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Jesabella Barker era considerada una de las mejores en pociones, el mismo Horace Slughorn se sorprendía de las habilidades que la fémina poseía, sin embargo, aquel día cuando la poción de esta explotó el desconcierto llegó no solo para él, sino también para todos en la clase.
La Slytherin observaba anonadada como la sustancia roja y viscosa se derramaba por la mesa, pared, alguno de sus compañeros y ella misma, no comprendía en qué momento había salido mal, cada uno de los ingredientes habían sido los correctos para la elaboración, no había fallado ni siquiera en la manera de cortar una raíz, pero ahí estaba bañada en lo que consideraba su primera poción fallida.
Slughorn, sin embargo, no dejó pasar el incidente y luego de decir que debía regresar a limpiar el salón la dejó ir a cambiarse, ella era la más afectada con la viscosidad de la poción, la fémina se encontraba molesta, la manera en que entró a la sala común de su propia casa dejó a más de uno atemorizados de ser víctimas del enojo de la fémina.
— ¿Qué pasó contigo? —cuestionó Caroline Dekker cuando vio pasar a su amiga.
— Lo sabrías si hubieras asistido a clases. —musitó sin detenerse para seguir con la charla que la rubia había empezado.
El mal humor que había causado el incidente quedó con ella toda la semana, se había concentrado en repasar cada cosa que había salido mal pero no podía encontrar aquella cosa que hizo explotar su caldero, se trataba de una de las pociones más sencillas de todo el libro, aquello había sido un completo golpe para su orgullo.
Más el mismo Slughorn le dijo que cosas así podrían pasar incluso a los mejores, palabras de consuelo que habrían funcionado con cualquiera, pero no a ella, la decepción y la ira seguía corriendo por sus venas.
— ¿Vas a seguir molesta por una poción? —preguntó James Potter a su costado, la fémina alzó la mirada de su libro de Herbología para enfocarla en el Gryffindor y asentir— Vamos Ella, es solo una poción.
— Me molesta no saber qué hice mal, tenía cada co... —guardó silencio para segundos después murmurar lo estúpida que había sido.
— ¿Acabas de tener una revelación?
— Estuve distraída, usé dos raíces en lugar de tres, lo que definitivamente iba a causar una explosión. —musito— ¿Cómo puede ser que sea tan estúpida?
— Tengo una lista.
— Cierra la boca y conserva tu vida.
— ¿Dejarás de estar molesta luego de saber qué hiciste mal? —cuestionó el azabache a la vez que prestaba atención a una planta frente a él, el olor era casi nauseabundo.