~Extasis de ángel~

N/A:  AUDIOOOOOO...

La escena era dolorosa. Maryse sentía que todo en su interior estaba muerto. Se sentía vacía. No quería sentir todo ese dolor. Las lágrimas caían como gotas de lluvía sobre la alfombra mientras veía a los paramedicos llevarse el cuerpo de Max. Estaba paralizada, no escuchaba nada de lo que decían a su alrededor, todo era una marea negra en su mente. Sintió unas manos a su alrededor y el olor de Robert llegó a ella, pero no importaba, era incapaz de reaccionar a conciencia. Aun cuando sus pies se movían y su cabeza asentía, no tenía idea de a donde iba, de que hacía. No era capaz de escuchar los sollozos de Izzy, ni de saber si Alec y Jace lloraban igual o no. Todo lo que podía pensar, sentir, querer, percibir, era a su hijo. En su pecho había un hueco profundo donde antes había estado la esperanza de que Max viviera. Su niño pequeño, su bebé alegre e inesperado. Su garganta se cerró y le faltó el aire, pudo percibir que alguien la ayudaba a sentarse y estaba sobre la cama de Max, abrazando la almohada perfumada con el olor del shampoo de Max, envolviendose entre sus sábanas.

Sintió la cama hundirse y una mano suave y delicada alzarle el brazo. Hizo un esfuerzo para entender y se dio cuenta que Izzy estaba ahí acostandose a su lado, pidiendole que la abrazara. Maryse lo hizo, la apretó contra su cuerpo y vio a Alec y Jace, los dos recorriendo lentamente la habitación con sus miradas. Maryse palmeó la cama detrás de ella y a un lado de Izzy. Sin dudarlo, los dos chicos se treparon a la cama, Alec abrazando a su madre, Jace abrazando a Izzy. Los cuatro unidos en un silencio mortal. Max estaba presente en la mente de todos. Podían escuchar el eco de su risa, de sus comentarios inoportunos y sus preguntas desconcertantes. Maryse recordó una vez, cuando Max tenía apenas tres años y sus hijos mayores estaban igual que en ese momento, placidamente dormidos tras una larga noche platicando y cantando, y Max se había bajado de su cuna, tan pequeño como era brinco en la cama y los aplastó a los cuatro, riendose por su travesura. Maryse deseó un momento así de nuevo. Deseo haber llegado a la habitación de Max horas antes. Pero el recuerdo se mantenía en su cabeza. Maryse entrando a la habitación con una charola de comida, viendo a su hijo en su cama, acercandose para despertarlo. No despertó, no encontró el pulso y solo pudo gritar y llamar a su esposo. Ni siquiera supo en que momento se enterarón los demás. Su corazón aún latía por Izzy, Alec y Jace pero ahora latía lento. Tan lento que no estaba segura de que aguantara mucho tiempo.

Y sabía que nunca volvería a latir con normalidad.

~~

Robert colgó. Se dejó caer en su silla, con el rostro entre sus manos, sintiendo que el mundo se derrumbaba. ¿Cómo había pasado tanto en un solo fin de semana? El telefono sonó y dudo en mirar quien era pero finalmente atendió.

-Gabriel-dijo.

-Gideon me llamó-pudo escuchar dolor en la voz de su hermano menor-, Jia nos reservó boletos, vamos de regreso.

-No hace falta-murmuró Robert-, nada va a cambiar si se quedan ahí.

Hubo una pausa prolongada que le hizo pernsar que su hermano ya no contestaría pero lo hizo.

-Lo siento mucho, Rob. Estaremos ahí en la noche.

Cuando Gabriel colgó, Robert desconectó el telefono. No le interesaba hablar con reporteros, socios ni conocidos. No le interesaba hablar con nadie. Incluso quería callar sus propios pensamientos, su propia tristeza.

¿Por qué no había sido suficiente lo que hizo? Pensó en la comida de la tarde que se había cancelado por la discusión con Izzy y Alec. ¿Y si en vez de ellos hubiese discutido con Max y su hijo menor no hubiese escuchado una disculpa? Gideon estaba siendo una enorme ayuda, habiendo dicho que el se encargaba de todo. Sabía que prefería decir "todo" a funeral. Una enorme bola de angustia en su garganta le impedía respirar con tranquilidad. No se dio cuenta que estaba llorando hasta que las lagrimas le impidieron ver. Acababa de perder un hijo, Alec e Izzy estaban furiosos con él todo el tiempo, Jace jamás lo había visto como un padre a pesar de que a Maryse le decía mamá. ¿Realmente era tan terrible padre?