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Mhm. Pensando en ti con los ojos demasiado grandes para tu coño.
Conocer a Jason fue un rollo esporádico porque estás aburrida y quieres un buen polvo por una vez, y él te advierte inmediatamente de que es grande. Más grande de lo que cree que puedes soportar, y tú lo tomas como un desafío inmediato. Toda arrogante e inflexible de lo que puedes soportarlo: "Soy una chica grande, barrio. Podré follarme tu polla por diversión". Y "Que otros no puedan con tu polla no significa que yo no pueda. No puedes ser tan grande".
Verte obligada a tragarte tus propias estúpidas palabras cuando apenas hunde la punta en tu suave y pequeño coño y empiezas a gemir, jadeando a carcajadas mientras te abre de par en par. Con la cara arrugada en una mueca, los dientes apretados mientras tu coño intenta forzarlo a salir.
La voz de Jason se eleva en respuesta, un tono cómplice que le hace la boca agua. En tono burlón y condescendiente: "Pobrecito, ni siquiera puedo coger la punta antes de que se salga". Y "¿Qué te ha pasado? ¿Por qué lloras? ¿Creía que habías dicho que podías conmigo?".
Sorbiendo y tratando de contener las lágrimas mientras él se hunde cada vez más en tu coño, el estiramiento te duele tanto que te tiemblan las piernas. Jason arrulla, te besa tan profundamente que te marea y te deja medio enamorada. Todo mientras te dice lo bien que lo haces y te abre por detrás de las rodillas para que no puedas cerrar las piernas, todo para ver tu pobre coño llorar y luchar por tragarlo.
Le pone muchísimo sentirte tan fuerte apretándole la polla que apenas puede moverse. Tu voz tiembla y se entrecorta cuando se aparta, solo para volver a empujar y empujarse un poco más profundo.
Lloras y lloras pero estás tan mojada que es casi repugnante y Jason decide en ese momento que nunca te dejará ir.
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