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VIII

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Salimos de la ducha y él salió vestido.

Aproveché que se había ido para secarme el pelo y así hacer tiempo para que no sospecharan.

Cuando acabé, bajé al salón con todos y agarré un vaso de agua.

– Olivia cariño, tus padres y nosotros vamos a salir por la noche, ¿quieres venir?

– No gracias, voy a salir.

Gavi levantó la mirada del plato y me miró fijamente.

– ¿Con quién?– preguntó mi madre mientras cortaba tomates.

– Con Eric, el amigo de Gavi.

Le sentí toser a mi lado, lo miré de reojo y le vi beber de su vaso.

– ¿Eric?– preguntó Pablo sonriendo.– Es buen chico, seguro que os lo pasáis bien, ¿verdad hijo?

Gavi no dijo nada y sonreí dándome una palmadita mental en la espalda.

Eric me había escrito aquella mañana para quedar y pasear, así que acepté sin dudarlo. No me apetecía pasarme todo el verano metida en casa.

Cuando acabamos de cenar cada uno fue a prepararse.

Yo entré en mi habitación y cogí ropa de mi armario pensando en que demonios ponerme.

– ¿Vas a salir con uno de mis amigos y acabo de enterarme?

Me giré encontrándome a Gavi apoyado en la puerta.

– Sí, iremos al cine y después a la playa.

– No me interesa saberlo, Liv.

Me encogí de hombros y después agarré un pantalón corto y un top.

– No vas a ponerte eso.

– ¿Por qué? Es bonito.

– Porque no quiero que vea más de la cuenta.

– Gavi, es un top con algo de escote.

– ¿Algo de escote?– dijo acercándose y miró el top.– Se te va a ver todo.

– Bueno, tampoco te importa, es mi cuerpo y hago lo que me plazca.

Sus manos fueron a mi cintura y me pegó a él.

– Cariño... Reserva algo para mí.

Puse los ojos en blanco y lo empujé.

– Fuera. Tengo que cambiarme.

– No hay nada que no haya visto ya.

Me desnudé y me puse el pantalón y después me puse el sujetador y el top.

Gavi tenía razón, se escotaba demasiado.

Pero no iba a quitármelo, porque me gustaba como me quedaba.

Le vi a través del espejo y supe que estaba a punto de darle un ataque.

– Olivia, no pienso dejarte salir así.

Me puse pintalabios y me acerqué a él.

– No eres mi padre.

Cogí mi bolso y salí de casa encontrándome el coche de Eric esperándome en la puerta.

Con una sonrisa me monté en el coche y él me sonrió para después encender el motor.

Habíamos acabado yendo al cine y después cogimos una manta que tenía en el maletero y la extendimos en la arena de la playa.

– ¿Qué tal por Sevilla?

Sonreí mientras agarraba una cucharada de helado y me la metía en la boca.

???? ??? ???? +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora