Después de disfrutar un almuerzo delicioso con mariscos frescos, frutas tropicales y bebidas frías, todos se quedaron un rato en las sillas de playa, disfrutando del descanso y la brisa marina. El sol aún brillaba alto en el cielo, así que era el momento perfecto para retocar el bloqueador y asegurarse de no quemarse.
Vanesa sacó su protector solar y empezó a aplicárselo en los brazos y piernas. Irma, que estaba sentada a su lado, le pidió que le prestara un poco mientras Erick, sin decir nada, se lo robó primero para echarse en la cara.
—¡Ey! —se quejó Irma, empujándolo suavemente con el hombro.
—Las novias primero, Erick —bromeó Pite desde su silla, mientras le pasaba a Vanesa el frasco del suyo.
—¡Eso es trampa! —dijo Erick entre risas, terminando de esparcirse el bloqueador antes de devolvérselo a Irma.
Mientras tanto, Charly estaba recostado en una tumbona, con Yeimy sobre él, sentada a horcajadas en su cintura. Ella llevaba puesta una gorra negra, protegiéndose del sol, y deslizaba las manos por el pecho de Charly con movimientos lentos mientras le aplicaba bloqueador.
—Voy a terminar todo pegajoso, princesa—murmuró él con una sonrisa pícara, acariciándole la cadera con ambas manos.
—¿Y? —respondió Yeimy, alzando una ceja con diversión—. Prefiero eso a que termines todo rojo como un camarón.
—Ah, ¿sí? ¿Y vos qué? —preguntó él, deslizando sus manos por su espalda, subiendo y bajando lentamente—. Te falta bloqueador aquí… y aquí…
Yeimy rió, negando con la cabeza.
—Vos sí que aprovechás cualquier excusa para tocarme.
—No sé de qué hablás —dijo él con una sonrisa traviesa, acercándola más a su cuerpo.
—Ajá, claro —murmuró ella, inclinándose para darle un beso rápido, antes de seguir con su tarea.
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A unos metros, Erick tomó su celular y les sacó una foto sin que se dieran cuenta.
—Miren esto… —dijo mostrándosela a los demás.
Vanesa e Irma se asomaron y rieron.
—Ay, qué lindos… —comentó Irma.
—Lindos no… ¡son unos calientes! —bromeó Vanesa, haciendo que todos estallaran en risas.
Yeimy miró a Erick con una expresión de advertencia.
—¡Dejá de tomar fotos sin permiso!
—No puedo evitarlo, son puro contenido romántico para el álbum del viaje —se defendió él.
Entre risas y bromas, todos terminaron de retocarse el protector solar, listos para seguir con la diversión del día. Se acercaba la siguiente actividad, y la emoción ya se sentía en el ambiente.
