Habían quedado en la cafetería donde trabajaba Sídney a las nueve de la mañana, no era su turno de trabajo, por lo que tenían tiempo suficiente de hacer todo lo que Sídney tenía planeado, si es que lo tenía ya preparado. Llegó quince minutos antes para preparar lo que le diría, estaba aterrada, estaba tratando con el tipo que le afloraba todo tipo de sentimientos tanto buenos como malos. Se sentó en una de las mesas que habían fuera, colgó su bolso en la silla y sacó de él un cuadernito donde durante la noche se había molestado en apuntar todo lo que probablemente podía hacer o hablar con él, pero lo primero de todo era conseguir que dejara de odiar a las mujeres y eso era muy complicado para ella, no tenía ni la menor idea de cómo conseguirlo, al menos si fuera ni niño pequeño sería menos difícil. Pidió una taza de chocolate caliente.
—Buenos días.—se asustó al oír esa voz, era Daniel, pasó junto a ella y se sentó frente a ella depositando su abrigo en el respaldo de la silla, el clima era frio y con un buen atuendo podías mantenerte calentito.
—Buenos días. —respondió ella devolviendo su cuadernito a su bolsa.
Se acercó una camarera a ellos con una sonrisa.
—Hola, ¿le sirvo algo?
Daniel la miró, iba a decir algo, pero verla sonreír le obstaculizaba el habla, no quería que se comportara como una mujer sino simplemente como a una camarera. Apartó la mirada de ella y la depositó en Sídney que lo miraba esperando que se comportara como una persona normal.
—Tráigalo agua, por favor. —le dijo Sídney a la camarera al darse cuenta de que él no le diría nada. La camarera se alejó. —No sé si eres de este planeta a no, pero al menos deberías saber que los hombres son los seres más idiotas del mundo y que no nos merecemos este desprecio que tienes hacia nosotras.
—¿Perdona? —preguntó Daniel sin creerse lo que estaba escuchando con las cejas alzadas.
—Justo lo que ha oído y no pienso retirarlo porque es cierto. Entiendo que estés molesto por lo que os hizo tu madre...
—No la menciones.—amenazó, pero Sídney estaba tan molesta que no la importó, continuó.
—Si se tuviera que contar el porcentaje de los que abandonan más a sus hijos diariamente créeme si te digo que los hombres ocuparían el mayor porcentaje porque son expertos en eso, no les afecta como a nosotras que tenemos mucho que perder. Por ejemplo, mi padre y me refiero al biológico —Daniel la miró a los ojos, sabía de quién hablaba porque aquella noche se lo contó — abandonó a mi madre por la sencilla razón de que quería continuar con su carrera y convertirse en cualquier cosa que ahora fuera, tenía la opción de hacerlo y la escogió en cambio mi madre no podía porque sus únicas opciones eran tenerme o matarme, ¿quién quiere cargarse con el peso de una vida? —se acercó más en la mesa —déjeme decirle que si las mujeres fueran tan horribles como usted lo cree, la especie humana estaría en peligro de extinción porque si ellas tomaran la decisión de no tenerlos al quedarse embarazadas como lo hacen los hombres ya no seguiríamos aquí y si piensa seguir tratándonos de esa manera, no creo que pueda hacer nada por usted. —dicho eso se puso en pie y se disponía a irse.
Daniel la detuvo e hizo un gesto con la mano y la camarera que los estaba atendiendo se acercó. Tenía su mirada inexpresiva clavada en Sídney quien lo miraba sin entender nada.
—Perdón que no la haya considerado antes,—habló cuando hubo llegado la camarera —no te lo merecías y estaba equivocado, me gustaría que me trajera te de menta, gracias.
la camarera se alejó de ellos y él volvió de nuevo la mirada a Sídney que seguía de pie sin creerse lo que veía.
—¿Vas a tomar asiento? —preguntó cruzando sus dedos sobre la mesa. Ella se sentó de nuevo.
—Perdone si...
—¿Por qué quiere disculparse? ¿acaso lo que dijo no era cierto?
—Por supuesto que sí.
—Entonces no se hable más del asunto.
Trajeron su pedido y lo depositaron en la mesa. Sídney estaba totalmente sorprendida por su repentino cambio ¿será que su discurso había tenido efecto?
—Ahora dime,—habló Daniel una vez que se acabó su te. —¿cuál es tu siguiente lección?
—Pues...ah—no se esperaba que le hiciera esa pregunta. —¿qué tal si damos un paseo por el parque? Podemos aprender mucho allí.
Daniel la miró durante unos segundos algo que la puso aún más nerviosa y preguntarse si él lo aceptaría, pero después le tomó por sorpresa su respuesta.
—De acuerdo, si es lo que quieres -se puso en pie, recogió su abrigo de la silla. Pagó la cuenta y estuvo dispuesto a seguirla donde fuera que lo guiara.
El camino hacia el parque no quedaba muy lejos de allí por lo que tomaron su tiempo y lo dedicaron a caminar. La caminata era silenciosa y tranquila, ¿de qué podrían hablar? Por las calles caminaba gente y algunos posaban sus miradas sobre ellos, tal vez creyeran que eran pareja, Sídney se abrasó a sí misma quizás por el frio, pero también podría ser por el hecho de estar acompañada del hombre más misterioso del mundo.
—¿Qué tal tus padres? —ella lo miró, estaba hablando con ella, aunque tuviera la mirada puesta al frente.
—Bien, están muy bien, gracias por preguntar.—él dirigió su mirada hacia ella y de pronto se detuvo.
—¿Todavía te asusto?
—¿Cómo? —preguntó sorprendida por la pregunta —no, solo es que... — ¿qué podía decirle?
—Le sugiero que si quiere que funcione eso que tenemos, debe tratarme como tal, no me tenga miedo.
—Entonces quiero que empiece a tutearme.
—Si es lo que quiere no tengo ningún inconveniente.
Ya aclaradas las dudas, prosiguieron su camino hasta llegar al parque donde encontraron suficiente gente. Era un lugar enorme y agradable donde pasar el tiempo y tomar del aire, no entendía cómo es que no iba a menudo a ese precioso lugar.
—Y aquí estamos. —dijo Daniel, estaba preparado para lo que fuera que le pidiera hacer Sídney y no le molestaba para nada, sino todo lo contrario, quería intentarlo.

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Enamorada de un Misógino《Libro I》(Terminada)
RomanceHermanosHarris #1 Sólo hizo falta una noche lluviosa para poner su mundo patas arriba y cuestionar su convicción sobre el error de enamorarse, pero nada es seguro sobretodo cuando tiene a un hermano que nunca se rinde y hace lo posible por hacerlo c...