抖阴社区

                                        

Mi mirada se digirió instintivamente hacia él y, sin darme cuenta al principio, mi sonrisa fue desvaneciéndose. Mis ojos recorrieron su visor en forma de T. Tenía la impresión de que era lo único que nos separaba a los dos. Solo él era capaz de atravesar esa barrera entre nosotros. Quise alcanzarlo con mi mano, pero me aguanté las ganas.

—Es mejor que nos pongamos en marcha —dije, poniéndome en pie.

Vi a Din asentir con la cabeza y ponerse en pie también. Mientras recogía sus cosas, me acerqué a Kaleb sin saber aún si dormía o no. Le sacudí un poco el hombro y él se dio la vuelta de inmediato, cosa que me asustó. Estuve a punto de pedirle perdón por haberle despertado tan repentinamente, pero él se adelantó.

—No me toques.

Me miró de la misma manera que ayer cuando le había disparado. Sentí en ese momento que aquella conversación amistosa en la que había compartido parcialmente sus sentimientos conmigo se había vuelto inexistente para él.

—Perdona.

—Qué manías tienes con disculparte. Al final vas a acabar pidiendo perdón por existir si sigues así. Los demás te van a pisar encima si eres tan ñoña. Si muestras confianza y seguridad en ti misma la gente te mira y te trata de forma diferente. Te respetan un mínimo.

Su concepción me pareció extraña. Era una forma diferente de pensar a la mía, pero eso no hacía que me sintiera menos intrigada por lo que tenía que decir.

—Todo el mundo merece respeto, independientemente de cómo sea.

—Eso crees tú... ¿Es que no has visto el mundo de allí fuera? La gente es orgullosa. Creen que pueden alcanzar la perfección solo gracias a sus propios esfuerzos. Y creen que por eso, una vez la hayan alcanzado, se ven con el derecho a humillar, maltratar o deshumanizar a las personas. Incluso cuando la gente es aparentemente amable, tiene intenciones detrás del coco.

—No puedes generalizarlo así. Eso implica no poder confiar en nadie, y que ahora mismo no confías ni en mí ni en mi amigo.

Kaleb puso los ojos en blanco y cruzó los brazos contra su pecho.

—¿Quién ha dicho que confío en vosotros dos?

—Pero anoche--

—Lo de anoche fue una burrada de mi parte. Lo hice para que dejaras de hacerte la pesada. No creas que somos mejores amigos solo porque te haya dicho mi nombre.

Tras ese comentario me quedé callada. Sabía que no servía de nada seguir discutiendo de esto, y que nos haría perder más tiempo que otra cosa. Aun así me sentí frustrada con él y conmigo misma. Pensaba que había conseguido conocerlo un poco mejor, pero estaba lejos de descubrir cómo era él. Qué complicado era relacionarse con las personas.

Mientras Kaleb se sacudía los pantalones para deshacerse del polvo, Din se nos acercó. Apuesto a que lo había escuchado todo, pero no dijo nada. Le preguntó acerca de las amazonas, ya que Kaleb nos había asegurado que sabía dónde encontrarlas.

—No vamos a buscarlas. Nos encontrarán primero. Ella —contestó, señalándome con el dedo— está haciendo de cebo. Nadie sabe dónde se esconden. Y nosotros, los hombres, no somos bienvenidos a su grupo. Tu parejita es mujer, así que nos servirá como billete de entrada.

Ahora comenzaba a comprenderlo todo un poco más. Aunque seguía sin saber cómo ellas iban a encontrarnos en un planeta tan vasto. Y debía admitir que me asustaba un poco hacer de señuelo.

—Nuestro trato queda anulado —dijo Din.

Sus palabras nos sorprendieron tanto a Kaleb como a mí.

—¿Pero qué me estás contando? —se exclamó el chico—. ¡Primero me dices que sí y ahora que no!

Polvo de estrellas || The Mandalorian [Libro I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora