A la mañana siguiente me desperté enredada entre el cuerpo de Gavi.
Abrí los ojos como platos y lo miré fijamente.
– ¿Qué hora es?– dije buscando mi móvil.
Sentí a Gavi removerse al lado mía y después gruñó.
– Son las diez de la mañana, vuelve a dormir.
– Voy a irme a mi habitación antes de que se despierten y me vean aquí.– dije levantándome.
– Liv, si seguimos escondiéndolo no vamos a poder progresar.
Solté un suspiro y lo miré.
Me miró con una sonrisita de recién levantado y entonces pegó sus labios a los míos.
Intenté separarme, pero entonces tiró de mí tirándome en la cama y se puso encima de mí para seguir besándome.
Reí entre el beso y lo abracé por el cuello intentando soltarme y poder huir.
La puerta se abrió y entonces Pablo nos miró con los ojos muy abiertos.
Gavi se separó un poco de mí y miró a su padre.
– Papá...
– El desayuno está listo, bajad.– dijo y después cerró la puerta.
– Vamos a morir.– dije sentándome en su cama.
– No va a pasar nada, ¿de acuerdo?
Me agarró las manos y las besó.
Asentí intentando infundirme valor que no tenía.
Bajamos juntos, pero alejados el uno del otro.
Pablo carraspeó mirándonos y entonces se giró para beber café.
– ¿No os duele la cabeza de anoche?– preguntó mi madre mirándonos.
Negamos a la misma vez.
– Hay tortitas, comed.– dijo Aurora sonriendo.
Gavi y yo nos sentamos y cogí una magdalena.
Mi madre se sentó a mi lado y me miró con una sonrisa.
– Mi niña preciosa, ¿tienes planes para hoy?
– No. Quizás me quede en la habitación viendo alguna película.
– Pablo y Aurora van a reservar para cenar esta noche, ¿no te apuntas?
Negué con la cabeza y miré la magdalena.
– ¿Te pasa algo tesoso?– preguntó mi madre quitándome un mechón de pelo de la cara.
– No, solo tengo sueño.
Pablo nos miró a Gavi y a mí por el rabillo del ojo y bebí zumo.
Estaba poniéndome muy nerviosa y estaba a punto de llorar y no sabía muy bien por que.
Gavi en cambio estaba tranquilo, engullió tres magdalenas y una tortita.
Ojalá tener su paz mental en estos momentos.
– Hijo, tienes que curarte ese ojo ahora.– dijo Aurora mirando a su niño.
Este asintió y me miró.
– Yo se lo curo.– dije con un hilo de voz.
Cuando terminamos de desayunar, fui al baño a por el maletín de primeros auxilios y fui hasta el jardín, donde Gavi hablaba con su padre.
Estos al verme, se callaron y Pablo salió.
– ¿Qué te ha dicho?– pregunté ansiosa cuando llegué hasta él.

EST?S LEYENDO
???? ??? ???? +18 | Pablo Gavi
Teen FictionOlivia y Gavi se conocen prácticamente desde que llevan pa?ales, pero ?qué puede cambiar en cuanto Gavi se va a Barcelona?