Taehyung Y Jungkook: AMOR EN LA ESTACI?N FINAL

Capitulo:03

Santa Liria, Seúl
Año 2001

"Un toque de madera"

La campana de descanso resonó por todo el pabellón como una señal de libertad, y enseguida los niños se levantaron de sus asientos con energía explosiva.

Jungkook no fue la excepción.

Dio un pequeño brinco hasta que sus pies tocaron el suelo, y sin voltear a ver a nadie, caminó decidido hacia la salida del aula.

No miró atrás.

No buscó a Taehyung.

Caminaba con la certeza de que, como todos los días, él jugaría solo o se quedaría cerca de sus hyungs más grandes.
Daba por hecho que Taehyung, ese niño nuevo, alto, de ojos grandes y voz suave, no se interesaría en pasar el descanso con él.

Pero se equivocaba.

Taehyung cerró su libro en cuanto lo vio salir y, sin pensarlo dos veces, se levantó rápidamente y lo siguió, esquivando pupitres y mochilas.

Al llegar al patio, lo buscó con la mirada por entre los grupos de niños que ya jugaban, y entonces lo vio. Jungkook estaba allí, sentado en un tronco largo junto a los chicos mayores del orfanato, esos que, por instinto, lo protegían por ser el más pequeño.
Lo tenían en medio de ellos, como si lo rodearan para que nadie lo tocara.

Taehyung se acercó con pasos tranquilos.

Jungkook lo miró con esos ojos oscuros y grandes, sin entender muy bien por qué estaba ahí.
Su expresión era un poco confundida, como si no esperara que alguien se acercara a él de nuevo.

—¿Quieres jugar conmigo? —preguntó Taehyung, entrelazando sus manos delante del pecho, hablándole con la dulzura de quien intenta no asustar a un pajarito.

Jungkook parpadeó.
Dudó.
Pero finalmente asintió.

Bajó del tronco con cuidado, sin dejar de mirar a sus hyungs. Estos entendieron el gesto silencioso, y uno de ellos incluso le revolvió el cabello antes de dejarlo ir.

Jungkook se giró hacia Taehyung y caminó con él, en silencio.

—Vamos a jugar a la mancha —dijo Taehyung con una sonrisa que le iluminó el rostro—. Tienés que correr y tocar algo de madera para estar a salvo. ¿Listo?

Jungkook asintió con la cabeza.

—Yo contaré hasta diez —dijo Taehyung mientras se tapaba los ojos con ambas manos—. ¡Uno, dos, tres...!

Jungkook salió corriendo con sus pasitos cortos y veloces.

Sus piernitas apenas parecían sostener el impulso, y sus brazos iban desacompasados, pero tenía la determinación de alguien que quería ganar.

—¡Diez! ¡Voy! —Taehyung gritó con emoción y empezó a buscarlo por el patio.

Lo encontró en segundos, con una mano apoyada firmemente contra el tronco de un árbol.

Jungkook estaba serio, con la respiración agitada y los mofletes inflados.
No se movía.

—¡Kook! —dijo Taehyung entre risas— No vale quedarse tanto tiempo en el refugio.

—Si me suelto, vas a atraparme —respondió Jungkook con un puchero grande.

—Bueno, pero así es el juego...

Jungkook no contestó, pero en cuanto notó que Taehyung miraba hacia otro lado, soltó el tronco y corrió a toda velocidad hacia un carrito de madera abandonado.