抖阴社区

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Tau estaba de rodillas en el suelo, con el cañón de un arma presionando la parte trasera de su cabeza. La traición ardía en su interior, pero el fuego que devoraba su base era aún peor. Sus hombres, su gente… todo había sido reducido a cenizas por la Reina Carmesí.

Sadie se movió lentamente frente a ella, con la elegancia cruel de alguien que disfrutaba su victoria.

──Te lo advertí, Tau. Nunca juegues contra alguien que ya ha ganado.

Tau no respondió. Sus puños estaban apretados, su mente buscando cualquier escape, cualquier resquicio de oportunidad. Pero Sadie había cerrado todas las puertas.

Y entonces lo vio.

A pocos metros, uno de los hombres de Sadie arrastraba a Lynette.

El corazón de Tau se detuvo.

Lynette tenía el rostro manchado de cenizas y una expresión de terror contenida. Su respiración era irregular, pero no emitía ni un solo sonido. Sabía que cualquier palabra podía ser el detonante de algo peor.

El hombre que la sostenía le puso el arma en la cabeza.

Sadie se inclinó un poco hacia Tau, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.

── Tienes dos opciones. Aceptar que esto se acabó… o verla morir.

Y entonces pasó lo inevitable.

Algo rápido. Algo que fue cuestión de segundos.

Un sonido que rebotó en todo el cuerpo de Tau.

Un disparo hacia ella.

No pudo evitar el grito que salió de su garganta.

El cuerpo de Lynette cayó al suelo con un golpe sordo.

Tau sintió que su mundo se rompía.

Sadie, sin apartar la mirada de ella, chasqueó los dedos y se giró para irse, como si todo hubiera sido un mero trámite.

Pero para Tau, no era un trámite.

Era el fin de todo lo que había sido.

O quizás… el principio de algo peor.

El tiempo dejó de existir.

Tau no escuchó nada más allá del eco del disparo retumbando en su cabeza. Tus oídos zumbaban su respiración se volvió errática y su visión se nubló con una neblina roja de ira y desesperación.

Lynette.

Su Lynette.

El cuerpo incierte y hacía en el suelo a pocos metros de ella los mechones dorados esparcidos soles concretos manchado de sangre.

Su rostro el mismo que tantas veces había acariciado con devoción ahora estaba inexpresivo.

Su mente se quebró.

No sintió el golpe cuando la bota de uno de los hombres de Sadie la empujó contra el suelo. Lo sintió la soldadura es que apretaban sus muñecas cortándole la circulación. Me sintió nada excepto el vacío insoportable que se habría dentro de ella.

Una carcajada resonó por encima de todo.

── ¿Lo ves, Tau? ── Sadie hablaba con calma cómo se acabara de enseñarle una lección invaluable ── perdiste y ahora solo eres otra historia mi lista de advertencias.

Tau bajo la mirada sus dedos temblaban contra el concreto la piel de su nudillo estaba tan pálida como la de un cadáver.

Perdió.

No.

No todavía.

La ira se filtró antes la secreta de su dolor subraya era un torrente imparable un volcán a punto de estallar se quedó inmóvil respirando hondo saboreando el aire impregnado de pólvora y muerte.

Sadie Jackson le había quitado todo.

Pero no le había quitado la voluntad de pelear.

Y ese... sería su error que la condenaría para siempre.

El viaje fue un borrón de luces nocturnas y asfalto húmedo. La habían arrojado en la parte trasera de una camioneta con las manos atadas a la espalda y la cara pegajosa de sudor y sangre.

Aún no sabía dónde la llevaban pero tampoco importaba.

No le quedaba Nada que perder.

Su mirada se deslizó hacia el guardia a su derecha. Un imbécil confiado con una sonrisa burlona y la mano apoyada descuidadamente en forma.

Tau lo memorizo todo.

El sonido del motor.

El peso de la navaja oculta en su bota.

La sangre en sus venas comenzó a hervir con la única certeza.

Si Sadie pensaba que esto había terminado, estaba muy equivocada.

Porque Tau iba a volver.

Iba a sobrevivir.

Y cuando lo hiciera...

La Reina Carmesí caería.

 ?? ?????? ?? ?? ????? | ??? {????}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora