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MARATÓN DOBLE CAP :)

La ciudad nunca dormía, y la tormenta de la noche anterior solo había sido un eco de la guerra que seguía latente. Sadie Jackson no era alguien que dudara, pero la imagen de Tau alejándose de la bodega con esa sonrisa desafiante no había abandonado su mente.

En su oficina, Ethan esperaba con los brazos cruzados. El hombre no era alguien que se alterara con facilidad, pero incluso él parecía incómodo con la dirección que estaban tomando las cosas.

—¿Y ahora qué? —preguntó finalmente—. Sabes que no va a retroceder.

Sadie exhaló despacio, tomando un sorbo de su whisky.

—No necesito que retroceda. Solo necesito que entienda que no tiene salida.

Ethan dejó caer un informe sobre el escritorio.

—Está moviendo a su gente. No creo que te ataque directamente, pero definitivamente está planeando algo.

Sadie sonrió con ironía.

—Por supuesto que lo está. No se va a quedar de brazos cruzados después de mi advertencia.

Ethan se frotó el rostro con frustración.

—¿Y qué sigue? ¿Ir tras Lynette de verdad?

Sadie lo miró en silencio por un instante antes de responder.

—No. No todavía.

Ethan pareció aliviado, pero no del todo convencido.

Del otro lado de la ciudad, Tau revisaba la carta de Sadie una vez más. No importaba cuántas veces la leyera, el mensaje era el mismo: Sadie sabía sobre Lynette.

Matt estaba sentado frente a ella, con el ceño fruncido.

—No podemos ignorar esto, Tau. Si realmente quiere hacerte daño, ya sabe cómo.

Tau dobló la carta con calma, pero sus nudillos estaban blancos de la fuerza con la que la sujetaba.

—No dejaré que la toque.

Matt asintió, sabiendo que intentar razonar con ella en ese momento era inútil.

—Entonces, ¿Cuál es el plan?

Tau se recostó en la silla, su mente trabajando rápido.

—Sadie es poderosa, pero le gusta el control. Si empiezo a tomarle piezas pequeñas, la haré perder los estribos.

Matt sonrió de lado.

—Esa es tu especialidad.

Tau no respondió, pero en su interior sabía que esto ya no era solo un juego de poder. Sadie la había retado en un nivel más profundo. Y lo peor era que, de alguna manera, le gustaba.

Y cuando el primer negocio de Sadie ardió esa noche, ella supo exactamente quién lo había hecho. Y por primera vez en mucho tiempo, sonrió.

La partida ni siquiera empezaba.