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Favorito---贬别肠产补蝉í

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Héctor había decidido invitar a algunos amigos del equipo a su casa después del entrenamiento

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Héctor había decidido invitar a algunos amigos del equipo a su casa después del entrenamiento. Era una tarde relajada, y a pesar de que los partidos se acercaban, todos necesitaban un respiro. Pau, Ferran, Pedri y Fermín aceptaron la invitación sin dudarlo, sabiendo que era una oportunidad para pasar un buen rato fuera de las canchas.

Cuando llegaron a la casa de Héctor, Ferran, siempre el bromista, fue el primero en hacer un comentario. Al ver que Héctor y Pau se saludaban con un abrazo, con Pau rodeando su cuello y Héctor tomando su cintura, soltó una carcajada.
—Ay, chicos, ¿qué es esto? ¿Una novela romántica? —dijo Ferran riendo.

Pau se separó rápidamente, sonrojado, mientras Héctor, aparentemente tranquilo, solo sonrió.
—Tú siempre con tus comentarios, Ferran, —respondió Pau tratando de sonar relajado. Pero por dentro, su corazón latía con fuerza.

El grupo caminó hacia el living, donde el perro de Héctor, un pequeño cachorro que ya había causado varios sustos entre los chicos del equipo, estaba sentado en el sillón. Había rumores de que, aunque era pequeño, el perro tenía una tendencia a morder si no le caías bien. Ferran, Fermín y Pedri intercambiaron miradas incómodas, recordando sus propias experiencias con el perro.

—Cuidado, Pau, —le advirtió Pedri mientras lo veía acercarse al animal—. Ese cabrón es chiquito, pero tiene unos dientes que ni te imaginas.

Pau nunca había estado con el perrito antes, y era la primera vez que lo veía de cerca. Se acercó despacio, hablándole con voz suave mientras el perro lo miraba fijamente desde el sillón. De repente, el cachorro saltó y corrió hacia Pau.

Por un segundo, Pau se tensó, esperando lo peor, pero se dio cuenta rápidamente de que el perro no iba a morderlo. En lugar de eso, se acomodó a sus pies, mirando con expectación para que lo acariciara. Pau, sorprendido, se agachó y comenzó a hacerle mimos. El perrito, agradecido, saltó sobre sus piernas y se acostó pidiendo más caricias.

El silencio en la habitación fue interrumpido por la risa de los amigos de Héctor.
—¿Cómo es posible? —preguntó Fermín incrédulo—. Ese perro me mordió la semana pasada.

—Te lo juro, a mí también, —añadió Ferran—. No entiendo por qué de repente es tan simpático con Pau.

Héctor, que había estado observando la escena con una mezcla de asombro y orgullo, se sentó al lado de Pau. El perro, con total naturalidad, se acomodó entre las piernas de ambos, mitad en la pierna de Héctor y mitad en la de Pau. Héctor sonrió y comenzó a acariciar al animal también.

—Ayyy, qué linda familia, —bromeó Fermín, haciendo que todos se rieran.

—Soy fan de su relación, —dijo Ferran con una sonrisa burlona, provocando que Pau se pusiera rojo como un tomate.

Pau intentaba concentrarse en acariciar al perro, pero su mente no paraba de darle vueltas a la situación. "¿Cómo es posible que Héctor no se ponga rojo?", pensaba mientras sentía el calor subir por su cara. Cada vez que alguien hacía una broma, él se sentía más expuesto, pero Héctor parecía imperturbable. Esto le hacía preguntarse si tal vez Héctor no compartía los mismos sentimientos que él.

Pero lo que Pau no sabía era que, por dentro, el corazón de Héctor latía con fuerza cada vez que sus amigos bromeaban sobre ellos o cuando Pau estaba cerca. Sin embargo, Héctor, fiel a su naturaleza, mantenía la calma y no dejaba que nadie notara lo que realmente sentía. Al menos, no por ahora.

—Bueno, parece que el perro ya decidió quién es su favorito, —dijo Pedri entre risas, mientras Héctor y Pau se miraban brevemente, compartiendo una sonrisa silenciosa que decía más de lo que cualquiera de los dos estaba dispuesto a admitir en ese momento.

—Bueno, parece que el perro ya decidió quién es su favorito, —dijo Pedri entre risas, mientras Héctor y Pau se miraban brevemente, compartiendo una sonrisa silenciosa que decía más de lo que cualquiera de los dos estaba dispuesto a admitir en ese ...

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