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XIII

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A la mañana siguiente me desperté enredada entre el cuerpo de Gavi.

Abrí los ojos como platos y lo miré fijamente.

– ¿Qué hora es?– dije buscando mi móvil.

Sentí a Gavi removerse al lado mía y después gruñó.

– Son las diez de la mañana, vuelve a dormir.

– Voy a irme a mi habitación antes de que se despierten y me vean aquí.– dije levantándome.

– Liv, si seguimos escondiéndolo no vamos a poder progresar.

Solté un suspiro y lo miré.

Me miró con una sonrisita de recién levantado y entonces pegó sus labios a los míos.

Intenté separarme, pero entonces tiró de mí tirándome en la cama y se puso encima de mí para seguir besándome.

Reí entre el beso y lo abracé por el cuello intentando soltarme y poder huir.

La puerta se abrió y entonces Pablo nos miró con los ojos muy abiertos.

Gavi se separó un poco de mí y miró a su padre.

– Papá...

– El desayuno está listo, bajad.– dijo y después cerró la puerta.

– Vamos a morir.– dije sentándome en su cama.

– No va a pasar nada, ¿de acuerdo?

Me agarró las manos y las besó.

Asentí intentando infundirme valor que no tenía.

Bajamos juntos, pero alejados el uno del otro.

Pablo carraspeó mirándonos y entonces se giró para beber café.

– ¿No os duele la cabeza de anoche?– preguntó mi madre mirándonos.

Negamos a la misma vez.

– Hay tortitas, comed.– dijo Aurora sonriendo.

Gavi y yo nos sentamos y cogí una magdalena.

Mi madre se sentó a mi lado y me miró con una sonrisa.

– Mi niña preciosa, ¿tienes planes para hoy?

– No. Quizás me quede en la habitación viendo alguna película.

– Pablo y Aurora van a reservar para cenar esta noche, ¿no te apuntas?

Negué con la cabeza y miré la magdalena.

– ¿Te pasa algo tesoso?– preguntó mi madre quitándome un mechón de pelo de la cara.

– No, solo tengo sueño.

Pablo nos miró a Gavi y a mí por el rabillo del ojo y bebí zumo.

Estaba poniéndome muy nerviosa y estaba a punto de llorar y no sabía muy bien por que.

Gavi en cambio estaba tranquilo, engullió tres magdalenas y una tortita.

Ojalá tener su paz mental en estos momentos.

– Hijo, tienes que curarte ese ojo ahora.– dijo Aurora mirando a su niño.

Este asintió y me miró.

– Yo se lo curo.– dije con un hilo de voz.

Cuando terminamos de desayunar, fui al baño a por el maletín de primeros auxilios y fui hasta el jardín, donde Gavi hablaba con su padre.

Estos al verme, se callaron y Pablo salió.

– ¿Qué te ha dicho?– pregunté ansiosa cuando llegué hasta él.

???? ??? ???? +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora