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Capítulo XII
Anomalía Genética

  

Kim Seokjin era un hombre peligroso, una persona cruel e insensible, que no dudaba en atacar al débil y en derrotar a sus enemigos sin importarle si hacia trampa en el proceso al cambiar a su forma animal.

Muchos le temían, y tenían motivos para hacerlo.

El Alfa era un lobo poderoso, fuerte, líder de una manada numerosa de cambiaformas, además de ser el poseedor de una belleza sin igual y una gran Voz de mando que incluso era capaz de controlar a sus semejantes de clase inferior, a los seres pequeños del bosque de los cuales los nuevos hijos de la Luna descendían.

He ahí el porqué de su seudónimo como el Señor de los Lobos.

Las personas siempre se abstenían de hablar de Kim por dos razones; la primera porque se creía que al nombrarlo era el equivalente a hablar de la muerte o la desgracia, y la segunda debido al temor de sufrir represalias.

Se rumoraba, que el Alfa que vivía en las montañas tenía ojos y oídos en todas partes, en cada pueblo y en cada manada de los alrededores, por eso es que siempre se enteraba de lo que ocurría y por eso la gente prefería tener precaución al nombrarlo.

Pero contrario a todo lo que se decía de él.

Seokjin se consideraba un hombre común y corriente, que cuidaba a los suyos y sacaba todos los días la nieve de su entrada. Nada en él era como lo describían... Excepto tal vez por su increíble belleza y el fascinante hecho de que podía hablar con los lobos y transformarse en uno.

Detalles.

Sí tan solo las personas que le temían y difundían esos falsos rumores pudieran verlo en ese momento tan íntimo para él, posiblemente se darían cuenta del gran error en el que estaban viviendo.

El rostro de Seokjin nunca estuvo tan relajado como lo estaba ahora. Bajó la vista y miró a la dulce niñita que dormía entre sus brazos, no pudiendo evitar sonreír mientras acariciaba delicadamente su rostro.

Moon al fin se había quedado dormía sobre su pecho, y Seokjin no podía estar más encantado por eso.

Verla dormir ahora era un gran alivio para él. La niña había pasado una noche terrible entre espasmos febriles y dolores musculares por las múltiples transformaciones. El mayor entendía por lo que estaba pasando, he hizo todo lo que debía hacer para que el proceso le fuera más llevadero.

Presentarse como un lobo blanco no era para nada sencillo.

Miyoung observaba la escena en silencio desde la puerta y un sentimiento cálido se instaló en su pecho mientras sonreía.

Solo en sus sueños había imaginado algo así y el que estuviera pasando justo frente a sus ojos la llenaba de completa felicidad. Desde hace años la Omega había querido que Seokjin conociera a Moon, que pasara tiempo con ella, pero debido a los problemas entre su manada y la del cambiaformas, ese encuentro nunca se había efectuado.

Al notar su presencia, Seokjin levantó la vista sonriendo y dejó a Moon suavemente sobre la almohada impregnada con aroma. Se movió con cuidado de no despertarla y salió de la cama para ir con Miyoung.

—Al fin logré que se durmiera... —murmuró en voz baja el Alfa, cerrando con cuidado la puerta de su habitación, y luego caminó hacia la sala donde Miyoung le entregó una taza de chocolate caliente, le agradeció el gesto y se sentó a su lado en el sofá—. Fue difícil, pero ya no volverá a cambiar por ahora. Su sistema se estabilizó y su loba ya se adaptó a su cuerpo, ahora sólo le queda descansar.