? Gracias por haberme ense?ado lo que es el amor. ?
Una mujer sin nombre emerge de las sombras, con apenas un rastro de su pasado y ninguna identidad propia. Desesperada por escapar de los confines en los que ha estado atrapada durante a?os, su dest...
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PASARON LOS MINUTOS, después las horas. Todo transcurrió con tanta rapidez pero a la vez lentitud para Elena, pero la compañía que le ofrecía Ayla era lo más valioso que podía haber y, como lo había hecho en el pasado, la ayudaba a mantenerse animada.
En la otra punta de la galaxia, Din recorría ya largas distancias a gran velocidad con su nave. Después de haber ayudado a la Jedi para liberar Calodan, Tano había rechazado entrenar a Grogu y enviado a Djarin al planeta Tython. Cuando había vuelto al Razor Crest, nada más ver que las puertas de la nave no estaban cerradas, supo que algo había ido mal.
Se había apresurado a comprobar si ella todavía seguía allí dentro, teniendo aún un poco de esperanza de que estuviera. Su frustración no cesó de aumentar al darse cuenta de que la joven no se hallaba en ningún lado.
Buscó por los alrededores, pensando que ella había salido de la nave para ir a buscarlo y que se había perdido, pero al cabo de varias horas, cuando el sol se puso, abandonó la búsqueda. Descubrió diversas huellas de pasos no muy lejos del Razor Crest. Había por lo menos seis huellas, y todas eran de diferente tamaño, que atestiguaban que alguna de las personas allí presentes se había debatido con todas sus fuerzas frente a sus atacantes.
Aquello llevó a Din a la conclusión de que alguien se la había llevado del planeta. ¿Pero dónde? La galaxia era inmensa, infinita. Se la habrían podido llevar a cualquier lugar y él no la encontraría nunca más.
Se sentía responsable de la abducción de la chica. No solamente había sido torpe dejarla en un lugar desconocido sola, sino que además la última vez que se había hablado, la conversación no había terminado particularmente bien. Y si no la volvía a ver, eso significaría que ella guardaría un mal recuerdo de él para siempre.
Tras una larga reflexión, decidió que lo más sensato era empezar a buscarla en Nevarro. Allí se había encontrado a los fanáticos que lo habían contratado, y a ella también. Si acertaba correctamente, Elena estaría en Nevarro, y Din estaba dispuesto a revolver cada terrón para localizarla.
—Ten cuidado, es una fiera.
A primera hora de la mañana habían sacado a Elena de la celda, muy a su pesar. Había intentado luchar contra los repelentes hombres que la arrastraban a través de los pasillos, pero fue no fue de gran utilidad. No había manera de que consiguiera que despegaran sus empalagosas manos de ella.
—Cierra la puta boca. No es más que una chica.
Elena seguía debatiéndose a pesar de que se estaba quedando sin fuerzas a medida que avanzaban. Le mordió con mucha rabia la mano a uno de los tipos que le estaba agarrando el brazo y este soltó un fuerte gruñido.