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Blame | Polyamory

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girlpossessive

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girlpossessive

Milá Barnes estaba acostada en medio de la cama, con los dos cuerpos que la acompañaban respirando profundo a su lado. Uno a la derecha, otro a la izquierda. Y por más que pensaba, no lograba recordar en qué momento empezó todo.

No sabía cuándo empezó a salir con Eli. Tampoco con Robby. Solo sabía que, de un momento a otro, estaban juntos. Y que, si iban a estarlo, iban a llevarse bien. Punto.

Milá los sentó a los dos en su casa una tarde cualquiera. Robby tuvo que disculparse por haberle cortado la cresta a Eli. Fue corto, con cara de fastidio, pero sincero.

Eli se tomó su tiempo, pero terminó pidiendo perdón por cada una de las veces que había actuado como si Robby no valiera nada. Incluso bajó la mirada al final, cosa rara en él.

Desde ese día, aprendieron a convivir. No a ser mejores amigos, pero a respetarse, compartirla y, sobre todo, cuidarse entre ellos.

Ahora, estaban todos en Barcelona. Esa noche, los distintos dojos que participaban del Sekai Taikai habían decidido ir a un bar cerca de la costa para relajarse. El ambiente era ruidoso, con música internacional, risas, vasos entrechocando y un mar de idiomas mezclándose en el aire.

Milá se sentía sofocada. A Robby lo había perdido de vista después del cuarto trago. Estaba bebiendo como si quisiera arrancarse algo del pecho. Se acercó a Eli, que lo vigilaba desde la barra, y le apoyó una mano en el hombro.

—Cuídalo —le dijo, sin necesidad de explicar más.

Eli solo asintió, como si ya lo supiera.

Milá salió del bar. El aire de la costa le dio en la cara como una caricia necesaria. Caminó con calma, bajó la pequeña rampa de madera que daba a la arena, y se quitó las zapatillas para sentir la playa bajo sus pies.

No esperaba encontrarse con nadie. Pero ahí estaba él.

De pie, a unos metros de la orilla. Alto, firme, con una presencia que no se deshacía ni con el viento: Axel.

Milá lo reconoció de inmediato. No por su rostro, sino por la forma en que se plantaba frente al mundo. Él era el capitán de los Iron Dragons. El robot. El nombre que todos murmuraban en los pasillos con una mezcla de respeto y miedo.

Él la miró de lado, como si ya supiera quién era.

Milá se detuvo a unos pasos.

—No esperaba encontrarte en la playa, robot —dijo, cruzándose de brazos.

Axel ladeó la cabeza, sin dejar de observarla.

—No sabía que espiabas a tus rivales.

La tensión entre ambos no era necesariamente hostil. Era algo más contenido, más táctico. Como si se estuvieran midiendo sin necesidad de moverse.

??????????,  Cobra KaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora