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Cap¨ªtulo 1: ¡ã?EL SECRETO?¡ã

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El sonido de los monitores zumbaba con un ritmo constante, acompañando la tenue luz de los múltiples hologramas que iluminaban el rostro del hombre que había dedicado su vida entera a la conquista.

La fortaleza flotante de Eggman era un monumento a su genio, una estructura donde la tecnología y la ambición se entrelazaban en un ciclo interminable de invención y destrucción. Y en el núcleo de aquel santuario mecánico, rodeado de cables serpenteantes y servidores rugientes, el Dr. Ivo Robotnik se inclinaba sobre una terminal con el ceño fruncido.

Su atención estaba fija en un conjunto de archivos encriptados. No cualquier archivo. No simples datos de combate o registros de fallas. No. Aquello era algo completamente distinto.

—Interesante… ¿Qué estás ocultando, Metal Sonic?

La pregunta escapó de sus labios en un murmullo apenas audible, pero cargado de una curiosidad peligrosa. Sus dedos danzaron sobre el teclado con precisión quirúrgica, tejiendo secuencias de comandos para desmontar la barrera que protegía aquella información.

No era raro que Metal Sonic cifrara ciertos archivos. Eggman conocía bien la arrogancia de su creación; una inteligencia artificial tan avanzada que había desarrollado lo que él llamaba autoconservación del ego. El androide tenía la costumbre de ocultar sus derrotas tras múltiples capas de seguridad, rechazando la posibilidad de que alguien —incluso su propio creador— pudiera escudriñar sus fracasos.

Pero esto… esto no tenía el mismo patrón.

La encriptación era más compleja. No estaba oculta por simple orgullo, sino por algo más deliberado. Algo que Metal Sonic no quería que Eggman viera.

El aire en la habitación pareció espesarse mientras el último comando se ejecutaba. Los bloqueos cibernéticos cayeron uno a uno hasta que, finalmente, los archivos quedaron al descubierto.

Eggman entrecerró los ojos.

Primero, los datos parecían mundanos: registros de movimiento, rutas de patrullaje, algoritmos de combate ajustados tras cada enfrentamiento con ese maldito erizo azul. Pero entonces… algo rompió el patrón.

Horarios irregulares.
Actividad nocturna frecuente.
Salidas no registradas.

El genio del mal sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Metal Sonic no hacía nada sin un propósito. Y lo que fuera que estuviera ocurriendo en esas noches específicas, lo había mantenido en el más absoluto secreto.

Sus ojos brillaron con un fulgor calculador cuando abrió el primer archivo de video.

[CARGANDO MEMORIAS…]

La imagen tardó unos segundos en estabilizarse. Eggman se inclinó más sobre el monitor cuando la grabación comenzó.

Un claro en el bosque.

La noche cubría el paisaje con un manto de sombras, y la única iluminación provenía de la luna, proyectando destellos plateados sobre la hierba oscura.

Metal Sonic estaba ahí.

Permanecía inmóvil en el centro del claro, su silueta de cobalto reflejando la pálida luz del cielo estrellado. La imagen era extraña, casi melancólica. No había rastros de una misión en curso. No parecía estar esperando una orden ni ejecutando algún plan. Solo… miraba el firmamento.

Eggman frunció el ceño.

Entonces, un destello verde iluminó el borde de la pantalla.

De entre la penumbra emergió una figura que Eggman reconoció de inmediato.

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