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MAYA
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El aire entre nosotras se siente denso, cargado de algo que no alcanzo a definir. Mis manos están torpemente a los lados, todavía pegajosas con restos de pintura que no tardaran mucho en secar, pero no me atrevo a moverme.
Puedo sentir cómo Violet suspira, sus exhalaciones de aliento cálido chocando contra mi mejilla. Finalmente, cuando parece que estamos seguras, ella se aparta ligeramente, solo lo suficiente para que pueda verle el rostro con un poco más de detalle. Su expresión es una mezcla de fastidio y algo más que no sé si quiero interpretar.
—Para que quede claro, no me estoy escondiendo—dice en un susurro cortante con las cejas fruncidas.
Mi boca se abre para responder, pero mi mente aún está procesando lo que acaba de suceder. Sarah. ¿Acaso llamó "amor" a Violet? ¿Qué significa eso?
Maya, por favor no seas tan tonta.
—¿Sarah es...? —empiezo a preguntar, pero Violet levanta una mano cubierta de pintura, silenciándome al instante.
—No. No vamos a hablar de eso. No ahora. No contigo. —Su mirada es severa, y por un segundo me siento como una niña pequeña regañada por un adulto.
Frunzo el ceño, cruzando los brazos sobre mi pecho, lo que resulta un movimiento torpe considerando el reducido espacio.
—¡Pero tú me metiste en esto! Si no querías que preguntara, ¿por qué me arrastraste contigo? —Mi voz es apenas un susurro, pero lo suficientemente enfático como para que sus ojos se entrecierren una vez más.
