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—Finalizamos el entrenamiento por hoy, mañana continuaremos con este. —Explicó Aoi.
—Muchas gracias, Aoi. —Agradeció.
La albina tomó la mano del menor mientras le dedicaba una dulce sonrisa a Kanao.
Esta le devolvió la sonrisa, no quería aceptar que ___ ya no era la pequeña de doce años que conoció.
Miró con detenimiento al pelimenta, a ella de dolía aceptarlo, pero era buena competencia.
—Kanao, ¿tú crees que ___...? —Preguntó con incredulidad, aunque fue interrumpida.
—Sí, ___ se está enamorado. —Afirmó con una sonrisa melancólica.
Ambas miraron fijamente el lugar por el que se habían ido, mientras una sonrisa aparecía en el rostro de la de dos coletas.
『••✎••』
Se encontraban muy tranquilos caminando, iban en dirección al pequeño pueblo cercano a la finca de la pilar del insecto.
—¿Sabes? Me enteré de que en la villa del herrero existe un arma muy poderosa para hacerse más fuerte. —Explicó, sus ojos se encontraban sobre la albina—. Estoy pensando en ir allá, ¿te gustaría acompañarme? —Preguntó mientras regresaba la vista al camino.
—Yo... Primero tengo que pedir autorización. —Añadió—. Además del permiso de Oyakata-sama, necesito el permiso de Kocho-san y Sanemi. —Dijo mientras miraba hacia el suelo.
—Ah... —Pensó un poco—. Pues pídeselos. —Aconsejó.
—Joder, no me digas que no se me había ocurrido, ¿cómo haces para saber tanto? —Cuestionó sarcásticamente.
—Es natural, supongo. —Respondió sin haber entendido el sarcasmo—. ¿Qué te gustaría comer?
—Lo que sea, mientras no le pongan hielos al agua todo bien. —Respondió.
—¿Por qué no te gusta que hagan eso? —Preguntó con duda.
—Me enfermo. —Respondió.
—¿Me estás diciendo que eres pilar, pero tienes unas defensas de mierda? —Preguntó mientras veía a la menor con burla.
—Uy, cuidado con esa boquita Muichiro. —Regañó—. Y sí, eso estoy diciendo.