Ya'aburnee

Eren se incorporó al resto de la escuadra en el comedor. Sus compañeros habían dejado libre el hueco que ocupaba habitualmente a la derecha del capitán, que presidía la mesa. A la izquierda de Levi, Hange conversaba de forma animada con Moblit, dando instrucciones sobre lo que tendría que documentar en los experimentos de esa noche.

No habían podido realizar un menú demasiado elaborado. El refugio llevaba deshabitado bastante tiempo, o eso sugería la enorme capa de polvo que cubría todos los muebles y que Levi había insistido en que limpiaran a conciencia nada más llegar. Se trataba de una construcción sencilla que poseía tres dormitorios y una pequeña cocina. Unas piezas de caza que colgaban de la pared del comedor, sugerían que había sido habitada por una familia de cazadores.

A Eren le habían permitido ocupar una de las habitaciones durante la tarde para que descansara mientras el resto salía a buscar leña, o se dedicaban a limpiar y cocinar la cena. Durante la noche se distribuían entre las distintas habitaciones, turnándose para dormir sobre las escasas camas o con mantas en el suelo. Solo Eren disponía siempre de un lugar cómodo en una de ellas. El ritmo acelerado de los experimentos lo mantenía sumido en un letargo la mayor parte del tiempo.

Eren tomó asiento y trató de ignorar el cosquilleo que sintió en el estómago. Levantó la vista de su plato y observó a Hange, que le guiñó un ojo y continuó hablando como si nada. El joven giró levemente la cabeza para mirar de reojo a su capitán, que ignoraba de forma deliberada los intentos de la castaña para que participara en la conversación.

«¿Por qué has tenido que ser tú y no otro?», pensó apesadumbrado.

Al joven no se le ocurría nadie más complicado de quien enamorarse en todo el ejército de exploración a excepción del comandante.

Erwin marcaba bien las distancias con respecto a los reclutas, dirigiéndose de forma directa hacia ellos solo cuando era necesario. Solo mantenía una relación más estrecha con Levi y con Hange, hasta tal punto de que confiaba en el juicio de ambos para que hicieran lo correcto en el caso de que no pudiera transmitirles unas órdenes claras. En ocasiones, bastaba con una mirada entre ellos para transmitirse un mensaje sin necesidad de palabras.

Eren conocía de sobra ese vínculo porque con Mikasa y Armin le sucedía algo muy parecido, aunque se habían criado prácticamente juntos. Se preguntó cómo habrían conseguido los otros tres esa complicidad y sintió un ligero dolor en el pecho. ¿Y si eran ciertos los rumores acerca de Erwin y Levi? Trató de mirar con disimulo al capitán y se sobresaltó al comprobar que éste lo observaba con el ceño fruncido.

—¿Qué pasa Eren, escucharla te ha quitado el apetito?

En cuanto el otro pronunció esas palabras, Eren fue consciente de que había estado apretando la cuchara entre sus dedos con fuerza. Su plato de comida permanecía intacto, mientras que la mayoría ya había terminado de cenar.

—¿Eh? N-no.

Eren balbuceó sin saber qué contestar, se sentía intimidado por esos ojos grises que lo miraban con intensidad.

Hange acudió al rescate.

—Dale un respiro, Levi. —El capitán la miró con expresión tediosa—. Estabas demasiado concentrado pensando en lo que tienes que hacer después, ¿verdad, Eren?

La castaña alzó las cejas, esperando a que el joven le siguiera el juego.

—Sí —contestó con tono poco convincente.

Levi le dirigió una mirada de reojo, percatándose de la mentira.

Eren decidió que lo mejor que podía hacer era conectar la mirada con su plato y comer para evitar más preguntas incómodas.