One Shots Chrischel

Rachel.

Avanzo a la habitación, soltando un suspiro cansado. Me duele la cabeza y el pecho, parece que tengo un peso sobre el corazón.

—Rachel, ven.

Miro la puerta del despacho, frunciendo el ceño, pero asiento y me encamino hacia él.

Hace días no duerme bien, tiene ojeras y una mirada de cansancio que añade otro peso a mi pecho.

Cómo cosa rara, está viendo algo importante en la computadora, me acerco a él, envolviendo mis manos alrededor de su cuello.

—Necesitas descansar —susurro.

—Descansar no los va a mantener con vida —me obliga a dar la vuelta para sentarme en su regazo—. Vamos a movernos de aquí, empaca lo necesario.

Suelto un suspiro.

—Sé que la situación no está para esto, mi amor —paso las manos por sus hombros tensos—, pero por favor, métete a la cama media hora.

—No —me da un beso en la mandíbula—. ¿Cómo están?

Respiro hondo.

—Owen está calmado y Milenka sigue dormida —acaricio su ceño fruncido—. ¿Me quieres ayudar a darles de comer?

Asiente.

—Ahorita te alcanzo —me da un beso más.

Le doy uno yo antes de abandonar el despacho y voy a la cocina, preparando una taza de café y un plato con comida, me llevo esto a la habitación, lo coloco sobre una mesita y voy a prepararle los biberones a mis bebés.

Noto a Milenka reaccionar y a Owen empezar a patalear. Dejo los biberones al lado de la comida de Christopher y me acerco a ellos.

—Hola, mi vida —le doy un beso a Milenka—. Hola, mi corazón —uno a Owen.

Sus ojitos me sonríen y es como si el peso en mi pecho desapareciera.

Es como un aviso...

"Lo hiciste bien"

"Tendremos a nuestros bebés en nuestros brazos pronto"

Frunzo el ceño, cerrando los brazos en torno a mi vientre.

𓍯𓂃𓏧♡

Christopher.

Despierto por el constante movimiento a mi lado.

Joder.

Siento un golpe en mis costillas, lo que me obliga a incorporarme.

Veo a Rachel removerse, llevándose con ella el edredón que nos cubría a ambos, eso hasta que termina en el piso.

Me trago un suspiro, poniéndome de pie.

Voy al cuarto de baño, dónde tomo una ducha tibia en menos de diez minutos, cuando vuelvo a la habitación, noto que Rachel sigue dormida, pero soy capaz de ver cuando sus brazos se cierran en torno a su vientre apenas cubierto por un camisón azul.

Me acerco, la dejaría durmiendo pero ella fue quien me pidió que la despertará para ir a comprar no sé que mierda para la boda.

Solo le queda una semana, pero la mujer es necia y dijo que ella sería quien organizaría su propia despedida de soltera. Casualmente, logro hacerla donde los idiotas maridos de sus amigas planean hacer la mía. No me preocupa, ni siquiera tenía planes de ir a la de los idiotas esos con tal de tenerla a ella pegada a mi.