La distancia entre nosotras ?

—Así que.... —comenzó papá pretendiendo disimulo, mientras pincelaba el cerdo que iba a cocinar para la cena de fin de año con su típica salsa de miel y romero.

El aroma a especias nos envolvía sutilmente, mezclándonse con el de vainilla que emanaba la torta bundt que acababa de retirar del horno. Era el perfume que había en casa en esta época del año. Sin embargo no le presté mucha atención, pues papá tuvo éxito en distraerme.

—Así que... —le seguí el juego, pretendiendo que no sabía de qué hablaba.

No sabía por qué me ponía tan nerviosa al hablar de Elise. Lo cierto es que no quería mentirle a papá, pero tampoco quería profundizar en lo que había sucedido entre nosotras sabiendo que el final era inevitable, lo cual me entristecía más de lo que estaba dispuesta a admitir. No quería comenzar a gimotear en la cocina de la casa de mi padre a las 2pm.

Para eso estaba la ducha.

—Oh, vamos, ¿me vas a hacer bombardearte a preguntas, hija? —La frustración le ganó rápidamente, aunque me dirigió una sonrisa.

—¿Qué quieres que te diga, pá? —suspiré, dejando que mi cabello caiga sobre un lado de mi rostro para que él no pueda ver el rubor que teñía mi piel—. Elise y yo nos gustamos.

—Me alegra que sea mutuo, hija. Yo solo quiero que seas feliz, no te olvides de eso. Y Elise es realmente encantadora.

—Ella es... —Demasiado para mí. Demasiado para lo que podíamos ser—. Perfecta, pá.

—Nessa, ¿tú...?

—Pero en un par de meses me iré de allí —lo corté antes de que pudiera decir algo. Ya imaginaba a donde iba y no podía escucharlo preguntando aquello. Ni siquiera yo sabía si lo que sentía por Elise era algo más profundo. Me aterraba la respuesta.

Papá asintió despacio, sin decir mucho más. Conocía ese silencio. Era el silencio del desacuerdo.

—Tengo ganas de regresar a Chicago. O al menos de vivir más cerca de ti y de Mike —cambié de tema.

—Me encantaría que estés cerca. Pero también que seas feliz.

—Yo también, pá... Pero, ¿en Erie? Realmente no tengo motivos para quedarme allí, solo uno. —Me entristecía pensar que el único motivo para quedarme era Elise, pues el trabajo que hacía en Zoomers ya estaba culminando y realmente no me entusiasmaba continuar en una compañía donde sus propios dueños estaban tan desconectados entre sí.

—¿Y no te parece suficiente?

Frío y directo. Así podía ser papá cuando se lo proponía.

Tragué saliva, en un intento por ocultar mi incomodidad y siendo incapaz de negarlo—. No lo sé.

Gracias a Amanda, había aprendido que no podía cometer ese error de nuevo. No podía renunciar a mi vida, a mi familia y esperar que la otra persona pudiera reemplazar aquello que yo dejaba atrás. No era justo poner esas expectativas en Elise, ni pedirle que me entregue todo como si yo fuera el centro de su universo, porque sabía que jamás podría ni quería serlo.

—Lo que decidas, siempre estaré para ti.

Oh papá, si supieras que no tengo idea de lo que estoy haciendo.

Por la tarde, luego de llevar a los melli al parque, regresé a casa para alistarme para la noche. Jeff pasaría por mí en una hora e iríamos a un bar en el centro y luego quizás a algún club. No me entusiasmaba particularmente la idea de salir, pero presentía que me haría bien distraerme y alejar mi mente de la conversación que tuve con papá horas atrás. Y Jeff era un experto en eso.