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18. Menuda noche

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Íbamos corriendo, o eso supuse porque todo se movía muy rápido. Llegamos a las piscinas y pudimos entrar sin problemas, ya que las habrían de noche.

-Tu querida piscina – dijo Jace abriendo los brazos.

-Estas molan más que la de tu casa – sonreí y miré el agua, que reflejaba la luz en bonitas ondas brillantes. Jace caminó hasta mi lado y se quedó mirando el agua. Nos quedamos en silencio dos segundos antes de decir algo.

-¿Tú primero? - le pregunté. Él sonrió y sin que yo pudiera hacer nada, me cogió y me tiró al agua. Gracias a Dios que daba pie.

>>Jace, te has pasado – se cruzó de brazos.

-Esto por tirarme la otra vez – se acuclilló en el borde - ¿cómo está?

-Genial– le respondí con una sonrisa mientras daba pequeños saltitos intentando avanzar. Él se metió con ropa y con todo. Se acercó a mí y me cogió por la cintura. Me levantó un poco y comenzó a girar, haciéndome flotar sobre el agua.

-Es tan bonito – dije cerrándome los ojos y relajándome, poniéndome en sus manos – por favor no me hundas.

-No lo haré – dijo con voz suave posando una mano en mi nuca y otra en mi cadera y haciéndome flotar en horizontal.

-Siento el espectáculo, al final te jodí el ligue – me reí y no sé por qué.

-¿Te hace gracia dejarme sin chica? - preguntó y cuando abrí los ojos vi que me miraba con una ceja levantada y divertido. Negué con la cabeza.

-Para nada, pero podrás sobrevivir. ¿Quién necesita una chica teniendo esta magnífica piscina? - abrí los brazos y los moví, como cuando quieres hacer un ángel de nieve.

-Estás algo borracha.

-Tú también – reí. Me incorporó, obligándome a ponerme de pie. Se acercó a mí y rozó su nariz por mi oreja, dibujando una línea hasta el mentón.

-Jace– susurré. Sabía que eso no podía ser bueno, pero también sabía que mi cabeza no estaba en condiciones de rechazarlo.

-Me has dejado sin ligue esta noche, eso no se hace – me susurró al oído y a pesar del calor, mi cuerpo dio un respingo. Cerré los ojos, no sé si para intentar controlarme o para dejarme llevar por las caricias que me estaba dando.

Tenía las manos a mis costados y me acariciaba lentamente, haciéndome unas suaves cosquillas. Agarré su camisa mojada mientras él comenzaba a darme suaves besos por el cuello.

-Esto no está bien – dije en tono cantarín y sentí la risa de Jace en mi cuello.

-Yo creo que te gusta bastante

-Qué desgracia, lo peor es que tienes razón – puse las manos en su pecho y le separé suavemente – mejor paremos antes de cometer un error.

-No es un error – dijo cogiéndome las manos con delicadeza – es una noche sin restricciones, vía libre ¿recuerdas? - Y me dio besos desde el cuello hasta la comisura de los labios.

-Eso no nos incluía – mi voz me traicionaba. Cogí la camisa de Jace y le acerqué hacia mí. Nuestros labios se rozaban pero Jace no me besaba, fui yo la primera que quiso acercarse pero él jugó conmigo y se apartó, llevando otra vez sus labios a mi mejilla. Sonreí.

-Traviesa– me dijo mientras acariciaba mi espalda y respiraba en mi mejilla.

-¿Yo? Eres tú quien me tortura – sabía que estaba sonrojada. Y sabía que aquello estaba mal. Mal no, era horrible. Pero estaba un poco bebida, tenía un tío bueno delante de mí y la idea de parar no pasaba por mi mente.

Algo más que un compa?ero capulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora