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Buenas mis nenes ♥♥.

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Recuerdos...

La brisa nocturna corría suavemente sobre el campo abierto, haciendo que la hierba se meciera en un ritmo tranquilo. Shadow y Metal estaban recostados en el suelo, mirando el cielo estrellado. La luna iluminaba el ambiente con su pálida luz, reflejándose en los ojos rojos de Metal y en los oscuros y profundos de Shadow.

—El amor… ¿Cómo crees que se siente? —preguntó Metal, su voz era tranquila, pero con un matiz de curiosidad genuina.

Shadow entrecerró los ojos, sintiendo el peso de la pregunta.

—No lo sé. Es complicado —respondió, sin dejar de mirar el cielo.

—Para mí no lo es. Cuando estoy contigo, siento que todo lo demás no importa. Es como… como si el tiempo se detuviera —Metal giró su cabeza hacia Shadow, observándolo de cerca—. ¿No sientes lo mismo?

Shadow apretó la mandíbula, no le gustaba hablar de esas cosas. No porque no lo sintiera, sino porque darle palabras lo hacía demasiado real.

—No necesito pensar en eso —susurró, desviando la mirada.

Metal carcageo y mostrando arcos es sus ojos.

—Siempre huyes de las cosas importantes, Shadow.

Shadow frunció el ceño, pero antes de que pudiera decir algo, Metal continuó.

—¿Y qué opinas del matrimonio?

Shadow sintió un escalofrío recorrer su espalda.

—¿Matrimonio? —repitió con una mueca de incomodidad.

Metal asintió, entrelazando sus dedos detrás de su cabeza.

—Sí. La unión, para toda la vida. Dos seres prometiéndose el uno al otro.

—No me interesa —respondió Shadow rápidamente, tal vez demasiado rápido.

Metal rió.

—¿Por qué? ¿Te asusta?

—No me asusta. Solo… No es mi estilo —Shadow desvió la mirada, sintiendo el calor subir a su rostro.

Metal no insistió, pero su mirada sugería que entendía más de lo que Shadow admitía.

—¿Y qué hay de una vida diminuta?

Shadow se giró de golpe, mirándolo con el ceño fruncido.

—¿Una qué?

—Una vida diminuta —repitió Metal, como si la idea fuera completamente normal.

—Eso se llama un bebé, Metal —gruñó Shadow, sintiéndose más incómodo con la conversación.

Metal solo volvió a carcagear con su sonido mecanico, como si lo disfrutara.

—¿Y si lo intentamos?

Shadow se quedó paralizado. Su respiración se entrecortó, sintiendo el golpe de esas palabras de lleno en el pecho. Su mente se quedó en blanco por unos segundos, y cuando reaccionó, su rostro estaba ardiendo.

Metal se incorporó, mirándolo con travesura, y luego se inclinó sobre él, encerrándolo entre sus brazos.

—¿Qué te parece si lo construimos? —susurró, su voz grave y seductora.