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Sonic se encontraba en casa, recostado boca abajo como de costumbre, con un cuaderno abierto frente a él. Aquel día se había quedado solo con la madre de Infinite, así que decidió aprovechar el tiempo para estudiar una materia.

Infinite no estaba en casa; había ido a la universidad, donde tenía clases de anatomía a las que asistía solo.

La madre del azulado trabajaba fuera de casa, por lo que Sonic tenia tiempo de poder estudiar.

Mientras repasaba línea por línea, deslizando el lápiz sobre sus labios en un gesto distraído, Sonic no pudo evitar que su mente divagara hacia lo ocurrido la noche anterior.

Recordó la manera en que Infinite lo miró, con una intensidad que parecía atravesarle el alma. La forma en que se le declaró, sin temor, sin vacilar, con una sinceridad que aún lo descolocaba. Pero, sobre todo, recordó cómo actuó… con decisión, con pasión, con una ternura inesperada en alguien como él.

Y aun así, en el rostro del azulado se dibujaba una ligera preocupación.

Porque, a pesar de todo, su corazón no había olvidado al azabache de ojos rubí.

Tomó su teléfono con cierta vacilación. En su lista de contactos aún figuraba el número de Rouge, pero no el del azabache... ese lo había borrado tiempo atrás, en un intento desesperado por olvidar.

Sus dedos dudaron por un momento sobre la pantalla, como si incluso escribirle a alguien relacionado con él despertara fantasmas que prefería mantener dormidos.

Pero necesitaba hablar con alguien. Alguien que entendiera. Y aunque Rouge tenía una lengua afilada, también sabía escuchar cuando era necesario.

Sin embargo, no quiso hacerlo. Cerró la pantalla del teléfono y lo dejó a un lado, suspirando con suavidad antes de obligarse a volver a concentrarse en el cuaderno frente a él.

Los minutos pasaron con una tranquilidad casi engañosa, el silencio envolvía la habitación como una manta espesa. Solo el sonido del lápiz moviéndose lentamente sobre el papel rompía la quietud… hasta que un ligero golpe en la puerta lo hizo alzar la vista.

Alguien había tocado, apenas un susurro sobre la madera, pero suficiente para sacudirlo de sus pensamientos.

—¿Puedo pasar? —la voz de Infinite se escuchó al otro lado de la puerta, grave pero serena, marcando su regreso de las clases.

Sonic se quedó en silencio por un instante. No era sorpresa que hubiera vuelto, pero la simple presencia del chacal al otro lado de la puerta bastaba para que su pecho se apretara levemente. Aún no sabía cómo enfrentarlo… no después de lo que había ocurrido la noche anterior.