SI FUERAS LIBRE... ||YoonMin|| +18

–En esta vida hay dos clases de personas. Las que aprenden de sus propios errores y las que aprenden de los errores de los demás. Ustedes tienen el privilegio de elegir cuales son, pero ojo, deben de ser inteligentes ya que cualquiera de las dos trae beneficios, pero también grandes desventajas –el sonido de la campana nos avisó que ya era nuestra hora de almuerzo, por lo que todos tomaron sus cosas y empezaron a salir de la clase de filosofía dejando el salón vacío en un santiamén, pasando de largo de las palabras del profesor Young–. Recuerden que en el exámen vendrán los grandes pensamientos de los filósofos griegos que vimos en clases.

A pesar de que había escuchado sus últimas palabras, fui directo a la biblioteca a sacar algún libro de la filosofía griega para estudiar para mi exámen, del cual, poco sabía de los temas llevados a cabo, ya que estaba en una gran desventaja al llegar en mitad de curso. Me dirigí a las mesas de trabajo, casi hasta al fondo para no ser molestado, aunque muy pocos alumnos se asomaban por la biblioteca a estas horas del almuerzo preferí ser precavido. Me fui directo a los grandes filósofos y sus pensamientos grabando en mi mente y apuntando lo que para mí era lo más esencial, también anotando otros términos que no conocía para después investigarlos en alguna enciclopedia.

Casi sumergiendome en el libro, el sonido seco de libros golpeando la superficie de mármol interrumpió la atmósfera de silencio y tranquilidad. Miré a todas partes para saber de dónde provenía el ruido, pero cuando volteé hacia atrás me encontré con el peliplateado del primer día. Él pareció sentir mi mirada cuando tomaba los libros del piso, levantó el rostro y nuestros ojos se encontraron por lo que parecieron horas. Aparté la mirada viendo que había mas libros tirados así que me levanté a ayudar. Fui hacia él y me agaché para tomar los demás libros. Sentí su mirada pegada a mí durante todo ese lapso, que cuando levanté mi rostro me encontré con unos bellos ojos gatunos del color del café amargo oscuro. Fue cautivante.

–No tenías porque ayudarme.

Y de nuevo esa voz que parecía irreal. De fantasía. Asenti para mis adentros cuando ambos ya estábamos parados y dejando los libros en el librero correspondiente.

–Estamos a mano –metí mis manos a mis bolsillos ya que por alguna extraña razón comenzaron a sudar inexplicablemente.

YoonGi entendió mis palabras y tomó su mochila que estaba tirada en el piso, se la colgó rápidamente y caminó hacia mi lugar de trabajo. Sin muchas palabras de por medio se sentó a un lado de mi lugar y se quedó observando los apuntes que había anotados en mi libreta. Me senté viéndolo detenidamente y preguntándome si había algo malo con mi información.

–¿Estás en clase del profesor Young? –preguntó sacándome de mi trance.

–Sí. Saqué un par de apuntes de ese libro... para los exámenes y esas cosas –contesté debatiendome en si sería correcto hablarle y conocerlo.

¿Por qué no sería correcto conocerlo? ¿Cómo fue posible que ese pensamiento hubiera llegado así de la nada? Mis ideas confusas se entremezclaban en un sin fin de hilos que partían de lo que era cuerdo a los que eran fantasiosos y caóticos. YoonGi no parecía alguien fuera de lo normal. Un alumno cualquiera que viene a estudiar. Un alumno que visita la biblioteca para llenarse de información. Un alumno que estuvo envuelto en problemas de drogas... Sí. No sabía que rumbo estaban tomando mis pensamientos, pero algo me decía que más allá de sus problemas yo tendría que ver incluso a través de esa personalidad seria y oculta de mi vecino.

–Ya que me has ayudado, tengo unos apuntes del exámen de filosofía del año pasado. No sé si te sirvan pero el profesor Young no hace cambios en sus exámenes –sacó de su mochila un cuaderno algo ya viejo y deteriorado por el tiempo, se rascó la nuca en el proceso y yo lo tomé con agradecimiento y mi corazón saltando–. Puede que te sirvan de algo.