"Decían que el amor salva.
El nuestro... nos condenó."
"Mi Luna. Mi castigo."
"Mi verdugo. Mi amor."
Lisa y JungKook son dos almas unidas por un lazo irrompible desde siempre. Pero una sombra oscura, tan negra como el pecado más profundo, intenta s...
Lili pasea entre los senderos de ese jardín, inspirando el perfume de las flores veraniegas. Esa mañana habían llegado temprano a la clínica del doctor Jeon. Jackson había aceptado llevarla consigo de mala gana; solo después de una incesante insistencia le había permitido acompañarlo, pero le había dicho que lo esperara afuera. No quería que Jeon o Kim la vieran.
Ella es curiosa, realmente curiosa de ver el lugar donde su padre había sido obligado a trabajar por esos monstruos, en aquel trabajo por el que había sido asesinado. Le resulta extraño cómo ese lugar, de alguna manera, le parece familiar.
Cuando se encuentra cerca de los macizos, algo llama su atención: una mariposa blanca revolotea, bailando en el aire. La mira hechizada, y de repente todo a su alrededor se torna opaco. Ve a una niña de largo cabello moreno correr sonriente tras el cándido insecto. Se queda pasmada mientras observa esa visión. ¿Otro fragmento de su memoria perdida?
Está segura de que esa niña es ella, pero por más que se esfuerza no logra recordar nada más.
Se asusta cuando una mano se apoya sobre su hombro. La niña desaparece justo delante de sus ojos, evaporándose junto a la cortina gris, dejando el sitio a un rostro que conoce muy bien. Sorprendida, arquea una ceja, perdiéndose en la mirada penetrante de JungKook. Como un puño en el estómago, le vuelve a la mente lo que ha pasado entre ellos la noche anterior. Ruborizándose, aparta la mirada.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—¿Qué haces aquí? —pregunta en un susurro.
—Debería ser yo quien te hiciera esa pregunta. De hecho, esta es la clínica de mi familia —dice el chico con tono irónico.
—Es mejor que me vaya. Tengo que alcanzar a mi padre— se siente perdida, sobre todo porque la última vez que se vieron, él le gritó que se fuera y, si no lo hubiera hecho, la habría atacado. De eso no tiene dudas. Está a punto de alejarse cuando él la bloquea.
—Lili, en realidad es contigo con quien quiero hablar. Te encontré gracias a las indicaciones de Kim-ssi, pero odio este lugar y no quiero hacerlo aquí. ¿Me acompañarías? —pregunta serio el chico, y ella se sorprende por esa solicitud. ¿De qué quiere hablarle? ¿Acompañarlo adónde?
A pesar de esas preguntas y de la vocecita de su conciencia que le ordena quedarse donde está, asiente en una respuesta afirmativa, mientras sus pies se mueven solos, siguiendo los pasos del alfa.
En el aparcamiento de la clínica, JungKook le abre la puerta del Audi R8 negro que ha alquilado al llegar a Seúl. Luego sube al asiento del piloto y, al ponerlo en marcha, hace tronar el motor. Entonces ella deja escapar una sonrisa mientras se ata el cinturón de seguridad.
—No sabía que tenías una pasión por los coches deportivos.—
—Adoro los caballos, en cualquier forma —le contesta, dibujándose en su boca una sonrisa engreída.
El coche se pone en movimiento y, una vez fuera de la clínica, zumba veloz por las calles, zigzagueando entre los demás vehículos, hasta que se alejan cada vez más de la ciudad. El sonido de su móvil llama su atención. Lo saca del bolso y, cuando lee el mensaje, se muerde el labio, nerviosa.
