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I have a list and your name is on it| Devon Lee

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—Ella es Devon Lee, la nueva —anunció Johnny alzando la voz en el dojo. La sala se llenó de murmullos y miradas curiosas.

Devon levantó la mano en señal de saludo. —Hola, mis pronombres son ella —dijo con una sonrisa amigable.

Johnny frunció el ceño. —Los únicos pronombres que aceptamos aquí son "sensei" y "estudiante".

Hubo un breve silencio antes de que Molly, parada a un lado, interviniera con una carcajada. —Esos son sustantivos —le corrigió entre risas.

Devon soltó una risita, encontrando en Molly a alguien que entendía su humor. Johnny solo resopló, murmurando algo sobre "malditos tecnicismos" y dio media vuelta para seguir la clase.

Después de un par de rondas de calentamiento, Molly se acercó a Devon. —Ven, te enseño unas patadas. No querrás que uno de estos idiotas te noquee en tu primer día. —Le guiñó un ojo y Devon asintió, agradecida.

Ambas se movieron a un rincón donde Molly comenzó a mostrarle algunos movimientos básicos, corrigiendo su postura con un toque ligero y dando indicaciones claras. —Estamos practicando para una guerra de dojos —comentó Molly mientras demostraba una patada giratoria. —El que pierda, cierra. Nada como la presión para motivarte, ¿no?

Devon alzó las cejas. —¿Guerra de dojos? ¿Eso pasa de verdad? Pensé que era solo cosa de películas. —Hizo una pausa—. ¿Tienes a alguien importante en esto?

Molly bajó la mirada por un instante. —Tal vez. —Se encogió de hombros, intentando sonar despreocupada, aunque sus ojos la traicionaban. —Mi hermano mayor, Robby. En definitiva me odia... —soltó una risa forzada—. Pero bueno, familia complicada, ya sabes.

Devon la observó con empatía. —Sí, entiendo. Las relaciones familiares pueden ser... un desastre. Pero, hey, al menos puedes desquitarte con patadas, ¿no? —intentó bromear.

Molly rió, apreciando el esfuerzo. —Exacto. Vamos, inténtalo otra vez. Si me pateas bien, te invito una soda después de la clase.

—Trato hecho —Devon sonrió, sintiéndose más cómoda.

                               (...)

Habían pasado meses desde que Devon Lee se unió a Colmillo de Águila. Desde entonces, no solo había mejorado notablemente sus patadas, sino que también había forjado una amistad especial con Malorie "Molly" Lawrence. Eran opuestas en muchos sentidos: Devon era reservada, a veces un poco seria, mientras que Molly era un torbellino de comentarios espontáneos, sonrisas contagiosas y un amor desmedido por las películas y las diademas. Aun así, algo entre ellas hacía clic.

—¡Vamos! —dijo Molly con entusiasmo una tarde de viernes—. ¿Qué te parece si vamos al parque? Después podemos ver unas pelis en mi casa. ¡Prometo no elegir otro maratón de terror... bueno, tal vez solo una! —agregó con una sonrisa traviesa.

Devon rió, negando con la cabeza.—Está bien, pero si terminas eligiendo una película que me haga saltar del susto, me las pagarás con más entrenamientos de piernas.

—¡Trato hecho! —exclamó Molly, levantando el pulgar.

Pasaron un par de horas en el parque, comiendo helado y riendo mientras competían por quién podía colgarse más tiempo de las barras. El atardecer tiñó el cielo de tonos anaranjados y rosados, marcando el final de su paseo. Cuando llegaron a la casa de Molly, ambas se acomodaron en su habitación, rodeadas de cojines, mantas y un tazón gigante de palomitas. En la pantalla apareció el título de la película: Volver al Futuro.

—Clásico hermoso—dijo Molly con una sonrisa orgullosa mientras se acomodaba junto a Devon.

A mitad de la película, el sonido de la televisión fue interrumpido por voces provenientes de la habitación contigua, la de Johnny. Molly bajó un poco el volumen, curiosa. Se escuchó a Miguel decir con sinceridad:

??????????,  Cobra KaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora