抖阴社区

19. Solo un nombre

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Estaba tumbada en mi cama, mirando el techo. Acostado sobre mi estómago, se encontraba mi perro, completamente dormido.

Hacía ya un mes que me habría mudado allí, hacía ya un mes que no me dirigía la palabra con Dylan. Habíamos pasado de ser todo, a no ser nada, y en el fondo me dolía. Un par de veces pensé en llamarle, intentar arreglar las cosas, pero eso heriría mi orgullo, y estaba harta de hacerlo por él.

Me puse los auriculares y reproduje una canción, una con la cual me sentía demasiado identificada; "solo un nombre" de Mafalda Cardenal, realmente me gustaba mucho.

Y ahora yo soy solo un nombre

Que ya te has cansado de oír

Y ahora soy solo una extraña

Una extraña que lo sabe todo de ti

Me sentía demasiado representada, sentía que era mi canción. Cada palabra me recorría la piel, haciéndome recordar todo: Las sensaciones, los sentimientos, los recuerdos... Estaba dañada, dolorida por todo lo ocurrido. Me sentía una pieza de puzle, que no encajaba en ningún lado. Pero, además, me sentía la mala del cuento, la que lo echó todo por la borda. Aunque sabía que no había sido mi culpa.

Miré a mi perro que dormía plácidamente, hasta que mi abuela me llamó para ir a cenar. Mi perro se levantó a toda velocidad, y corrió hacia el comedor como si no hubiera un mañana.

— Después de cenar voy a salir con Datia — Le dije mientras comíamos.

— Me parece bien, es una buena muchacha — Susurro, mi abuela no solía hablar muy fuerte, no le gustaba, le recordaba un pasado demasiado desagradable como para contarlo ahora. — ¿Dónde vais?

— No me lo ha querido decir. Pero confío en ella.

Me sonrió dulcemente y seguimos comiendo.

Poco después Datia llamó a la puerta.

Salimos rápido, y me llevó a través de unos cuantos callejuelos, hasta llegar al campo, donde comían las vacas. Allí había una valla, y la abrió, guiándome hacia dentro. Dudé por unos instantes, pero la seguí. Entonces se paró en seco.

— Necesitas olvidar. — Me dijo. — Dejar a ese idiota atrás, olvidarte de todo lo que tenga que ver con ello, además de que debes realizar el rito de iniciación.

— ¿El que? — Pregunté.

No pensaba que pudiera haber un rito de iniciación, y mucho menos en un pueblo. En el instituto todavía, pero ya lo había hecho. Fue algo bastante normal. Ponerle chinchetas en la silla cuando viniera la vieja de fisica, Blanca.

— El rito de iniciación. — Repitió — Es una prueba que tienes que realizar para ser una habitante del pueblo, hecha y derecha. Solo la tienes que hacer si no has nacido aquí. Es tradición.

— Tu no la tuviste que hacer porque ya vivías aquí — Pensé en voz alta.

Datia asintió.

— ¿Y cuál es la prueba? — Me limité a preguntar — Por favor, que no sea pegar a una vaca y luego salir corriendo, que las vacas corren más que los humanos, y con lo lenta que soy...

— No, tranquila — Me tranquilizo — Pero sí que tiene que ver con vacas.

Suspiré aliviada y a la vez nerviosa, como mínimo no tenía que pegar a una vaca, eso era muy peligroso. Pero como fuera la prueba, eso era lo que me preocupaba, que fuera peor.

— Bueno, mentira — Mi corazón se aceleró — Sí que tienes que pegar a una vaca, pero no con la mano.

— ¿Y como se pega una vaca sin la mano? — Datia se rió ante mi pregunta.

— Pues con una piedra.

— Una... ¿Piedra? — Eso cada vez era mas raro — Pretendes que pegue a una vaca con una piedra.

— No.

— ¿Te puedes explicar de una vez? — Me estaba empezando a cabrear.

— Tienes que pegarle con esta pelota.

"¿Qué tiene que ver una piedra con una pelota?", me pregunté. No entendía como Datia había relacionado una pelota con una piedra, solo que las dos empezaban por la misma letra.

— Te explico. Antiguamente, se pegaban a las vacas con piedras, pero eso era muy peligroso, además de que, con el tiempo, eso se empezó a considerar maltrato animal. — Explicó — Entonces, para no quitar la tradición, decidieron empezar a hacerlo con una pelota, así el animal no sufría tanto y no era tan peligroso.

— De acuerdo — Asentí.

— Toma — Me tendió la piedra — Escoge la que quieras. Luego deberás salir corriendo y cerrar la puerta antes de que la vaca llegue aquí.

La ojo temblorosa, y apunte a una de las vacas más lejanas, como más lejos más tardaría en llegar, era de lógica. Sin pensarlo mucho, la lance. Le dio justo en la cabeza, cosa que yo no planeaba, ya que estaba claro que se enfadaría más de lo normal.

Empezó a correr hacia ambas, al principio me costó reaccionar, pero al final lo logré, saliendo corriendo al instante. Cerré la puerta como pude, y Datia me cogió del brazo, su rostro era pálido.

Nos escondimos detrás de unos árboles. Cuando intenté hablar me callo con un dedo, mientras miraba hacia donde habíamos estado.

Yo también me giré.

Vi a un hombre. Era alto y corpulento. Miraba de un lado hacia otro, buscando al culpable de que su vaca estuviera enfadada. No era un rito de iniciación, era un plan de Datia. Ese hombre era el dueño de las vacas.

— No hay ningún rito de iniciación — Le dije — Era para que me olvidará de una vez de... — cogí aire — Dylan.

Datia me miró con lástima.

— Sí. Y lo siento. Pero no sabía que hacer, no eres la misma de siempre, eres como la mitad, de lo que eres en realidad. Y todo porque ese tío ya no está.

Y ahora yo soy solo la mitad

De lo que soy en realidad

Porque no estas no ya no estas

Decía la canción. Parecía que Datia pensaba lo mismo que la autora de "Solo un nombre".

Estaba mal, rota. Estaba hecha pedazos. Me faltaba algo, un pedazo de alma, un pedazo de corazón, me faltaba una mitad. Era diferente. Él me había cambiado, y era de idiota negarlo.

Por él cambié radicalmente. Jamás me había saltado una sola clase, pero con él fue la primera vez, la primera vez en todo. Él bailaba conmigo, por mí. Pese a que no le gustaba bailar. Y había dado tanto por nuestra relación, algo que yo jamás llegué a dar. 

Y en el momento lo pensé, pero no lo admití. "El orgullo te hará sentir más fuerte, pero nunca más feliz" y tardé años en llegar a admitirlo. El orgullo al final me iba a matar, pero si lo dejaba a un lado, ya no me quedaría nada, absolutamente nada.

Que te enga?e la suerte (Volumen 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora