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MÚSICA
🎵 Keep Turning - Kara    Philip Sheppard 🎵

Barbara terminaba de juntar sus cosas en la comisaría. Era tarde por la noche y todavía no había vuelto a su casa, estaba terminando de llenar los expedientes de los divergentes y tal vez había sido un castigo que el mismo Jeffrey Fowler le había dejado por como le había hablado esa misma mañana. El capitán ya se había marchado pero no sin antes dirigirle una burlona sonrisa a Barbara quien se encontraba todavía en su escritorio.

Tal vez a algunos les parecía bastante gracioso ver la diferencia entre el escritorio de Barbara y el de Connor. El de Barbara estaba repleto de mierda, desde cosas personales como una taza que le había regalado su padre, una gorra de basquet, fotografías, expedientes sin archivar, y muchas mas cosas de las que ni siquiera ella comprendía por qué había dejado ahí. Por otro lado, el de Connor estaba sumamente ordenado y limpio, no había nada fuera de lugar y parecía nuevo.

A Barbara le dieron ganas de pasar algunas de sus cosas al suyo, total a él le sobraba espacio, era un androide... no tenía cosas personales, familia donde poner en marcos, ni nada de aquellas mierdas como restos de comida y café. No las necesitaba realmente.

Barbara necesitaba una taza de café antes de volver a su casa o se dormiría en el camino en auto. Así que se dirigió a la cafetería de la estación policial, casi que estaba sola, muy pocos nocturnos trabajaban a aquella hora de la noche, y por un lado Barbara lo encontraba reconfortante, el silencio.

Fue a servirse una taza de café y cuando pasó junto a una mesa olió aquel sabor a papas fritas y nachos con queso. De repente, sintió nuevamente esas nauseas, ¿pero qué mierda le estaba pasando? Ella solía comer esas porquerías, cual era la razón por la que ahora esa misma comida que siempre solía digerir con rapidez, ahora le daba tanto asco.

Barbara se llevó la mano hacia la boca, era inevitable sentir el acido subir por su garganta.

—Creí que ya te habías ido... —esa era la voz de Gavin quien había entrado a la cafetería en un mal, en un pésimo momento—. Como tu mascotita no ronda por ahí...

Gavin se paró a su lado junto a la maquina de cafeína y la observó por unos segundos, vio la palidez de su rostro, de sus labios y sus llorosos ojos verdes.

Barbara sintió como la saliva bajo su lengua comenzaba a calentarse generándole arcadas. Se llevó nuevamente la mano hacia sus labios para apretarlos, no iba a vomitar ahí, no iba a permitírselo.

—¿Te encuentras bien, Barb? —le preguntó él bastante preocupado por su aspecto.

Barbara no pudo contenerlo mas, dejó su café sobre la mesa y corrió en dirección a los baños mixtos del mismo pasillo donde se encontraba la cafetería, agradecía que ambos se encontrasen tan cerca porque sino no hubiese llegado. Apoyó su mano sobre el sensor de la pantalla y la puerta se abrió.

Corrió dentro y empujó la primer puerta que se encontró. Cayó de rodillas y quitó la mano de su boca para largarlo todo en el retrete. Su estomago hacía demasiada esfuerzo para sacarlo todo que Barbara sabía a la perfección que mas tarde le dolería por la fuerza. Estuvo bastante rato ahí donde cuando su mandíbula comenzaba a dolerle, el sufrimiento llegó a su fin.

Barbara viendo el asqueroso desastre en el fondo del retrete y las salpicaduras en sus paredes, se levantó del suelo sin poder quitar la vista del vomito, había restos de hamburguesa en él y seguramente ese liquido era el refresco que había tomado. Barbara tiró de la cadena y adolorida por el esfuerzo salió del cubículo.

—Oye, ¿qué te pasó? —Gavin quien se había metido en los baños también la observaba desde los lavabos, seguramente había estado ahí desde hacia rato ya y había escuchado todo, todo el maldito vomito de Barbara.