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La boca del ser con apariencia de árbol fue cortada, impidiendo una muerte segura.
Ambas tenían que terminar con todos ellos rapido, pero parecía imposible. Todos ellos se regeneraban al instante.
Un fuerte ataque se dirigía hacia Genya, si bien este mismo tendría la posibilidad de regenerarse, tardaría bastante debido a la gravedad del corte.
Al percatarse de esto, la albina corrió hacia su dirección, nadie podía morir, no bajo su custodia.
—Respiración de la noche, primera postura; filo de estrella.
Genya fue liberado, posteriormente cayó al suelo.
Mientras seguían peleando, el chico peliburdeo trataba de descifrar cómo asesinar al demonio.
Llegaron al acuerdo de que Tanjiro, Nezuko y Genya irían a asesinar al demonio.
Mientras ellos se alejaban, las pilares seguían luchando contra Zohakuten.
『••✎••』
Su pálido rostro poseía una mirada perdida.
Su ojo derecho se mantenía de un tono azul, mientras que el izquierdo tomó una apariencia demoníaca. Sus caninos estaban más largos y su cabello se encontraba despeinado, era un caos.
—Sanemi dijo que pasaría, pero nunca imaginé que fuera tan pronto... —Susurró mientras tocaba la fría superficie del espejo frente a ella.
Sus ojos comenzaron a humedecerse, se estaba convirtiendo en lo que más odiaba.
Los impulsos naturales de un demonio comenzaron a hacerse presentes, tenía hambre, quería sangre, pero no quería lastimar a nadie.
Con una de sus uñas realizó un pequeño corte en su brazo, comenzó a beber las gotas que caían de él.
Había encontrado la forma de alimentarse, entonces descubrió algo.
Su sangre tenía el mismo efecto placentero que la sangre de Kibutsuji. Lo odiaba, odiaba parecerse a él, pero no podía hacer nada, ella era su hija, y nada podría cambiar eso.
La pregunta es... ¿Por qué lo odia? Él era un padre cariñoso, presente y adoraba mimar a sus hijos.
¿Qué pasó?
Adolescencia, supongo.
『••✎••』
Sus pulmones empezaron a doler.
Entonces, pudo saborear un pequeño sabor a hierro.
—Otra vez no... —Se quejó mientras tapaba su boca.
—¡___! ¡¿Te sientes bien?! —Cuestionó con nerviosismo.
—¡Kanroji! ¡Perdón... Pero confío en que no morirás! —Exclamó.
Al escuchar las palabras dichas por su contraria, el terror comenzó a invadirla.
Se alejó de la zona, si ella se quedaba allí y se desmayaba, Mitsuri sería capaz de cualquier cosa para salvarla.
Se recostó sobre un árbol, su cabeza comenzaba a doler.
Sin remedio alguno, se desmayó.
—Ella... No vivirá más de veinticinco años, ¿verdad?
—No podemos saberlo, mientras más tiempo pase ella con la maldición, el tiempo que le queda de vida se reduce sin seguir ningún patrón.
—¿Qué significa eso?
—Hace un mes hicimos un examen, en este se detallaban veinticinco años y cuatro meses.
—¿Y hoy...?
—Ese es el problema, su tiempo restante se redujo a veinte años y nueve meses.
—Cinco años redujeron... ¿En solamente un mes?
—Así es. Y así seguirá si no hacemos nada al respecto.
Su rostro palideció, no quería perder a ninguno de sus hijos, él los amaba.
—Después de todo... Tú harás algo al respecto, ¿verdad?
Sus labios temblaban, sin duda tener hijos fue su peor error.
—Lo siento mucho Kibutsuji, pero por fin estás pagando todos tus pecados. Es triste que esa niña tuya tenga que sufrir... Pero ahora sí entenderás lo que se siente perder a tu familia, maldito.
La mujer desapareció, era imposible encontrarla, pues ella ya no estaba bajo su control.
—Tamayo... Te odio, un día de estos te voy a matar.
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