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贰辫í濒辞驳辞

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—Má, cuéntame cómo se conocieron tú y Nessa.

—¿Otra vez? —Elise rió, miró a su hija, quien suplicaba por una historia antes de irse a dormir, y luego a su alrededor—. Tienes un montón de libros para elegir.

Ciertamente cada vez tenía más. Y siendo que Olivia daba indicios de que se convertiría en una lectora ávida, tanto Elise como Vanessa se encargaron de llenar la biblioteca de la niña con más libros de los que podían leerle.

—Es que me gusta cómo la cuentas. —La pequeña, que ya no era tan pequeña, suspiró embelesada y se acomodó debajo de la frazada. Se había convertido en una niña de 8 años enamorada de las historias y los cuentos, rasgo que tanto su madre como Vanessa encontraban adorable.

—De acuerdo, pero la versión resumida, ¿sí? —Elise accedió pero miró sobre su hombro sabiendo que Vanessa las observaba apoyada en el marco de la puerta.

—¡Pero, má...!

—Es tarde Oli y mañana es día de escuela.

Ambos motivos eran muy válidos pero también había algo más. Nunca antes Elise había hablado de la primera vez que había visto a Vanessa, solo en un par de ocasiones de forma muy superficial. Ahora, sin embargo, Elise estaba entre la espada y la pared.

—No me molestaría escuchar la versión extendida de la historia —acotó Vanessa yendo hacia ella y notando el rubor en las mejillas de su pareja, un rubor que momentos atrás no estaba—. ¿Nos cuentas la historia, Eli?

Si alguien hubiera presagiado que ambas, siendo tan distintas y a la vez tan similares en su naturaleza, habrían encajado tan perfectamente, posiblemente Nessa y Elise lo habrían encontrado totalmente imposible. Habrían pensado que tendrían peleas semanalmente, que no se pondrían de acuerdo en quién cocinaba y quién lavaba la ropa. Que no sabrían ceder, ser humildes y menos orgullosas. Pero, contra todo pronóstico, aprendieron. Y lo hicieron tan rápido que superaron cualquier prospecto y expectativa personal.

Nessa logró ser abierta. Con ayuda, logró expresar lo que necesitaba y pensaba; y Elise, aprendió que a veces las personas necesitaban auxilio, que estaba bien ir detrás de alguien y ofrecerle lo que por miedo o falta de confianza no podía pedir.

Y así, funcionaron. Encajaron como dos piezas de un rompecabezas que, en contexto con otras muchas, formaban una imagen hermosa.

Vanessa se recostó al lado de Olivia, dejando que su mano acaricie el cabello dorado de la niña.

—Pues...  —Elise comenzó, sentándose también en la cama y aclarando su garganta—... Era un día muy hermoso, había un sol enorme en el cielo y decenas de niños jugando en el parque a donde fui a tomar aire aquella tarde. Estaba cansada, agotada por el trabajo y por... Otras preocupaciones que no vienen al caso.

Definitivamente no tenía intenciones de profundizar en aquello, pero Elise recordaba muy bien aquella tarde. La llamada que había recibido de Chuck y lo presionada que se había sentido cuando él insistió en definir una fecha para la boda. Ella lo había evadido y, espantada, había huido al parque para encontrar algo distinto al silencio de su hogar.

—Pepper, a quien había sacado a pasear, estaba inquieta luego de que alguien la volviera loca toda la mañana, —Elise acentuó, haciendo que su hija esconda un risita detrás de sus manos—, por eso la dejé que eligiera a dónde ir. Tú te habías ido a jugar con Mary-Ann y yo, más tranquila, me dediqué a pasear en el parque. Caminé por poco tiempo hasta que vi a alguien que llamó mi atención.

—Era Nessa, ¿verdad?

—Sí, era Nessa.  —Elise sintió los ojos de la joven en ella más no se atrevió a mirarla. Sabía que en el momento en que lo hiciera sus mejillas se colorearían escarlata y Vanessa saltaría a sus brazos y la besaría hasta dejarla sin aire. Y precisamente ese no era el momento.

La distancia entre nosotras ?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora