—¡Duay, corré! —grité y este se reía mientras me obedecía, yo iba corriendo más adelante, era buena atleta así que él intentaba alcanzarme.
—¡Me va a comer! ¡Voy a morir! ¡Voy a morir!
—¡No seas payaso y solo corre hasta que encuentres en donde montarte!
Sucedía que me había invitado a uno de los ensayos de su banda, cuando pasamos por una casa él quiso hacerle cariño a un perrito pero este le gruñó horrible y quiso morderle, así que salimos huyendo sin embargo el pitbull nos seguía con fuerza.
Miré que había un muro en el cual podía encaramarme fácilmente así que lo hice, busqué con la mirada a mi amigo y este no sabía a donde ir.
—¡Greñas! ¡Aquí, rápido! —me hizo caso y se montó en el muro, el canino seguía ladrándonos y miré tras del muro, había otra calle—. ¿Crees que si nos vamos por aquí nos desviaremos mucho?
Él observó y abrió los ojos.
—¡Allí está la casa de Ricardo! —señaló y noto que queda a tres casas de la calle. Sonreí y me lanzo al suelo, él me imita y me toma del brazo comenzando a caminar más rápido.
Ya había pasado dos semanas desde que fuimos al Teatro para ver a Siluetas. Era tan agradable que los chicos se llevaran muy bien tan rápido con Duay y sus amigos. La banda estaba formada por 4 personas: Ricardo, el baterista quien tenía 22 años. Samuel, el guitarrista y este tenía 21 años, Víctor, el pianista quien era el menor, 20 años y por último Duay, el bajista de 21 años. Cuando nos despedimos ese día ellos nos prometieron invitarnos para la próxima tocada y mis muchachos casi los besan.
En el transcurso de las dos semanas Duay y yo hablábamos mucho más, reíamos y contábamos anécdotas. Hasta que esta semana, específicamente el miércoles, me invitó al ensayo y obviamente acepté. Me dijo que luego invitaría a los chicos la otra semana. Duay me fue a buscar a mi casa a eso de las 2.
Cuando llegamos tocó el timbre y salió Samuel sonriendo y saludando a Duay de esa forma en la que los algunos hombres se saludan. Luego me vio y alzó ambas cejas y se acercó para saludarme de mejilla.
—¡Pensé que era mentira! Ricardo ya te extrañaba —nos hizo pasar.
—Dije que la traería, y Ricardo que ni la mire, ella es pura —yo río rodando los ojos. Samuel ríe y nos lleva hasta la parte trasera, supongo. Allí, están los instrumentos y veo a los chicos y una chica. Ella me sonríe cuando Duay me toma por los hombros poniéndose detrás de mí.
—¡Otra chica! Al fin —ella se levanta y se acerca a mí saludando de mejilla—. Soy Ana, la novia de Víctor.
Sonrío— Soy Melanie, una amiga de Duay.
Ella abrió los ojos junto con su boca.
—Wow, alguien te soporta —comenta ella y él le desordena el cabello, ella comienza a manotear hasta que se aleja—. Idiota.
—¡Melanie! Pero qué alegría le has dado a mis ojos, hola —se acerca a mí Ricardo y besa mi mejilla, Duay lo toma por el cuello y este se queja.
—Cuidadito con ella —y lo suelta, no sé ni qué decir, enarco una ceja confundida por este extraño show. Duay me señala una silla y me siento allí, Víctor me saluda de lejos con la mano mientras arregla unos cables.
—¡Ah bueno! Pero si yo soy bueno, y a ella le agrado ¿No es así, Melanie? —me dice Ricardo mirándome con una sonrisa grata y yo río, Duay me mira alzando ambas cejas.
—Ahm, ¿Sí? —Duay rio y empujó a Ricardo quien bailaba de manera extraña en forma de celebración.
—Ellos siempre son así, no te preocupes —me dice Ana y yo me encojo de hombros, no me molestaba.
El ensayo fue increíble. Duay tiene la voz ronca, es como una mezcla de Axel Rose* en las notas altas y John Cooper*. Tan bueno era que mis vellos se levantaban a cada momento. Cuando todo acabó, me despedí de todos y Ricardo me coqueteó un poco, sabía que era solo para bromear ya que luego se despidió normal. Duay me acompañó hasta mi casa de nuevo.
Eran las 5 cuando llegamos a mi casa, mis padres no estaban y Caín estaba con su novia (al lado de mi casa).
—¿Tienes que irte ya? —el se encogió de hombros.
—No, ¿quieres que me quede? —asiento con cara del gato de Shreck, él rió y lo hice pasar a mi casa.
Nos sentamos en el sofá y le entregué un vaso de agua. Comenzamos a hablar sobre los ensayos y sus amigos. Hasta que quedamos en silencio, pero cómodo. Él miró el techo de mi casa luego sus ojos pararon en unos de los retratos familiares que tenemos. Sonrió.
—Ustedes son una linda familia. ¿Cómo son sus padres? —pregunta.
—Bueno, mamá es la que tiene la voz de mando, siempre está al tanto de nosotros y nos pega con su chancla cuando peleamos Caín y yo, se llama Viviana. Pero es un amor —él ríe—. Mi papá, Isaac, es quien trabaja, es algo payasito pero gruñón a la vez. Siempre nos hace bromas, es un increíble cocinero y nos aconseja mucho —asiente y yo suspiro—. Son unos buenos padres ¿Sabes? Mi mamá pasó mucho trabajo cuando era joven al igual que mi papá, ambos lucharon mucho para estar donde están y nos enseñan que apenas cumplamos la mayoría de edad tenemos que conseguir un trabajo porque dicen que eso nos hará madurar y darnos el sentido de las responsabilidad y alejarnos de los problemas, aún cuando papá tiene de sobra para mantenernos hasta viejos. Lo hacen para que aprendamos a resolvernos por nosotros mismos... y me parece bien pero antes de conseguir el trabajo mi papá quería que trabajaron con un amigo de él... No me gusta la contaduría ni nada relacionado a eso aunque sea buena en ello, además que el hombre quiere emparejarme con su hijo súper mayor que yo y mi padre no se ha dado cuenta de eso. Gracias a Dios que conseguí este trabajo.
Él asiente y suspira, vuelve a mirar el techo.
—¿Por qué te llamas Melanie? —aquello me tomó por sorpresa, nunca nadie me lo preguntó. Ni siquiera Mandy, y no es que sea algo importante porque ¿A quién le importa el por qué de tu nombre? Sin embargo, mi historia era significativa para mí.
—Bueno... Fue muy bonito en realidad —sonreí mirando al techo mientras imaginaba lo que mi padre me había contado—. Mi abuela paterna se llamaba Melissa, ella decía que cuando tuviera una niña quería llamarla Melanie, <<Melanie suena a melar, la miel, me encanta la miel y ella será tan dulce como tal>> decía ella pero nunca tuvo una, solo tuvo a mi padre, mis tíos Aaron y Pablo. Ninguno de mis tíos tuvo niña, solo varones, de hecho mi papá tuvo a Caín y pensaron que ya no daba chance de que naciera una niña... Hasta que sí, y mi abuela contenta sacó de su baúl una manta que llevaba el nombre de Melanie, entonces se la dio a mi mamá y le dijo <<He esperado este momento durante tantos años, Dios me ha permitido tener tanta vida para este momento, toma, este será su nombre>> y así fue. Mi abuela murió cuando cumplí dos años, pero mi padre dice que ella disfrutó tanto conmigo hasta el último respiro y aquello es lo que me hizo sentir tan orgullosa de mi nombre —sonrío cerrando los ojos, cuando los vuelvo a abrir él está sonriendo de lado.
—Sabía que tu nombre llevaba una historia muy bonita, tu nombre es muy delicioso ¿Sabes? Por eso no me equivoco cuando te digo Melada —río y él igual—. ¿Y Caín? ¿Por qué Caín? —suelto una carcajada larga y cuando puedo respirar de nuevo noto que él también ríe.
—Esa fue muy graciosa. Mi familia es creyente, mi papá cuando comenzó a leer la biblia le gustó mucho la personalidad de Abel, el hijo de Adán y Eva, mamá lo dejó escoger, cuando fue a sacar la partida de nacimiento él Mandó a poner el nombre de Caín pensando que era el nombre del bueno, Abel. Se enredó solito y cuando mamá le preguntó por qué le puso Caín si a él le agradaba era Abel, él dijo <<Jesús, soy un desastre ¿Qué he hecho?>> iba a cambiar el nombre pero mamá le dijo que lo dejara así. Fue una buena historia, muy graciosa.
Duay rio a carcajadas, yo me uní a él.
—Tu padre es un personaje. Lo admiro sin conocerlo —me río por el comentario.
—¿Y tú? ¿por qué Duay y no Juan o Pedro? —él suelta una risa casi cantarina para mis oídos, la cual me contagió.
—Mamá buscó nombres pocos comunes en libros, quería que no coincidiera en un salón de clase con el mismo nombre, un nombre corto pero preciso, fácil de aprender y difícil de olvidar. Ella lo escogió y así fue cómo me llamé Duay. Historia corta pero precisa como mi nombre.
Lo miré impresionada, estaba muy bonita la pequeña historia.
—Tu madre es una genia. Me gusta Duay, es bonito, eres el único que he conocido con el nombre.
Él asintió agradecido. Escuchamos la puerta abrirse, era Caín. Cuando nos vio sonrió y se acercó desordenando mi cabello y saludando a Duay de mano.
—¿Qué tal, hermano?
—Todo bien. ¿Qué hacían?
Me reí.
—Contando la historia de tu nombre —el abre los ojos y me puya con una de sus uñas en brazo, suelto un pequeño chillido.
—Boba. Me voy a bañar.
Miro a mi amigo, este miraba su celular, hace un gesto molesto para luego guardar el objeto y me mira.
—Me tengo que ir —se acerca y besa mi frente. Me sonríe.
—Gracias por haberme invitado, fue espectacular.
—Gracias a ti, Melocotón, y por charlar conmigo. Eres muy buena compañía. Nos vemos en La casa de la delicia —lo acompaño hasta la puerta y se despide con la mano al igual que yo.
Voy hasta mi habitación y consigo a mi hermano sentado en bóxer, no se había bañado y tomaba su cabeza con sus manos en señal de preocupación, me acerco a él y me aguanto el chiste sobre sus bóxers de Hulk de los cuales siempre me río. Paso mi mano por su cabello y este me mira sonriendo un poco, le sonrio de lado.
—¿Qué te pasa?
—Yo... Es que... ¿Tú te preocuparías si tu novio (si tuvieras) no te quiera mostrar un mensaje de una chica la cual él nunca te ha comentado? —frunzo el ceño y me siento en mi cama para quedar frente a él, sus ojos denotaban confusión y preocupación.
Mi hermano estaba enamorado de Franya, mi vecina y su actual novia, él es tan fiel que hasta se alejó de las chicas que tenía como amigas, tampoco que eran muy amigas de él pero mi hermano tenía tales encantos que atraían amistades de mujeres porque ellas querían algo más con él. Estaba tan enamorado que era capaz de darle todo lo que ella pidiera en cambio de que estuviera feliz, ella podía hacer lo que quiera con él porque él la ama. Y eso es lo que siempre he temido, porque es cierto que se dice que el amor es dar sin recibir pero no es como para que tú hagas todo, te entregues todo y la otra persona no hace ni la mitad, entonces uno solo está enamorado y ese es mi hermano. A ella la he vigilado, no es que me caiga mal pero es que tiene algo que no me convence del todo y es su personalidad similar a... La de Mandy. De todas formas me aseguré de amenazarla <<Si le haces daño a mi hermano, vas a lamentarlo, de verdad que sí>> le dije, ella rio pero yo nunca reí, era en serio. Y sabía que son problemas entre ellos y no me he metido en ninguna de sus discusiones, pero si le hace un daño tan fuerte que vea a mi hermano sufrir, me entrometo como se me dé en gana.
—Bueno, puede ser, todo depende.
—Es que... Discutimos por eso, estábamos viendo una película pero solo yo me reía de la comedia, pensé que se había quedado dormida pero no, estaba chateando con alguien. Pensé que era una de sus amigas pero cuando medio me acerco para ver tenía el nombre de un chico: Manuel. Ella nunca me había hablado de un tal Manuel y me puse celoso, le reclamé que si estaba viendo la película o estaba charlando de lo más bien con un tipo, ella se enojó y me dijo que solo era unos mensajes cortos y ya, que no debía ponerme así. Le dije que me enseñara los mensajes porque yo no conozco ningún Manuel y ella me dijo que no tenía porqué revisarle nada, que si no confiaba en ella. Le dije que sí, pero que ella también me pidió una vez el celular para ver quién era la chica que me escribía y se lo di sin vacilar. Me dijo que no era justo y que si no confiaba en ella que le terminara entonces... Ella sabe que no lo haré porque confío en ella pero...
—Aún así tienes miedo —él asiente—. ¿Tienes sospechas? ¿Ella ha actuado diferente? —él frunció el ceño como recordando.
—Ned me dijo que la vio con una chica y un chico en el Centro Comercial de por aquí. Y yo la he notado algo distante, pero puede ser que es porque esta semana me la pasé mucho con Ned.
Mi hermano era tan lindo a veces, pero tan inocente e idiota que quería golpearlo. Pero tampoco quería ser cruel con él.
—Oye, relájate ¿sí? Habla con ella cuando se le pase la rabieta. Hazle una sorpresa de las que le gusta y verás que todo puede arreglarse. Si es que ella está haciendo algo mal entonces tú no tienes nada que perder, ella pierde a un grandioso chico y los dientes.
Él frunce el ceño— ¿Por qué los dientes?
—Porque la golpearé —se ríe.
—Gracias, boba, pero no vayas a golpearla, por favor. Te meterás en problemas —gruño y asiento.
Él entonces se levanta y se va al baño y yo voy buscando también mi ropa para ir a bañarme cuando él salga. Hoy fue un día interesante.
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Axel Rose: cantante de Gun's and Rose.
John Cooper: cantante de Skillet.