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Apuesta de los Slytherin

By Joss_MQ

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Llegó un nuevo año a Hogwarts y con ello una apuesta interesante tras una revelación que sin querer le sirvió... More

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Ritual de purificación
Adiós Snape, Hola heredero Prince
Raro comportamiento.
El inicio de algo interesante
Me gusta.
La tregua.
La tentación es peligrosa
Celos
Un pequeño Spoiler

Primer acercamiento ¿Sale mal?

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By Joss_MQ


Peter estaba consciente que no era de los más agraciados de los merodeadores. No tenía nada en especial: era bajito, un poco rechoncho y sus pecas eran horribles. Lo único que tenía salvable era su pelo rubio. Es por eso que, cuando comenzó a sentir atracción por Barty Crouch Jr., sus problemas de inseguridad comenzaron a salir a flote. Trató de hacer ejercicio durante las vacaciones para verse un poco menos rechoncho, y lo consiguió, pero todo se había ido al carajo en cuanto volvió a ver a Barty... pero esta vez muy cerca de una chica de Ravenclaw. Y el hecho de estar cerca no significaba nada, si no hubiera sabido tiempo después que esa chica era la próxima víctima del Slytherin. Lo cual no era aún un secreto: cualquier persona que le interesaba al Slytherin, él la conseguía. Pero solo para una noche, y si bien le iba, para más encuentros. Cada vez que Peter veía a Barty con alguien mucho más delgado, lindo o linda que él, se ponía realmente mal. Comía hasta vomitar, lloraba en su cama con hechizos de silencio para no alertar a sus amigos y no se concentraba en clases.

Fue en una de esas tardes pesadas, cuando la ansiedad le apretaba el pecho y no podía respirar bien, que se refugió en la biblioteca. No por las clases, ni por estudiar, solo por el silencio. Se sentó en una mesa junto a una ventana, donde casi nunca se sentaba nadie. Sacó un libro de Encantamientos que apenas hojeaba, solo para no parecer desocupado.

-¿Te importa si me siento aquí? -preguntó de pronto una voz suave y clara.

Peter alzó la vista. Y ahí estaba él.

Barty Crouch Jr. Lo miraba con expresión tranquila, sin rastro de burla o superioridad. Solo... curiosidad, tal vez. Tenía un par de libros en la mano y el cabello un poco revuelto.

-No... claro -respondió Peter, tratando de no sonar sorprendido-. Adelante.

Barty tomó asiento frente a él, dejando los libros a un lado.

-Gracias. La luz aquí es mejor -comentó, como si fuera una explicación necesaria.

Peter asintió sin saber bien qué decir. No podía concentrarse, ni siquiera fingir que leía. ¿Por qué se había sentado justo ahí?

-Peter, ¿cierto? -dijo Barty tras un breve silencio.

-Sí...

-Lo pensé. Te he visto en clases... y en los pasillos. Me parece curioso que nunca hayas cambiado ese lugar en la mesa de Defensa, siempre el mismo.

Peter frunció el ceño, confundido.

-No lo había notado...

-A veces uno no se da cuenta de las cosas que lo hacen único -comentó Barty, abriendo al fin uno de sus libros-. Como tus pecas.

Peter se quedó quieto.

-¿Mis pecas?

-Sí -respondió con naturalidad-. Me recuerdan un poco a un cielo lleno de estrellas. Tienen... algo especial. Supongo que me gustan.

No hubo ni sonrisa pícara, ni risa burlona. Solo ese tono tranquilo que hacía que las palabras quedaran resonando más tiempo de lo normal.

Peter bajó la mirada, sintiéndose al mismo tiempo confundido y un poco más liviano. Era la primera vez que alguien decía algo así sobre él. Y mucho menos alguien como Barty.

-Gracias -murmuró.

Barty no respondió, solo empezó a subrayar algo en su pergamino. Pero Peter, por primera vez en mucho tiempo, sintió que tal vez no era completamente invisible.

Peter seguía sin poder concentrarse. Fingía leer, pero cada palabra en el libro parecía deshacerse apenas la miraba. Barty escribía con tranquilidad, sin apuro, a veces mirando por la ventana, otras anotando algo con una caligrafía impecable.

-¿Estás estudiando para el examen de Encantamientos? -se atrevió a preguntar Peter, apenas un susurro.

Barty levantó la vista, sorprendido, pero no molesto.

-No exactamente. Estoy revisando una teoría sobre encantamientos no verbales. No entra en el examen, pero me pareció interesante.

Peter asintió, aunque no sabía mucho del tema.

-Yo apenas puedo con los verbales...

Barty rió suavemente, pero sin burla.

-La mayoría no puede. Pero es como entrenar un músculo. Cuanto menos miedo le tengas a fallar, más fácil sale.

-¿Y tú nunca fallas? -preguntó Peter, con un poco más de confianza, aunque arrepintiéndose apenas lo dijo.

Pero Barty no pareció ofendido. Al contrario.

-Todo el tiempo. -Lo dijo como si fuera obvio-. Solo que lo disimulo bien.

Peter sonrió un poco, bajando la mirada.

-Me gustaría saber disimular.

Barty lo observó unos segundos más de la cuenta, pero su expresión no cambió.

-¿Y para qué? -preguntó con voz serena-. A veces mostrarse vulnerable es mucho más interesante que parecer perfecto.

Peter no supo qué responder. Se le formó un nudo en la garganta que no tenía que ver con tristeza, sino con algo más nuevo, más cálido. Como si, por un momento, alguien lo viera. No como "el menos brillante de los Merodeadores", ni como "el compañero que sobra en el grupo", sino simplemente como él.

-¿Te molesta si vengo más seguido a esta mesa? -preguntó Barty, guardando el tintero con cuidado-. Parece que tiene buena energía.

-No... claro que no. Está bien.

Barty le sonrió. Una sonrisa breve, pero verdadera. Y luego, se puso de pie, recogió sus cosas y se marchó con un movimiento ágil y despreocupado, como si no acabara de dejar a Peter con el corazón golpeándole en el pecho.

Peter se quedó mirando la silla vacía frente a él.

Por primera vez en semanas, no tenía ganas de llorar quería creer que ese acercamiento del Slytherin había sido genuino y no con dobles intenciones.

(...)

Remus necesitaba aire. No el de los pasillos húmedos ni el de la sala común, cargado de risas y conversaciones que no quería escuchar. No. Necesitaba aire de verdad. Por eso, caminó hasta los invernaderos, sabiendo que a esa hora estarían vacíos.

Se detuvo en el más alejado, donde crecía una colección de plantas nocturnas que brillaban levemente bajo la luz de los faroles mágicos. El olor a tierra húmeda y hojas frescas le calmaba los nervios.

Se sentó en un banco de piedra, rodeado por helechos altos. Su mente volvía, una y otra vez, al beso de la noche anterior. Lucius, con su seguridad y su voz suave, lo había besado como si fuera lo más natural del mundo. Como si supiera exactamente qué hacer con él. Y eso era lo que más lo descolocaba: Remus no sabía qué quería, ni qué significaba.

-No muchos saben de este invernadero -dijo una voz detrás de él, interrumpiendo sus pensamientos-. Es mi favorito.

Remus se sobresaltó y giró la cabeza.

Regulus Black estaba ahí, apoyado contra el marco de la puerta, con los brazos cruzados y el cabello perfectamente peinado, a pesar de la humedad. No llevaba túnica, solo su camisa blanca remangada y la corbata deshecha.

-¿Te molesto si entro? -preguntó con calma.

-No -dijo Remus, más rápido de lo que quiso. Carraspeó-. Puedes quedarte si quieres.

Regulus se acercó, con pasos silenciosos. No se sentó junto a él, sino frente a una de las plantas que emitía un tenue resplandor azulado.

-Se llama lunaria noctis. Florece sólo si hay luna llena -comentó, sin mirarlo-. A veces pienso que algunas personas son como esta planta. No florecen todo el tiempo, solo cuando nadie más lo espera.

Remus lo observó, desconcertado. No era la clase de conversación que esperaba de un Black. O al menos no de uno que siempre parecía tan frío y distante.

-No sabía que te gustaban las plantas -murmuró.

-Hay muchas cosas que la gente no sabe de mí -respondió Regulus, girando la cabeza para mirarlo por primera vez.

Remus sintió cómo ese contacto visual le removía algo en el estómago. No era como con Lucius. Esto era distinto. Más silencioso. Más peligroso.

-Pensé que eras más de pasillos oscuros y comentarios sarcásticos.

-Y lo soy. -Regulus sonrió levemente, apenas una curva en los labios-. Pero también me gusta escapar. Como tú.

Remus bajó la mirada, incómodo. ¿Lo había estado siguiendo?

-No estoy escapando.

-Claro que no -respondió Regulus, con una voz tan tranquila que no parecía estar bromeando-. Solo viniste al rincón más escondido del castillo para pensar... en nada, seguramente.

Remus lo miró, esta vez sin evitarlo. Había una tensión extraña entre ellos, como si compartieran algo que ninguno de los dos había dicho aún.

-¿Y tú? ¿De qué estás escapando? -se atrevió a preguntar.

Regulus se acercó unos pasos, pero sin invadirlo. Se sentó al otro extremo del banco de piedra, dejando espacio entre ellos.

-De mí mismo, probablemente. -Hizo una pausa-. Pero contigo no siento tanta urgencia.

Remus no supo qué decir. No estaba seguro de lo que Regulus quería, ni de si él mismo estaba listo para algo más. Pero, por un instante, la sensación de inquietud se disipó. Allí, entre la lunaria noctis y el silencio compartido, se sintió visto. No juzgado. No presionado.

Solo... acompañado.

El silencio se instaló entre ellos, pero no era incómodo. Al contrario, era el tipo de silencio que se siente ligero, como si ninguno necesitara llenar el espacio con palabras innecesarias.

Remus entrelazó los dedos sobre sus rodillas, sintiendo la humedad del aire en la piel. De reojo miró a Regulus, que observaba las plantas con una expresión tranquila, casi serena. Nada en él parecía el Black arrogante que se cruzaba por los pasillos con el ceño fruncido.

-¿Vienes seguido aquí? -preguntó Remus, sin saber bien por qué lo hacía.

Regulus giró un poco la cabeza hacia él.

-A veces. Cuando no quiero pensar. O cuando quiero hacerlo en paz.

-Entonces lo arruiné -dijo Remus, medio en broma, medio inseguro.

Regulus lo miró de verdad esta vez, con una intensidad que descolocó a Remus.

-Al contrario. Hoy me gustó más que otras veces.

Remus sintió un leve calor subiéndole por el cuello. Desvió la mirada hacia la lunaria noctis, que parecía brillar un poco más.

-Es raro... -dijo en voz baja-. Estar hablando así contigo.

Regulus no se ofendió. Asintió, como si también lo hubiera pensado.

-No siempre somos lo que creen que somos, ¿no?

Remus sonrió apenas. Se sentía raro... pero bien. Como si estuviera descubriendo otra versión de alguien que creía conocer desde lejos.

Regulus se levantó con elegancia, sacudiéndose una hoja del pantalón.

-Sabes, este invernadero... -empezó a decir mientras se acomodaba la corbata sin apuro-. Sería un lindo lugar para encuentros.

Remus lo miró, un poco desconcertado.

-¿Encuentros?

Regulus le guiñó un ojo, como si no necesitara explicar nada más.

-Nos vemos, Lupin.

Y se fue. Sin prisa, como si no acabara de dejarlo con el corazón latiéndole fuerte y una maraña de pensamientos en la cabeza.

Remus se quedó sentado, observando la luz azulada de las plantas, preguntándose si Regulus acababa de invitarlo a volver... o si solo había querido confundirlo un poco.

No lo sabía.

Pero por alguna razón, no podía dejar de sonreír incluso había olvidado por completo el beso con Lucius como si ese pequeño momento compartido con Regulus hubiera sido mucho más mágico y importante.

°°°°°°

Estoy en mi hora de comida y durante mi trabajo se me ocurrió este capítulo de como se iban acercándo a los mereodadores ¿Que opinan?

Próximo capítulo una pelea o discusión de quién creen?
Esta:

James con Mulicibier o Avery
Sirius con Severus.

Se me va a ser muy difícil romper el corazón de alguno de los 9 😭

Posdata: Sufrirán un poquito con la relación de Barty y Peter como se habrán dado cuenta Peter no está bien sentimentalmente y eso puede ser una ventaja para Barty o una destrucción.

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