Darían Andrómeda Black Nott hija de Sirius Black a quien nadie conocía, regresa a casa desde Francia a su quinto a?o sin saber que esa decisión haría que su vida diera un giro del que seguramente ella ni siquiera vio venir..
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#1 en harryp...
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La sala estaba llena de murmullos, risas y algún que otro hechizo lanzado bajo la mesa por puro aburrimiento. Era una noche tranquila en la mansión que usaban como base, y Tom no tenía motivos para estar ahí. Pero lo estaba.
Sentado en la penumbra, en su sillón de siempre, observaba.
Más específicamente, la observaba a ella.
Darían reía. Su cabello caía sobre el hombro mientras se inclinaba hacia Theodore Nott, que murmuraba algo en su oído. Lo peor no era eso. Lo peor era que ella sonreía como si le agradara. Como si no hubiera nada más importante que las palabras de Nott.
Tom apretó los dientes.
Theodore puso una mano sobre la espalda de Darían, y fue entonces cuando el aire pareció volverse más denso.
Una grieta se abrió en la copa de cristal que Tom tenía entre los dedos.
—¡Nott! —llamó con voz fría, como hielo quebrado.
El silencio fue inmediato.
Nott se giró con lentitud, aunque su mano no se apartó aún de Darían.
—¿Sí, señor?
Tom se puso de pie. Despacio. Letal.
—Ven. Ahora.
Theo tragó saliva y se levantó. Darían también lo hizo, confundida.
—Tom, ¿qué te pasa?
Él la ignoró. Solo caminó hacia una de las habitaciones del pasillo oscuro, y Theo lo siguió como quien sigue a su verdugo.
Al cerrar la puerta, Tom lanzó un hechizo silenciador con un movimiento seco.
—¿Te estás burlando de mí, Nott?
—¿Perdón?
—Tócala otra vez —dijo con la voz envenenada, acercándose tanto que Theo pudo sentir su aliento—. Una sola vez más. Mírala como lo hiciste. Sonríele así. Acércate a su maldito cuello… y te arranco los ojos con mis propias manos.
—No pensé que—
—No piensas —interrumpió Tom con un susurro venenoso—. Porque si pensaras, sabrías que lo que es mío… es mío.
Theo asintió sin hablar. No porque estuviera convencido, sino porque su vida dependía de ello.
Al salir, Tom volvió a la sala con expresión neutra. Se acercó a Darían, la tomó del brazo con suavidad pero firmeza, y la atrajo hacia él.
—¿Tom?
—No me gusta cómo te mira —dijo sin rodeos—. No me gusta cómo le sonríes. No me gusta que otro respire tan cerca de ti.