Capítulo 22
Pruebas
La luz del sol la despertó, se movió un poco en la cama y se quedó mirando a su ¡novio!, a su Sherl, que dormía profundamente. No era para menos, la noche había sido larga, exquisita. Sherlock tenía la sábana por encima solo a medias, y Christine aprovechó para deslizar su mirada por su cuerpo desnudo, viril, la palidez de su piel, sus músculos ahora relajados, sus labios, tan sensuales...
Se acercó totalmente embelesada y depositó un pequeño beso en ellos. Sherlock movió la nariz instintivamente, arrancando una risita de Christine. De repente, él abrió los ojos, esos ojos con los que soñar, esos ojos que le habían contado el día anterior toda su vida, esos ojos de los que se quedó enganchada desde el momento en que la miró por primera vez... y le sonrió, con un gesto encantador y juvenil que la volvía loca.
-Hola- dijo él despertando poco a poco. -¿Cuánto llevas ahí mirando?- preguntó sonriendo.
Christine se acercó y volvió a besarle. -Buenos días mi amor. ¿Has dormido bien?
Sherlock tenía el pelo revuelto, sus rizos alborotados por la actividad de la noche, enmarcaban bellamente su rostro.
-Teniendo en cuenta que habremos dormido...-consultó su reloj- muy poco...- sonrió animadamente- he dormido genial preciosa, porque sabía que estabas conmigo. Voy a tener un problema ahora: cada vez que no estés junto a mí estaré preocupado por ti.
-No te preocupes por mí, estaré bien, siempre que sepa que tú lo estás amor- respondió Christine.
De repente se escucharon golpes en la puerta del apartamento, interrumpiendo la melosa escena.
-¡Grrr! ¡Me he muertoooo! - gritó Sherlock-, ¡Dejadme en paz, sea quien seaaa!.
Se escuchó cómo alguien entraba y la voz de John sonó alegre en el salón.
-Buenos días dormilón, ¿se te han pegado las sábanas?- gritaba John, acercándose al dormitorio.
Sherlock se puso de pie de un salto y se enrolló la sábana descuidadamente, dejando a Christine desnuda y sin protección. Ella le miró sobresaltada, pero él le hizo un gesto para que se tranquilizase. Entreabríó la puerta y se asomó.
John, que estaba ya casi tocando el picaporte, se paró sobresaltado, mirando a Sherlock, semidesnudo y completamente despeinado.
-Buenos días, John ¿podrías pedirle a la Sra. Hudson que suba algo de desayuno? Estoy hambriento- dijo Sherlock resueltamente.
John miró hacia el interior de la habitación, y aunque desde donde estaba no podía ver a Christine, sí que pudo identificar la ropa de ambos tirada por el suelo.
-¡Oh! Perdón, no estoy acostumbrado todavía- dijo John sonrojándose.
Sherlock le miró desde arriba enarcando una ceja. -Entonces, ¿desayuno?
-Voy ahora mismo- Bajando la voz, John le dijo: -me tendrás que contar los detalles, porque estoy completamente alucinado.
-John, ¡esas cosas no se cuentan!- exclamó Sherlock muy serio, haciéndose el ofendido. -Date prisa.- Y cerró la puerta del dormitorio. Se quitó la sábana para dársela a Christine, no sin antes recrearse sensualmente en las curvas del exuberante cuerpo de su amante.
-¡Eh!, guaperas, que mis ojos están más arriba- bromeó Christine, arrancando una carcajada a Sherlock.
-Voy a darme una ducha para empezar a trabajar, o John no dejará de molestarnos, pero prometo terminar pronto, porque tengo que decidir qué vamos a hacer con tu "encantador" gerente - Sherlock dibujó una graciosa mueca en su rostro. -Quédate hoy. Si quieres puedes ponerte algo mío.
Sherlock fue desnudo hasta el armario, sacó un par de toallas, ropa interior, una camiseta y unos pantalones amplios.
-Así estarás cómoda mientras John y yo trabajamos.
Christine le había seguido con la mirada disfrutando de sus movimientos. Sherlock la descubrió mirando directamente sus preciosos glúteos... por lo que dejó de admirar su cuerpo para buscar sus ojos azorada.
-Sí sí. Dúchate y ahora cuando termines me la daré yo.
-Mmmm, lo mismo sería buena idea que nos duchásemos juntos...- insinuó Sherlock con voz ronca.
-¡Anda vete ya Sherl! - respondió Christine riendo. -¿Qué quieres que John se quede en el salón mientras nosotros estamos en la ducha? Acabaríamos llamando la atención ¿no crees?
Sherlock se quedó pensativo sopesando las opciones, se rió a carcajadas, le dio un rápido pero excitante beso a Christine y salió con una de las toallas atada en su cadera.
Christine se arrebujó en la sábana, anhelando un poco más de sueño. Sin darse cuenta, cayó rendida, envuelta por el aroma de su amante. Cuando Sherlock volvió, la encontró profundamente dormida. Sonrió dulcemente, se puso su traje y sintiéndose feliz salió al encuentro de John, que lo esperaba sentado en el salón.
Christine despertó envuelta en los recuerdos de la tórrida noche, se desperezó encantada de estar donde estaba. Llegaban sonidos desde el salón. Las bromas de John y las evasivas de Sherlock se colaban por la puerta del dormitorio. Tras casi diez minutos, Sherlock se veía cada vez más acorralado ante las preguntas de su ayudante, así que decidió ponerse la bata que había colgada en la puerta y salir a echarle una mano.
-Buenos días John - saludó sonriendo, dejando al doctor Watson desconcertado al verla aparecer en el salón y sentarse en el regazo del detective. Cuando Sherlock la sintió cerca, estuvo a punto de llevársela de nuevo al dormitorio, pero se contuvo; sin embargo, no pudo evitar que Christine lo notase, para su regocijo personal.
-Y bien Sherlock - improvisó la visita para terminar con aquella incómoda situación - ¿Qué has pensado hacer?
Sherlock la rodeó con el brazo y siguió con la conversación.
-Elemental mi querido amigo, está claro que Mr. Lakefield es el artífice de todo. Si descartamos a Christine - dijo mientras la apretaba contra sí -solo nos falta encontrar una prueba que lo incrimine directamente, algo que justifique por qué ha utilizado subrepticiamente el medicamento de Neuropharma. En este caso, tenemos un cuarto elemento, a diferencia del Cluedo, John.
-No pueden ser motivos económicos - dijo John - Mr. Lakefield está bien remunerado y valorado en su trabajo. Sólo nos queda la codicia. Debe guardar un as en la manga. Estoy casi seguro de que lo que pretende es conseguir el mando de la empresa para poder distribuir libremente el BPCP-500, cosa que solo puede hacer sacando a Christine de la dirección. Necesitamos demostrar hasta dónde llegan los tentáculos de este personaje.
-Yo puedo entrar en el despacho de Charles y buscar a ver si encuentro algo. Es una persona muy meticulosa. Si esconde algo tiene que estar ahí, al alcance de su mano.
Sherlock la miró gratamente sorprendido. ¡Buena deducción! era lista, era sexy, era su chica ideal.
-No me mires así Sherl. Siempre me han gustado las novelas policíacas y esta sería una oportunidad para jugar a los detectives, como vosotros... - expuso Christine dirigiendo una mirada cómplice a Sherlock.
-Esto no es un juego. Es muy peligroso Christine. Si estamos en lo cierto y te descubre fisgoneando... No puedo permitir que te expongas. No sabemos de qué será capaz ese hombre. Iremos John y yo contigo- sentenció Sherlock.
Christine se levantó enérgicamente, acaparando la atención de ambos hombres.
-Si vamos los tres, Charles sospechará, incluso puede que acceda en remoto y destruya cualquier documento que lo incrimine. Además, no quiero hacerlo por las malas Sherl, llevo muchos años a su lado y estoy segura de que no me hará ningún daño.
Sherlock y John dudaban. Finalmente, Sherlock accedió.
-Está bien, pero tendrás una hora. John y yo estaremos preparados por si fuese necesario intervenir. Si en una hora no has llamado, iremos a buscarte - terminó Sherlock, dejando claro que no había más que decir.
-De acuerdo. Me doy una ducha rápida y voy para la oficina. Os mando un mensaje cuando llegue para poner en marcha la cuenta atrás. - accedió Christine, tremendamente excitada por su nuevo rol. Ahora era una detective más, dispuesta a todo para hacer justicia.

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Perdiendo el control
FanfictionWarning: Hot Scenes Sherlock intenta adaptarse a su nueva vida ahora que John se ha mudado a casa con Mary. Cuando Mycroft le ofrece un caso para sacarlo de sus tendencias autodestructivas, Sherlock no podía imaginar que conocería a Christine, aden...