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? Capítulo 41 ? (nuevo)

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Era su momento de lograr ver qué había en ese baúl

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Era su momento de lograr ver qué había en ese baúl. Le había costado semanas ganarse la total confianza del rey, otras tantas semanas en conseguir la herramienta necesaria para abrir el baúl, y luego tiempo suficiente para encontrar el momento adecuado para abrirlo sin que nadie se enterara.

Tomó el fierro y comenzó a forzar la cerradura. Sólo rogaba que nadie se diera cuenta, momentos después, de que lo había abierto. Fue cuidadosa: observó cómo estaban acomodados todos los objetos en el interior y luego los sacó. Comenzó a leer: lo que había, principalmente, eran mapas.

Un mapa marcaba todos los lugares donde habían ganado una batalla, otro todos los lugares en los que habían perdido una batalla y un último dónde planeaban atacar.

En un cuaderno grueso de tapa roja, estaba escrito, con caligrafía apenas legible, todos los planes del rey.

Nairi leyó, con horror, el número de batallas que habían planeado con total crueldad; se dio cuenta de que el rey no era bueno planeando estrategias, sino que siempre se basaban en dos cosas: el factor sorpresa y la fuerza bruta. Después de todo, no le importaba la gente que muriera; él no podía hacerlo y todos los demás eran reemplazables.

Hasta el final, había una hoja reciente: «Llevar los prisioneros a Makeda, donde Megaira irá antes de volver a Uttara.»

Después de leer mucho más, se dio cuenta de que tenía la respuesta que le había costado tanto tiempo y muertes a La Resistencia: la ubicación de Megaira. La nereida estaba en Uttara. Después de cuatro meses y medio, al fin tenía la respuesta.

Guardó todo como lo encontró y fue a escribir la información encriptada. Ese mismo día era la reunión, pues no se había arriesgado a ser descubierta con la información, así que dedicó el resto de su tarde a cifrar y escribir la información.

Terminó media hora antes de la reunión. Se escabulló antes de tiempo, esperando tener un poco más de tiempo con Aurora. En el mejor de los casos, Athanaric no se daba cuenta de que había abierto el cofre; en el peor de los casos, se enteraba y era el fin de su misión. De una manera u otra, pasar más tiempo con Aurora no sonaba mal.

Llegó al punto de reunión y se encontró con que Aurora ya estaba ahí.

—¿Siempre llegas tan temprano?

—Siempre.

Sonrió y la besó rápidamente en los labios.

—Aquí está la información. Aurora, esta vez sí ganamos. Esta es la información que necesitábamos para ganar la guerra. Dile a Yamin que te la comparta, ¿de acuerdo?

—De acuerdo.

Se sentaron en el pasto y se mantuvieron abrazadas en contra de un árbol. Nairi metió la mano entre las faldas de su vestido, pero no encontró el otro sobre.

—Perdóname, creo que lo olvidé. Estaba muy emocionada, ya no sé ni dónde tengo la cabeza.

—Ninguna carta vale estos minutos —dijo Aurora, y Nairi estuvo de acuerdo.

Pese a que llevaban, técnicamente, un mes y medio saliendo, nunca se veían. Lo único que le quedaba eran las palabras de sus cartas, aquellas que le hacían compañía por las noches.

—Vuelve mañana —dijo Nairi. Acarició su cabello y besó su mejilla—. Te veo aquí a la misma hora, como siempre, y te la daré.

Aurora asintió. Dio media vuelta y comenzó a besarla. Entre sonrisas, Nairi aceptó que, fuera lo que fuera que le esperara en el castillo, estaba lista.

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Quizá no estaba tan lista. La puerta de su pequeña alcoba, siempre bien cerrada, estaba entreabierta. Respiró profundo y entró. Ahí estaba el rey y un grupo de tres guardias. Entre sus manos, Athanaric tenía las cartas de Aurora.

—No sólo eres parte de La Resistencia, Nairi —dijo el rey—, sino que también eres una Líder. Y tienes a Aurora, con quien tienes una relación aberrante. La corrompiste.

Nairi se estremeció. El hecho de que el rey le hubiera dicho «relación aberrante», que hubiera leído sus cartas y que supiera de ella... Era demasiado. Estaba llena de ira, de tristeza, de desesperación. De frustración.

Sabía que debía quemar esas cartas. Habían tomado extras precauciones para que las cartas con información parecieran cartas comunes, cartas de saludo a familiares; pero, cuando se trataba de las cartas personales con Aurora, todas decían lo que querían decir sin miramientos o problemas. Eran honestas, y esa honestidad le saldría cara.

—Imagina mi sorpresa al ver que habías abierto mi baúl. —Athanaric se acercó a ella, que se había congelado por completo, presa de mil pensamientos de Aurora—. Hiciste un buen trabajo: todo estaba en su lugar, el candado no parecía forzado; lo único que no sabías era que es mágico y me dice quién lo abrió y cuándo.

Nairi tuvo que haberlo sabido, sospechado. Athanaric tenía magia de todo tipo, ¿por qué no tendría resguardado algo tan importante con un poco de ella?

Había sido estúpida, y su estupidez le había costado cara.

—Nairi de Shyama, por violación a las posesiones del rey, mantener una relación con otra mujer y alta traición, te condeno a ejecución y tortura mañana. Llévensela.

 Llévensela

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La guerrera durmiente: la maldición ? [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora