¡Mis bellísimas florecillas!
¡Qué lo disfrutéis!
TENÉIS EN INSTAGRAM A LAS DOS BELLEZAS DE LAS HERMANAS DE CELESTE Y BOHDAN (La infanta Margarita y Adriana, así como al resto de personajes de la historia "padres de Bohdan, padres de Celeste, Anabelle y Dietrich" iré subiendo más...)
Pd; para todas aquellas que no me siguen en instagram... os dejo con esto...
Se trata de la historia del príncipe Bohdan, que evidentemente tendrá su propio libro ;P
—Jamía, ¡No sé porque mabías disho que tu suegra era una estirá, cuando la mujé é un encanto! (Hija mía, ¡No sé porqué me habías dicho que tu suegra era una estirada, cuando la mujer es un encanto!) —exclamó mi madre mientras nos habíamos quedado un poco más atrás y les acompañaba hacia sus habitaciones después del almuerzo.
«¿Un encanto?» Me mofé mentalmente.
Más valía ponerme un botón en la boca y coserlo a base de bien para no contarle nada de lo que la bruja piruja me había soltado así por las buenas en to mi cara, incluso amenazándome con la cárcel porque mi madre era capaz de sacar las uñas y entonces terminaba de verdad en los calabozos con toda la razón. No tenía ni idea de porqué la reina Margoret se había comportado bien.
«Tampoco muy bien, dejémoslo en decente puesto que se había limitado a ser cortes contestando algunas preguntas pero en cuanto pudo, estableció conversación con la siliconada perdía esa de su sobrina y se habían puesto a hablar de yo que sé qué...»
—Me alegro de que te hayas llevado esa impresión —contesté mirando hacia el frente donde caminaba mi hermana Adriana junto a Margarita.
Sabía que se iban a llevar muy bien a pesar de la barrera del idioma y ver que ahora la pequeña hermana de Bohdan podía tener a alguien con quien hablar que se asemejaba un poco más que yo a su edad, me alegraba.
—Por sierto —terció mi madre haciendo que volviera la vista hacia ella—. ¿Me puede desí que hace regalando sapato de die mil euro a tutiplén? (Por cierto, ¿Me puedes decir que haces regalando zapatos de dos mil euros a tutiplén?
—¿Qué? —exclamé contrariada—. ¿Diez mil euros?
—Po la tele eso é lo que han disho que lan dao a la niña esa por lo sapato eso que le ha regalao (Pues en la televisión es lo que han dicho que le han dado a la niña por los zapatos que le has regalado) —aseguró mi madre—. Vamo... que si te tan dando to lo día sapato de ese dinerá me parese bien, pero jamía, piensa en tu mare.... Que una pobretica tambié quiere sapato de la marca esa der lubutin ese (Vamos... que si te están dando todos los días zapatos de ese dineral me parece bien, pero hija mía, piensa en tu madre... que una pobretica también quiere zapatos de la marca de Louboutin)
¿Diez mil euros?, ¿Estamos locos?, ¿Para qué le han comprado esos zapatos usados por ese pastizal? A ver, que yo me alegro por la pobre mujer y su hija que con ese dinero se podrán permitir un lugar donde vivir y comida más que suficiente durante una larga temporada... pero, ¿Diez mil euros?, ¿Quién en su sano juicio paga eso por algo usado siendo cinco veces más económico nuevo?
«Nunca entenderé a los frikis fetichistas» aseguré.
Tenía que haber sido un loco de esos que se excita con zapatos o no me salen las cuentas...
—Eso es que a algún loco se le ha ido la olla mamá, eran unos zapatos caros, pero no taaaaaaan caros —dije por no mencionar a un pirado que a saber que estaba haciendo con esos zapatos del demonio... ponérselos seguro que no si no se quiere matar en el intento.
«Como si yo tuviera pasta para ponerme todos los días zapatos de más de veinte euros vamos, que hablaba como si dos mil euros fueran una nimiedad cuando yo no lo ahorro ni en tres meses ganando lo que gano, "o más bien ganaba, porque ahora me como los mocos" ya que desde que me "casé" no gano ni pa' un mísero paquete de pipas»
—¿No va tá loco pa pagá esa milloná por un par de sapato usaos? (¿No va a estar loco para pagar esa millonada por un par de zapatos usados?) —ironizó—. Güeno hija... que tá mu bien que quiera ayudá al prójimo y to esa cosa, pero si te dan un borso de esos de firma, pué acuérdate de tu mare tambié (Bueno hija... que está muy bien que quieras ayudar al prójimo y todas esas cosas, pero si te dan un bolso de esos de firma, pues acuérdate también de tu madre) —añadió cogiéndome la mano en plan cariñoso.
«No tiene morro ni ná, la muy listilla»
—Sí, sí —asentí dándole la razón como a los tontos para que dejara el tema.
—Por sierto, tu suegro ezta mu apañao pa la edá que tiene, ¿no? —preguntó así de sopetón.
—¡Mamá! —exclamé mirando alrededor esperando que nadie nos hubiera escuchado.
—¿Qué? —preguntó sorprendida—. Ni que hubiera disho na malo der hombre.
—¡Que te pueden oír! —susurré.
—Pué que me oigan... a ve si así tambié se aplica er cuento tu pare y deja esa barriga cervecera que tiene.
—Ay por dios... —susurré llevándome una mano a la frente.
—Solo he disho que er hombre ta de mu güen vé, ademá que é todo un señó con eso modale y esa educación —dijo en modo soñadora—. Vamo... un rey bien hesho y deresho de la cabeza a lo pié, de eso con lo que tiene una sueño ero...
—¡Prefiero no saberlo! —exclamé cortando aquella conversación que me daba vergüenza ajena.
—Si é que no me estraña que er hijo sea asi de bien hechico... igualico ar padre, vamo... de tar palo, tar astilla (Si es que no me extraña que el hijo sea así de bien hecho... igualito al padre, vamos... de tal palo, tal astilla).
«En eso le tengo que da la razón a la mama, no se si el rey sería igual de guapo de joven, pero que estaba bien hecho... ¡Joder si lo estaba!»
—Espero que se acomoden y sean de su agrado las habitaciones que les han asignado —dijo Bohdan una vez que llegamos al ala de palacio donde se alojaban los invitados, es decir, mi familia y uno de los sirvientes que les acompañaban fue traduciendo—, esta tarde les harán una visita guiada por el resto del palacio y los jardines. Si me disculpan, debo ausentarme hasta la hora de la cena, puesto que tengo que tratar algunos asuntos referentes a palacio.
—Por supuezto, tú no te preocupe por nosotros hijo mío —terció mi madre comprendiendo la situación.
—Celeste, ¿Me acompañas? —preguntó Bohdan mirándome fijamente y yo asentí inmediatamente.
Bohdan me cogió la mano y al entrelazar sus dedos con los míos sentí una extraña sensación de protección de lo más inverosímil... puesto que era incomprensible que una simple caricia me hiciera sentir de aquel modo.
En cuanto entramos en su despacho y cerro con llave mis alarmas saltaron al observarme con un gesto serio en su semblante.
—Ha surgido un pequeño cambio de planes —dijo tratando de esquivar mi mirada.
—¿Cambio de planes?, ¿A qué te refieres?, ¿No podrás estar con nosotros mientras mi familia esté aquí? —pregunté pensando que se tratara de eso.
—No... no es eso, aunque quizá deba ausentarme en algunas ocasiones como ahora —afirmó—. Me refiero a que ha surgido algo que quizá retrase tu vuelta a España y debas permanecer aquí más tiempo.
—¿Cómo? —exclamé no comprendiéndolo aunque en aquel momento mi pulso se había disparado por completo e incluso sentía como el corazón latía a toda velocidad ante el hecho de saber que mi estancia allí iba a prolongarse y ojalá fuera de forma indefinida.
—Verás... —susurró llevándose una mano al cabello para repeinarse—. Mi padre me ha comunicado que abdicará del trono.
—¿Qué? —dije sin pensar bien la frase que acaba de escuchar—. Eso... eso quiere decir...
—Que voy a convertirme en rey.
¡Walaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!, ¿Cómo se come eso? ¡Ay Celesteeeeeee!, ¡Que te nos conviertes en reina y tó, así... como quien no quiere la cosa!