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La nieve poco a poco comenzó a cubrir los exteriores y alrededores del castillo, pero está vez era diferente a cualquier otro invierno que Jesabella pasó dentro del colegio, algo había cambiado y con el la mirada que mantenía un brillo cuando veía la nieve caer, si bien Remus podía seguirla viendo con su mano reposar en el aire para que los copos cayeran sobre ella todo había cambiado.
Las pocas horas de sueño, las tareas y las malas noticias que siempre estaban llegando comenzaban a pasar factura en Ella, cinco minutos durmiendo junto a alguno de los merodeadores en sus tiempos libres no era suficiente para que pudiera recuperar la energía que estaba perdiendo, el fingir frente a ellos ya no estaba funcionando.
Aquella mañana de sábado mientras se sentaba a mirar por la ventana de uno de los pasillos mientras escuchaba de fondo a Caroline hablar sobre algo que ya ni siquiera recordaba pensó mejor en todo lo que había ocurrido en esos días y la propuesta que Dumbledore le había entregado.
El hombre tenía razón, no tenía la edad de ofrecerle una cosa así, era peligroso, demasiado peligroso para un simple estudiante, pero Dumbledore no vio en ella solo a un estudiante más dentro de Hogwarts, si bien la cantidad de magos habilidosos que iba a salir del colegio era un buen porcentaje Jesabella definitivamente podía superar con mucho a esos mismos, pero era incluso más allá de su mismo potencial mágico.
La orden del Fénix, como había llamado Albus Dumbledore recibió toda la información que ella conocía, futuros planes que había escuchado de sus padres durante el verano, planes que pudo sacar al entrar en la cabeza de los Thompson, incluso formación que tenían mortífagos dentro del castillo, sin embargo, Jesabella no delató quienes eran los que se habían unido a Voldemort, Dumbledore aceptó, la idea de que él ya supiera sus identidades no pasó desapercibida para Ella.
La orden podía garantizar cierta protección, pero ella decidió que quería pelear, una idea no muy racional a medida que pasaban los días y la fecha para que pudiera darle una respuesta a Dumbledore llegaba.
— ¿Me estás escuchando? —preguntó la rubia dando un suave golpe en la pierna de Ella, Caroline rodó los ojos y puso su cabeza sobre el regazo de su amiga— ¿En qué piensas?
— ¿Te darán la marca está navidad?
— Si, me uniré a ellos está navidad. —respondió— ¿Cuándo recibirás las tuya?
— No creo que la vaya a recibir.
— ¿¡Qué!?
— Mi lealtad está con ellos y nuestro señor, luego de que el matrimonio con Garrett se lleve a cabo mi lealtad seguirá siendo probada, no veo la necesidad de llevarla, apoyaré a nuestro señor, así como a mi futuro esposo en sus decisiones. —asco, eso fue lo que sintió al decir esas palabras, pero parecían haber dado con el resultado que buscaba.
— Narcissa Malfoy tampoco la tomó.
— Mi padre tampoco estuvo muy de acuerdo, pero mi madre tampoco la lleva incluso cuando apoya los ideales de pureza, así que ella piensa que no es necesario.
— No todos tenemos un futuro esposo entre sus filas siendo uno de los más leales, ¿cierto?
— Cierto...
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— No confío en usted profesor.
— ¿Puedo saber por qué? —cuestionó el hombre mirando a la estudiante de cabellos castaños, la estaba analizando, Albus Dumbledore siempre la analizaba cuando ella estaba cerca, como si estuviera dispuesto a dar todo por descubrir todo lo que ocultaba la perteneciente a la casa de Salazar Slytherin.
Sin embargo, Jesabella no ocultaba nada más allá de lo que el hombre ya sabía, no había mucho que ocultar, si bien no confiaba en el hombre no mentira cuando decía que él probablemente era la única persona con una respuesta o una mano dispuesta a ayudar, Jesabella no confiaba en Albus Dumbledore, pero él le confío el secreto más grande que tenía y tal vez solo por esa razón es que ella estaba ahí sentada incluso cuando su pensamiento no había cambiado ni un poco.
La adolescente se encogió de hombros y miró a la pared a uno de sus costados, su mano se alzó y la movió como si intentará reducir la importancia que le brindaba al asunto.
— Algo me lo dice, mi familia es mucho de guiarse por ese presentimiento que muchos tienen, jamás lo había hecho hasta este año.
— Vienes de una familia curiosa.
— Si curioso quiere decir una familia que estaría dispuesta a matar a sus propios integrantes por conseguir lo que quieren y por ocultar sus pecados entonces sí, es muy curiosa.
— ¿Harías lo mismo?
— ¿Matar? —inquirió recibiendo una afirmación del hombre, Ella frunció el ceño, pero negó con la cabeza— Estoy frente a usted porque no quiero convertirme en ellos.
— Unirte a la orden te alejará de esos pasos, no quieres ser como ellos entonces pelea.
— Aún soy una estudiante, no puedo hacer mucho desde aquí.
— Ahora mismo todo lo que informaste sirvió de ayuda, necesitamos informantes.
— ¿Está pidiéndome que siga con ellos? —Dumbledore negó.
— Estás colgando de un hilo muy delgado, es peligroso que te muevas, pero tienes una habilidad mucho más allá que cualquier otro estudiante, eres inteligente, sé que puedes conseguir lo que quieres.
— ¿Qué está insinuando profesor?
— Todos fingimos ser héroes en el lado bueno, pero, ¿Y si somos villanos para el otro?
Jesabella frunció el ceño, estaba confundida, no sabía a dónde quería llegar el hombre, pero la sonrisa que luego surcó el rostro de Albus Dumbledore le dio una vaga respuesta de que era lo que quería al proponerle todo esto, una cosa era fingir dentro de su familia, pero lo que insinuaba el hombre frente a ella parecía ser un suicidio.
No, Jesabella Barker, no tenía miedo, podía con lo que el hombre le pedía, pero era la primera vez que se sentía desorientada, lo que estaba por hacer era ilegal, pero él dijo que estaría bien, que ella estaría bien.
Ella no confiaba en Albus Dumbledore, pero aun así se vio caminando detrás de la prefecta de la casa de Salazar Slytherin bajo la capa de invisibilidad, su mano no tembló, no dudo, ni siquiera lo pensó dos veces cuando estrelló el cuerpo de Samara Greyson contra una de las paredes y pronunciar uno de los hechizos imperdonables.
La chica Barker no confiaba en Dumbledore, pero aun así de su boca se pudo escuchar el hechizo imperius