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Capítulo 30: El error de la creación.

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Narrador.

No pensó que tendría que verse a sí mismo trabajando en sus días libres; quizás cuando le pidió al patrón que lo dejara ir, no entendió que también quería dejar de hacer misiones. Igualmente, no era un trabajo muy pesado. Bueno, no lo era para un Pilar.

—¿Tienes otro par de botas para montar? —preguntó Ayako, siguiendo a Naoto.

—Debo revisar, no tengo muchas balas —respondió. Ambos pasaron por su lado. Giyū no les tomó mucha importancia, entrando a la habitación que compartía con su esposa, la cual estaba levemente abierta.

Frunció ligeramente el ceño, pero abrió la puerta y la cerró detrás de él. Alzó la mirada para llamar a su esposa, pero la vio ahí abrochando su pantalón.

Tenía puesta ropa que nunca le había visto: un pantalón blanco junto con una camiseta casi del mismo tono, fajada con un cinturón marrón. Las mangas eran holgadas y se ajustaban en las muñecas.

—Hola, mi amor. Saldré con Ayato de cacería —explicó con inocencia, mientras acomodaba los últimos detalles en el espejo.

—¿Vas a salir así? —susurró, sintiendo cómo su ceja tuvo un *tic* por segundos. Se acercó incrédulo, inclinando su cabeza para examinarla de pies a cabeza.

—Sí, ¿Te gusta? Aunque me pondré un abrigo porque hace frío —respondió emocionada, con sus mejillas rosadas por este sentimiento.

"Gracias a los Dioses". Pensó sin quitarle los ojos de encima. Sujetó su cintura entre sus manos, dándose cuenta que podría tomarla fácilmente sin las capas de un kimono.

Sus manos se posaron sobre sus muslos y subieron por sus curvas, suspirando casi de deseo. Aya lo abrazó enamorada, poniéndose de puntitas.

—Eres muy hermosa... —susurró, manteniendo sus ojos sobre ella. Aya se alejó un poco para verlo, sonriendo enamorada.

—Te amo... —respondió.

—También te amo —susurró sonrojado, sujetó su mejilla bajo su mano antes de besar sus labios. Su brazo derecho la atrajo de golpe, manteniéndola firmemente contra él.

—¡Apúrate! ¡O aquí te quedas! —el grito de Ayato afuera hizo que despertara.

—¡Mi amor! ¡Olvidas tu abrigo!

Ayato dejó de apurar a todos, dejando que su esposa le pusiera su abrigo. Giró hacia ella, sintiendo sus manos sobre sus mejillas mientras hacía una pequeña oración.

Aya miró a su esposo con inocencia, Giyū tenía el ceño ligeramente fruncido. Cerró sus ojos, tratando de calmarse. De igual forma, tenía que prepararse también antes de irse.

—Tengo una misión, será rápido. Quizás vuelva antes del anochecer —explicó brevemente. Aya lo miró preocupada, esa idea no la emocionaba.

—¿Seguro? —susurró temerosa. Giyū asintió, acariciando su mejilla.

—Volveré antes de que te duermas, te traeré algo —agregó, dejando un beso en su frente.

Aya asintió suavemente, no muy segura. Tomó su abrigo en sus manos y su esposo la ayudó a ponérselo. Se miraron en el espejo, con él abrazándola por detrás.

Con cuidado, dejó que su mano envolviera la de su esposa, llevándola hacia sus labios, donde depositó un beso sobre su anillo de matrimonio.

—Eres todo para mí —susurró, aún con sus ojos cerrados. Aya giró con cuidado, acurrucándose en su pecho.

La acompañó hacia el establo, donde estaba el resto esperándola para ir a la cacería. Ayato notó cómo parecía un poco más serio de lo normal.

—No te preocupes, primo. Estará rodeada de un grupo de hombres armados, va a estar bien —dijo Ayato al verla acompañarles hasta ellos.

Eres Lo Que Me Hacía Falta | Tomioka Giyuu × OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora