce.
—Vamos a prender las velas —le dije tomando un cerillo y encendí las tres flamas que revolotearon —. Ellos vendrán a visitarnos y podremos hablarles, contarles cómo nos ha ido en este año y decirles que los extrañamos mucho.
Exactamente a las doce de la noche, empezando dos de noviembre del dos mil veinticuatro, comencé a hablarle a mis padres, en coreano para que WonWoo pudiera entender lo que les decía.
—Los extraño mucho —confesé y sonreí imaginándome que estaban frente a mi —, he logrado muchísimas cosas desde que no están, espero que estén orgullosos de mí. Ahora trabajo para una empresa coreana y conocí a una persona muy especial —tomé su mano y la coloqué sobre mis piernas entrelazadas —. Siempre quisieron que encontrara al hombre ideal, que me quisiera tal y cómo soy y que me hiciera amarme a mí misma mientras él me amaba al mismo tiempo, ¿qué creen? —pregunté pausando unos segundos —, lo he encontrado —les dije con emoción observando que la flama de la vela de mi mamá se movía intensamente —. Se llama WonWoo y lo amo demasiado. No tuvieron la suerte de conocer a esta increíble persona, pero quédense seguros de que lo amo y él me ama con intensidad cada día de su vida.
Mientras hablaba, WonWoo mantenía fija su mirada en las flamas de las velas.
—Nosotros creemos que así se comunican, mira —le señalé las dos que tenían mis padres y estas revoloteaban en el aire —, están aquí conmigo. En donde quiera que esté yo, ellos están cuidándome.
Luego pasó su vista a la vela de su madre y esta se mantenía quieta, cosa que maravilló a WonWoo al ver tal acontecimiento. Guardé silencio unos segundos para hablar con mis padres en español en mi mente y cuando terminé, miré de reojo a WonWoo quien veía el retrato de su madre.
—Hola, mamá —se atrevió a decir y unos segundos después la flama se movió ligeramente —. Te extraño mucho —dijo tratando de aguantas las lágrimas. Rodeé nuestros dedos con mi otra mano para hacerle saber que lo apoyaba —. ¿Has estado bien? ¿Has estado cuidándote? —preguntó con la voz entrecortada y bajó la mirada unos segundos y pude notar que las lágrimas cayeron directamente a nuestras manos.
Apoyé mi cabeza en su hombro para abrazarlo y darle su espacio para que sacara todo el sentimiento que había estado reteniendo en su corazón.
—Me estás abrazando —me dijo —, pero siento algo más cálido.
—Es el abrazo de tu mamá —expliqué y él sonrió dejando salir más lágrimas de sus bonitos ojos.
—Todo este tiempo me he estado preguntando por qué te fuiste, mamá. ¿Por qué te necesitaban tanto en el cielo que ahora no estás conmigo y nos has dejado solos? —preguntó y sorbió su nariz —. Ahora eres un bello ángel que me cuida en cualquier parte. ¿Has visto lo grande que soy ahora? ¿Viste todo lo que he logrado con los chicos? —le preguntó y observamos cómo su flama comenzaba a moverse rápidamente, de lado a lado, como si tratara de decirnos algo —, el éxito que tengo te lo debo a ti, mamá. Gracias a ti estoy donde estoy —me miró por unos segundos y entre lágrimas sonrió —. Estarías muy orgullosa de mi al ver que tengo una persona increíble a mi lado —dijo provocando que yo quisiera llorar al presentarme frente a ella —. Es hermosa, de rostro y corazón. La amarías, estoy seguro de eso. He sentado cabeza y por fin tengo entre mis planes casarme y formar una familia, justo como tú siempre lo quisiste. Lo haré con ella.
Mis lágrimas salieron involuntariamente y levanté mi mano para limpiar una de sus lágrimas y él relamió sus labios para humectarlos. Él guardó silencio unos minutos, observando con atención la flama de la vela de su madre, la cual se movía de vez en cuando y supuse que él estaba hablando en su mente con ella.
—Gracias —dijo de pronto, tomándome por sorpresa —, por ayudarme a hablar con ella.
—Puedes hablar con ella cuando quieras —le dije volviendo a limpiar su mejilla —, pero este día es especial. Los mexicanos tenemos la creencia que es el único día en el año en que ellos pueden venir a visitarnos si ponemos este altar para ellos, para que vengan a vernos y poder sentirlos un poco más de cerca.
—Es precioso —murmuró mirando todo lo que habíamos hecho —, hagamos esto cada año —planeó con emoción y yo lo acepté gustosa —. Para que nuestros padres vean todo lo que hemos logrado juntos —me dijo acercándose a mí para dejar un beso sobre mi frente —. ¿Puedo poner algo de mamá ahí? —preguntó señalando un espacio vacío.
—Claro que si.
Él se levantó y se dirigió a su cuarto. No tardó más de dos minutos cuando volvió caminado lentamente, como si estuviera inseguro de lo que traía en sus manos. Se sentó a mi lado y de una bolsita, sacó una joya plateada.
—Es el anillo de casada de mi mamá —explicó observándolo entre sus dedos —. Papá me lo dió a mí cuado guardó sus cosas —le dio un beso y lo colocó frente a su fotografía —, me dijo que se lo diera a la persona que me enamorara, porque así tendríamos el amor que ella tenía en su gran corazón.
—Es precioso —le dije admirando aquella joya —, es un gran detalle que te haya dado eso.
—Sé que es antiguo —murmuró cohibido —, pero me gustaría que tu lo tuvieras.
—WonWoo...
—Como de promesa, prometo darte otro más moderno —carcajeó, pero yo seguí mirándolo sorprendida —. Mamá me dará permiso de casarme contigo esta noche, ella me dio su aprobación esta noche y cuidará de este anillo por el resto del día.
No le pude contestar porque las lágrimas volvieron a inundar mis ojos y bajé la mirada para ocultarlas.
—Sería un honor tener algo tan preciado viniendo de ti y de tu mamá —le confesé sintiendo calidez en mi corazón.
—Será un honor para mi que me aceptes —corrigió y yo negué con la cabeza, abrazándolo para esconderme en su cuello.
—Te amo, Won.
—Mira —dijo señalando el altar —, los tres están felices —murmuró observando como las tres flamas se movían rápidamente y los dos sonreímos al ver esa escena llena de nostalgia y amor —. ¿Podemos quedarnos un rato más? Quiero contarle a mamá unas cosas.
—Todo el día, Jeon —respondí abrazándolo para acomodarme en su hombro —, que vean que nos educaron muy bien.
—Te amo, pequeña.
✨Pasen muy bonito día de muertos junto a sus familiares y a las almas que l@s visitarán ✨