? Gracias por haberme ense?ado lo que es el amor. ?
Una mujer sin nombre emerge de las sombras, con apenas un rastro de su pasado y ninguna identidad propia. Desesperada por escapar de los confines en los que ha estado atrapada durante a?os, su dest...
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E L E N A
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EL CASCO DE Din yacía en el suelo. En mi mente, una maraña de pensamientos se entrelazaba, y sentía como si mi corazón quisiera escapar por mi garganta. Lo único que pude percibir fue el resplandor de su cabellera castaña.
Decidí no moverme de mi lugar, no solo porque era un momento especial entre Grogu y Din, sino también porque sentía como si mis pies estuvieran pegados al suelo. A pesar de desear moverlos, parecía imposible lograrlo.
—Bueno, chaval. Es hora de irse. —Vi cómo Grogu estaba mirando cada parte del rostro de Din mientras él le hablaba—. No tengas miedo.
Una abrumadora tristeza saltó a la palestra; sabía lo desgarrador que era decirse adiós, y la fuerza de voluntad que se necesitaba para dejar ir a otra persona incluso cuando no lo querías. Deseabas aferrarte a esos últimos momentos con ella, sin saber ni dónde ni cuándo la volverías a ver.
Din dejó con cuidado a Grogu en el suelo. Me froté los ojos con vigor, esperando poder recuperar una visión normal, y no una que estaba teñida por lágrimas que no paraban de brotar. Un droide astromecánico blanco y azul se manifestó, y Grogu caminó hacia él.
Cerré los ojos; no quería ver cómo se marchaba. Se me hizo un nudo en la garganta y tomé una breve inhalación. Mis emociones más profundas se agitaron dentro de mí sin otra salida que a través de mis sollozos prolongados.
—Que la Fuerza te acompañe.
Me atreví a volver a abrir los ojos poco después de que el Jedi hablara. Lo vi a él sosteniendo a Grogu. Estaban en el ascensor, junto al droide. Quise decir algo, cualquier cosa, pero nada salió de mí. Y cuando la puerta se cerró, todos nos la quedamos mirando.
Después de que el Jedi hablara, reuní el coraje para abrir los ojos una vez más. Lo vi sosteniendo a Grogu, en el ascensor junto al droide. Quise decir algo, cualquier cosa, pero me quedé sin palabras.
Cuando la puerta se cerró, todos permanecimos en silencio, observando. El puente quedó envuelto en un silencio abrumador. Nunca había experimentado un silencio tan intenso, y fue la primera vez que odié el silencio. Siempre había sido mi refugio, mi lugar seguro cuando sentía que el mundo me oprimía, pero ese día todo era diferente; ese día llegué a detestar el silencio.
Cuando Fett regresó por nosotros y subimos a su nave, acompañados por Shand, nada cambió. Din permaneció en silencio y yo no me atreví a decir una palabra; además, no se me ocurría qué decir. Nos encontrábamos sin nave, sin hogar, y ahora sin el niño.
Cara Dune se llevó al Moff para llevarlo ante la Nueva República, donde enfrentaría un tribunal militar por sus crímenes de guerra. Las dos mandalorianas abordaron la lanzadera y se marcharon. Bo-Katan no mencionó más sobre la Espada Oscura; ahora pertenecía a Din, y ella no quería seguir luchando con su gente.