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CAP?TULO 18. Actuando

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Se encontraban en la tienda probando vestidos para la reunión, Nicolás había conseguido convencerla de que tenía que tener vestido para la ocasión y pasaron allí un buen rato intentando encontrar el vestido perfecto.

-¿Qué tal tu nueva novia? -preguntó Sídney desde el vestido mientras se probaba el cuarto vestido.

-Muy bien, estamos progresando, pero no quiero agobiarte con nuestras historias.

-¿Por qué no? ¿Acaso sigue celosa de mí?

-Le prometí que pasaría más tiempo con ella y no puedo hablarle de lo que pasa con mi hermano.

-Ah, lo siento.

Ella salió del vestidor con un vestido precioso, largo, de un azul marino y muy bien ajustado. Nicolás la vio y se quedó boquiabierto.

-Wau, este especialmente ha sido diseñado para ti. -ella sonrió y de repente se le borró la sonrisa.

-Tengo miedo.

-Hey, no tienes por qué, todo saldrá bien.

-¿Le has visto la cara? -dijo dando vueltas de un lugar a otro -qué pregunta más tonta, claro que sí porque es tu hermano, pero da miedo, sobre todo a mí, ¿te imaginas lo primero que haga cuando me vea? Creo que soportaría a cualquiera, pero qué de mí, me advirtió que no me acercara a él y es preciso lo que estoy a punto de hacer. -de repente sintió que le faltaba aire, se estaba agobiando. Nicolás se acercó a ella y cogió sus manos.

-Sídney, te prometo que todo estará bien, es mi hermano y lo conozco muy bien créeme, no pasará nada, no te asuste su mirada, él es buena persona y no te pasará nada ¿de acuerdo? -ella asintió poco convencida. -Quieres ayudarlo al igual que yo y esta es tu oportunidad, lo harás muy bien. -ella se relajó un poco.

-Está bien, puedo hacerlo.

-Ésta es mi chica. -la regaló un abrazo. -Ahora puedes quitarte el vestido, te queda muy bien y lo usarás.


Era viernes, el día de la celebración y como era de esperar, Eduardo no había fallado la promesa que le había hecho a Daniel, estaba decidido a celebrar sus cumpleaños sin tener en cuenta la opinión del cumpleañero. Ya todo estaba listo en la casa, había contratado temporalmente a empleados que les sirvieran tanto en los preparativos como en el servicio durante la celebración.

En la tarde estaban llegando la única gente invitada, los socios. La intención de dicha celebración inoportuna era tenerlos reunidos y convencerlos de que Daniel estaba capacitado para formar parte de la compañía algo de lo que ellos hasta ahora no estaban convencidos y no era porque dudaran de su inteligencia sino por la forma en la que se llevaba con las mujeres. En una esquina del salón estaban charlando Daniel y Nicolás mientras esperaban a que todos llegaran. Daniel estaba tenso y con las manos en los bolsillos, Nicolás le había comentado que le había conseguido una pareja, pero no le había especificado.

-Relájate bro,-intentó animarle - todo saldrá bien, solo tendrás que seguir la corriente y fingir, puede que se te dé bien.

-¿Cómo puedes estar seguro de eso? Ni siquiera la conozco.

-¿Eso es lo que crees?

-Dudo que tu amiga se ofrezca a eso y tampoco es que vayas a prestarme a tu novia.

-Muy gracioso hermano, muy gracioso. Espero que sigas manteniendo este sentido del humor cuando nos sentemos a la mesa y tengas a esa preciosa chica junto a ti.

-Ya veo cuánto te divierte eso hermanito.

-Ni te lo imaginas. -contestó con una enorme sonrisa. -Además es una gran oportunidad de demostrar a los socios de papá que serían ellos los afortunados de tenerte con ellos.

Daniel suspiró, su hermano sabía cómo animarlo y eso lo relajaba un poco pero no implicaba que no estuviera asustado al pensar que cualquier chica aparecería por esta puerta y se haría pasar por su novia ¿sería capaz de convencer a alguien? Que sepa, desde ahora la única a la que detestaba menos hasta ahora era Sídney, pero era imposible creer que pudiera ofrecerse a eso después de todo lo que la había hecho pasar, tendría miedo de hacerlo y era de esperar, no le sorprendía. No quería fallar a su padre con esto, le había fallado en ciertas ocasiones y no quería que esta ocasión se añadiera a las otras. Se acercó un camarero hacia ellos con vasos de champan, él cogió uno y le dio un trago.

-¿Debería preocuparme? -su padre se había acercado a ellos. -No veo a ninguna pareja tuya por ningún lado.

-Papá, ya está bien de atosigarlo - habló Nicolás -apenas ha empezado la cena, ya aparecerá su pareja.

-Eso espero, no me gustaría quedarme mal ante los socios. -miró su reloj de mano. -En cinco minutos espero que estéis en la mesa. -dicho esto se alejó de ellos.

-Menuda diversión nos vamos a llevar. -ironizó Daniel dándole otro trago a su vaso y devolviéndolo al camarero.

Estaban dispuestos a dirigirse al comedor donde todos los demás se estaban yendo cuando de pronto apareció alguien por la puerta. Nicolás la vio primero y se quedó estupefacto.

-Wau. -dijo y su hermano se volvió a ver a qué se refería y se quedó paralizado.

Era Sídney, llevaba el vestido azul marino con escote y que se ataba al cuello dejando parte de su espalda al descubierto, la quedaba espectacular, por no hablar de su pelo negro bien recogido y que caía a un lado de su hombro, estaba preciosa. Parecía buscar algo y estaba notablemente nerviosa, estaba balbuciendo algo para controlarse, esa acción le sacó una sonrisa a Daniel, le parecía adorable. Se acercó un camarero hacia ella y le estaba hablando probablemente preguntándola lo que necesitaba.

-A que no te lo esperabas.

-¿Cómo lo has conseguido? - preguntó Daniel sin apartar la mirada de Sídney.

-Soy un genio y tengo mis métodos. ¿crees que podrás comportarte? -esta vez Daniel lo miró, la verdad es que no tenía ni la menor idea de cómo hacer eso. -Sólo tienes que ser amable y decirle lo hermosa que es, no estarás mintiendo.

Daniel no dijo palabra y volvió su mirada a la escena de Sídney y el camarero, ella dirigió su mirada hacia ellos y los vio. Menuda tensión. Se acercó lentamente a ellos y los alcanzó.

-Creo que voy a dejaros. -dijo Nicolás y entró en el salón sin importar la mirada asesina de su hermano.

-Feliz cumpleaños. -consiguió decir ella después de unos segundos.

-Gracias, supongo.-volvió su mirada a Sídney, tenía dudas, pero no hizo preguntas por si eso lo estropeaba -¿Entramos? -ella asintió, habría preferido un discurso, aunque fuera corto, en el que la convenciera de que no estaba cometiendo un error.

Enamorada de un Misógino《Libro I》(Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora