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07 | Cuando la respiración te traiciona

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OLIVIA

Todavía seguía sin sacarme de la cabeza todo lo que había tenido la mala suerte de presenciar hacía unas horas en casa de los Carter. Di vueltas por la cama hasta que ya no podía más. Eran las ocho y media de la mañana y solo había dormido unas cinco horas. Después de que Dylan me dejara en casa, me duché y metí su sudadera a la lavadora.

Nora y Mila se habían disculpado por no haberme cogido el teléfono. Igualmente, me preguntaron qué tal me había ido mi primer día de trabajo, pero me limité a escribirles que bien, que estaba contenta, porque, aunque eran mis mejores amigas, consideraba que era innecesario contarles todo lo que había visto, sobre todo partiendo de que había firmado un contrato de confidencialidad que me impedía hacerlo. Pero la realidad era que mi primer día había sido un caos total... a ver, con Aiden todo fue genial, me agradaba ese chiquillo. Me lo pasé bien dándole clases.

Lo peor fue la cena imprevista y todo lo que vino después. Y el hecho de pensar que hoy tenía que volver a esa casa tras semejante desastre, me estaba angustiando. No tenía ni ganas de salir a correr, y mucho menos de ir al gimnasio, así que me puse a limpiar la casa y a preparar la cena, para que mi padre la tuviera lista por si hoy se me volvía a hacer tarde.

Una vez que acabé con las tareas domésticas, subí a mi cuarto y abrí el libro que había estado leyendo por la página por donde lo había dejado. Ese iba a ser mi plan: pasarme toda la mañana acostada, leyendo y refugiándome del helor que hacía fuera.

Pero la tranquilidad me duró poco. Eran las once de la mañana cuando Mila empezó a mandarme mensajes y a llamarme, así que contesté a la llamada para ver qué quería.

— Dime que tu padre no se ha llevado hoy el coche al trabajo, por favor —suplicó.

— No, hoy se ha ido con su compañera de departamento, ¿por? —pregunté extrañada.

— Entonces, ¡genial! —noté un cambio en su tono de voz, que ahora se escuchaba más alegre—. Resulta que se me ha roto el coche esta mañana y ha tenido que traerme mi madre, y ahora va la tía y me dice que se ha ido a almorzar con sus amigas y que no va a poder venir a recogerme. ¿¡Te lo puedes creer!? —me entró la risa—. Y lo que más me molesta es que sabe perfectamente que odio el transporte público.

— En diez minutos estoy allí —colgué y fui a por mi bolso y las llaves del coche..., pero el bolso no estaba por ningún lado. Me estaba empezando a estresar. Juraría que salí con él de la casa de los Carter. Mi bolso llevaba dentro todo lo que necesitaba: mi DNI, mi monedero, mi carné de conducir, mi tarjeta de crédito... Resoplé con fastidio y salí por la puerta de casa sin querer darle mucha importancia porque ahora no iba a perder tiempo buscándolo, puesto que le había prometido a Mila que estaría allí en nada de tiempo.

Cuando llegué al club, aparqué cerca de la puerta y la vi. La vi apoyada en la pared, hablando con dos chicos muy altos a los que no podía identificar porque no les veía las caras, ya que estaban de espaldas a mí, mirando a Mila mientras ella se reía por algo que estaba diciéndoles. Toqué el claxon para que se diera cuenta de que ya había llegado.

De repente, todos se giraron para ver de dónde procedía el ruido. Dylan. Uno de los chicos que estaba hablando con Mila era Dylan. El otro chico tenía la piel casi pálida, y no lo había visto en mi vida. Bueno, sí... ahora que lo pensaba me sonaba de haberlo visto alguna que otra vez en el gimnasio.

Mila me dedicó una sonrisa radiante y me hizo una señal para que me acercara a ellos. Negué con la cabeza para hacerle saber que no iba a ir, pero ella se acercó al coche, abrió la puerta y me sacó arrastrándome del brazo en contra de mi voluntad. Por suerte, me había puesto un chándal gris cuando terminé de limpiar la casa... aun así, llevaba unas pintas horribles, porque el chándal era viejo y tenía pelotillas, y mi moño desordenado tampoco mejoraba mucho la situación. ¡Qué vergüenza!

UNA HOJA DE M?S ? (DE M?S #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora