Un rayo de sol ilumina súbitamente la ventana del salón del 222 B de Baker Street. El reflejo deja al descubierto la lente de unos prismáticos. Sabe que la ha visto. Sin perder un segundo, la mujer se levanta del sillón que tiene ubicado permanentemente junto a la ventana y se dirige al dormitorio. Saca una maleta, mete en ella la escasa ropa que guardaba en el armario, el instrumento que la ha delatado y varias carpetas con informes, fotos y discos duros. Se pone el abrigo y abandona el piso, cogiendo un taxi que parecía estar esperándola en la puerta.
En el piso de enfrente, Sherlock Holmes sonríe antes de correr la cortina y se dirige a la cocina. La tetera acaba de pitar. Coloca 2 tazas cuidadosamente en una bandeja, un poco de leche, limón y lo deja todo dispuesto junto al sillón frente a la chimenea. Se sienta pacientemente a esperar, no debe tardar mucho. Efectivamente llaman a la puerta segundos después. Son las 5 en punto de la tarde. La puntualidad de Mycroft siempre era de agradecer.
Su hermano no parece sorprendido al entrar en la habitación del minúsculo piso de Baker Street y encontrarse a Sherlock Holmes ofreciéndole un té caliente justo como a él le gustaba: mitad agua, mitad leche y unas gotas de limón.
-Veo que has descubierto a tu nueva vecina- saludó Mycroft impaciente por romper el hielo, dejando claro que contaba con ello.
-Elemental, mi querido hermano. Muchas mujeres físicamente atractivas me espían y persiguen a diario, pero ninguna ha conseguido eludir un encuentro "casual" que las deja al descubierto- responde lentamente Sherlock sin apartar la mirada de su taza de té mientras lo remueve.
-El caso de Sarah es distinto - arguye Mycroft empezando a imitar el movimiento de su hermano con la cucharilla. - Como has intuido trabajaba para mí. No es personal. Sólo debía informarme de tu estado de ánimo actual. Después de la mudanza de tu compañero de piso, no pensarías que iba a dejarte sin vigilancia para que pudieses adentrarte de nuevo en el fastuoso mundo de los estupefacientes.
-Imagino que la encomiable labor de ejercer de hermano sobreprotector no es lo único que ha propiciado tu esperada visita, ¿verdad? ¿Tienes algo que ofrecerme?- cortó tajantemente Sherlock, esta vez mirando fijamente a su hermano mayor.
-Veo que el aburrimiento supino no ha disminuido tu escaso intelecto, querido hermano- respondió Mycroft sosteniéndole la mirada - Los informes de Sarah, junto con los dieciséis nuevos agujeros de bala en el papel pintado sobre el sofá, me han incitado a ofrecerte trabajo.
-No estoy tan necesitado- respondió Sherlock mirando ahora su taza de té con rabia.
-No finjas, querido hermano. Estás ávido de algo que te haga despertar del insoportable letargo al que te has sometido desde que el Dr. Watson sustituyó formalmente su residencia por la de su nueva compañera de aventuras, y puede ser que yo te brinde ese caso que te haga resurgir de tus cenizas. Sólo guarda silencio y escucha por una vez, como mamá tanto te repetía.
Sherlock se levantó lentamente y volvió a descorrer la cortina, intentando llevar la mirada de su perspicaz hermano fuera de la caja de la chimenea donde guardaba el último alijo que había conseguido la noche anterior. Mycroft pareció no captar el detalle, o prefirió no detener su argumentación atendiendo ese punto y decidió continuar.
-Estarás al tanto de la inesperada aprobación del proyecto de Ley sobre el aborto que se ha votado este miércoles en Westminster- prosiguió Mycroft.
-Lógicamente, mi querido hermano. A todos nos sorprendió el cambio de parecer de Sir Thomas Conandale. Fue su voto el que otorgó la mayoría necesaria para su aprobación. Pero no creo que sea con eso con lo que pretendes despertar mi curiosidad...- respondió Sherlock con el mismo aire petulante que su hermano empleaba para dirigirse a él.

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Perdiendo el control
FanfictionWarning: Hot Scenes Sherlock intenta adaptarse a su nueva vida ahora que John se ha mudado a casa con Mary. Cuando Mycroft le ofrece un caso para sacarlo de sus tendencias autodestructivas, Sherlock no podía imaginar que conocería a Christine, aden...